Grandes criaturas de colmillos afilados y actitudes defensivas conviven en exóticos paisajes plagados de especies extintas hace millones de años. Más de cuarenta dibujos recorren dos siglos de pinturas sobre la prehistoria en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Se trata del I Encuentro de Paleoarte, el primero de este tipo que se celebra en Europa y en el que se dan cita los artistas más reconocidos de esta disciplina.
“En lo pasado está la historia del futuro”, decía el ensayista Juan Donoso Cortés. Conocer la historia y estilo vida de antepasados y criaturas que habitaron la Tierra siempre ha atraído al público. La pregunta es, ¿de dónde sale la apariencia de un tiranosaurio si nadie lo vio? Del complejo y, a veces, poco valorado paleoarte, una disciplina que trabaja mano a mano con la paleontología.
“El paleoarte es la manifestación artística que pretende reconstruir la apariencia en vida de animales extintos según el conocimiento a la hora de generar la obra”, explica Marco Ansón, artífice del I Encuentro de Paleoarte que concluye este viernes en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
A diferencia de otras ramas, el paleoarte implica un cambio estético constante. Por eso, los dibujos del mismo animal realizados con una diferencia de pocas décadas pueden no parecerse en nada.
“Si ahora alguien modelara un velociraptor sin plumas no sería paleoarte, pero que hace 30 años lo hiciesen así era correcto, porque entonces no sabían que las tenían”, apunta Ansón, cuyas obras también tienen su espacio en la muestra.
Flechazo ‘saurio’ desde la infancia
El joven paleoartista, formado tanto en bellas artes como en paleontología, reivindica que se valore la profesión y con ese fin ha organizado este encuentro junto a Pedro Saura, Rafael Menéndez y varias alumnas. “Parece que la paleontología es cosa de hombres y no es así”, asegura.
Durante el recorrido por la muestra, Ansón recuerda con cariño la primera vez que se interesó por este arte. Fue en el Museo de Ciencias Naturales (CSIC) ante una obra de su mentor, Mauricio Antón, y con tan solo tres años.
“Los sociólogos lo llaman la dinosaur age, la etapa en la que los niños se obsesionan con dibujar dinosaurios, pero luego hay gente que va aprendiendo tanto que se siente en la necesidad de reconstruirlos”, indica. Y ahí nacen los paleontólogos y paleoartistas.
Detrás de cada una de las obras expuestas hay mucha investigación. Por eso, algunos dibujos muestran la secuencia que siguen estos artistas para realizarlos, por ejemplo Gomphotherium angustidens, del propio Ansón. En el mismo animal se representan las tres etapas de reconstrucción: huesos, músculos y apariencia. Para conocer cómo eran físicamente hace miles de años estos animales, los paleoartistas recurren al análisis filogenético de especies sucesoras.
Apocalipsis en las primeras imágenes
España, Rusia y Estados Unidos están a la cabeza del paleoarte, aunque esto no se ha visto reflejado en la organización de eventos específicos, puesto que este de la UCM es el primero que se organiza en Europa. “Es necesario que se vea el trabajo y no se crea que por ciencia infusa llega alguien y pinta”, recuerda.
Una opinión que comparte Mauricio Antón, referente mundial de la disciplina, quien califica este encuentro de “hito”. “A pesar de la gran popularidad y demanda de las imágenes de la vida prehistórica, nuestra actividad ha carecido tradicionalmente de atención institucional y ha sido una historia de individualidades”, reconoce el experto.
El paleoartista ha protagonizado una de las conferencias magistrales del encuentro y considera que una institución como la UCM ofrece “el marco de referencia que necesita nuestra actividad para iniciar su renovación”.
Dentro de la universidad, la sala de exposiciones de la facultad de Bellas Artes ha cedido un espacio para las más de cuarenta imágenes de artistas de uno y otro lado del charco.
Siguiendo el orden cronológico de las obras, encontramos a Georges Cuvier, el primero en aplicar sus conocimientos para reconstruir animales. Como nadie lo había hecho nunca, se asustó y guardó su obra Anoplotherium en París durante décadas. Tras él, llegan las imágenes apocalípticas de John Martin en las que las especies se matan unas a otras.
Lienzos más realistas
Todo cambió con la aparición a finales del siglo XIX de Charles R. Knight, el creador del paleoarte moderno. En su obra Laelaps se puede apreciar una pelea de dos dinosaurios cargada de fuerza, vitalidad y una apariencia mucho más creíble que la etapa anterior.
En los años ochenta, Mark Hallet acuña el término paleoarte en un congreso en Estados Unidos. Sus dibujos añaden comportamientos reales de las especies. Por ejemplo, en Howe Quarry una manada de dinosaurios queda atrapada en un yacimiento del jurásico y hasta seis especies interaccionan en la misma imagen.
La muestra concluye con Mauricio Antón, “el paleoartista más importante a nivel mundial”, según Ansón, su pupilo y amigo. Naturalista vocacional, es experto en vertebrados, carnívoros y dientes de sable.
En sus obras, a diferencia de compañeros de etapas anteriores, la violencia está representada como instinto y supervivencia: el cazador no tiene más remedio que atacar a su presa por necesidad. Abandona el morbo que presentaban otros como Martin.
Media exposición está protagonizada por las pinceladas de Antón. Entre ellas, llaman la atención Batallones, una escena de caza en un yacimiento de Madrid, y Reconstrucción Hommo Antecessor. “Aunque le falta información, con su conocimiento sobre fauna, Mauricio es capaz de completar los vacíos de forma cabal”, comenta Ansón.
Los paleoartistas esperan que este encuentro sea el primero de muchos y reivindican la importancia de una disciplina que hasta ahora parecía dormida. Bienvenidos al despertar del paleoarte.