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Dos nuevos terremotos han vuelto a sacudir Turquía en la noche de ayer. A la vista de estas réplicas y de los efectos tan catastróficos de estos fenómenos, cabe preguntarse por qué la ciencia no es capaz de saber cuándo y en qué lugar se producirán. Las nuevas técnicas de procesamiento masivo de datos mejoran la prevención sismológica, pero sigue siendo un desafío predecirlos.
Un estudio científico confirma que no hay rastros de partículas virales en el 'paciente de Düsseldorf', un hombre que, tras recibir un trasplante de células madre para tratar una leucemia, interrumpió de forma supervisada el tratamiento antirretroviral contra el VIH y, cuatro años después, se mantiene sin virus en el organismo, según publica Nature Medicine. En el trabajo ha participado el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa.
Investigadores de la Estación Biológica de Doñana-CSIC relacionan el cambio de tendencia con las características del territorio que habitan estos animales. El estudio señala la necesidad de adecuar las herramientas de gestión para la conservación del hábitat de la población de esta especie en peligro de extinción.
La distribución centralizada de las dosis contra la covid-19 violó varios principios deontológicos, según un estudio liderado por españoles. La investigación cuenta con técnicas matemáticas y de las ciencias sociales para armar un protocolo que asegure una asignación igualitaria y proporcional frente a pandemias.
Los devastadores terremotos del sur de Turquía y el norte de Siria han dejado ya más de 46.000 muertos, pero lo peor puede estar aún por venir. Los supervivientes se enfrentan ahora a riesgos sanitarios que van desde las complicaciones que pueden sufrir por las fracturas y amputaciones, a enfermedades infecciosas y brotes de cólera por la destrucción de los sistemas de saneamiento. Además, el coronavirus puede ser una nueva amenaza en esos lugares, debido al hacinamiento en los refugios.
El aumento de eventos climáticos extremos, junto al abandono de los usos tradicionales del territorio, intervienen en la recuperación de estas masas forestales ricas en especies frente a las monoespecíficas donde solo domina una. Estos resultados, de un estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid, pueden considerarse en políticas de gestión y conservación de la naturaleza actuales.
Investigadores de Países Bajos y Reino Unido han observado durante más de diez años la curiosa manera de asearse mutuamente de los chimpancés, protagonistas de #Cienciaalobestia. El trabajo apunta a que los individuos más dominantes y de más edad influyen en las costumbres sociales del resto.
Algunos agricultores introducen en sus invernaderos a estos pequeños animales invertebrados que devoran las plagas, porque son la única alternativa para acabar con ellas. Para que sea eficaz, es importante que permanezcan en el cultivo incluso cuando no haya plagas dañinas. Esto requiere una monitorización constante.
Ilustración Nicolás Copérnico./ Curro Oñate