Han dejado de ser invisibles para convertirse en unas ‘todoterreno’ que deben conciliar su vida laboral y familiar si quieren seguir trabajando como astrónomas.
Estaba destinada a ser doncella pero, sin embargo, un tifus desfiguró su rostro cuando sólo tenía diez años. Su padre decidió, entonces, que debería permanecer soltera. Su dedicación a la ciencia fue, por tanto, una ironía del destino. Se sabe que era ella la que realizaba todos los cálculos matemáticos que publicaba su hermano William Herschel y le ayudaba en sus observaciones astronómicas e incluso en la fabricación de telescopios. Consiguió ser la primera mujer pagada por el rey de Inglaterra por su trabajo como astrónoma, con 50 libras anuales. Murió en 1848 tras haber descubierto 2500 nebulosas y grupos de estrellas. A sus 98 años, Caroline Herschel nunca pasó por el matrimonio, como decidió su padre, pero estuvo rodeada de amigos y admiradores. Ella fue una de las primeras mujeres que empezó a abrirse camino dentro de la Astronomía, un mundo reservado para los hombres. Hoy en día, las cosas han cambiado considerablemente, aunque todavía quedan muchos flecos por cubrir. Si antes lo difícil para ellas era acceder a unos estudios o a un puesto de trabajo, ahora quizás lo complicado sea conciliar la vida profesional y familiar para mantenerse como investigadoras.
"Hasta mediados de la década de los 60 las mujeres no podían utilizar los telescopios", comenta Toñi Varela, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). "Las astrónomas hemos sido ignoradas durante mucho tiempo y hemos tenido que realizar los trabajos que nadie quería hacer", añade la científica. Hoy este panorama ha cambiado mucho y actualmente, cada vez hay más chicas interesadas por las carreras científicas, y en concreto por la Astronomía. Según un informe publicado por la FECYT en 2005 sobre la situación de las mujeres investigadoras en el sistema español de ciencia y tecnología, en el ámbito de los estudios tanto hombres como mujeres acceden de forma igualitaria a la Universidad. Incluso se podría decir que a nivel de doctorandos las proporciones se mantienen más o menos equitativas. Y es que uno de los aspectos que todavía no ha cambiado es el hecho de que la mujer sigue siendo, por obligación o por decisión propia, la que renuncia a su trabajo para dedicarse a los hijos.
Susana Iglesias, investigadora del IAC es el vivo ejemplo del sobreesfuerzo que tiene que hacer una mujer que no quiere abandonar su carrera. "La mayoría de las mujeres que han llegado alto en Astronomía han tenido que renunciar a muchas cosas. Yo he cedido en muchos aspectos profesionales por el bienestar de mis hijos", reconoce la científica. Ella nunca dejó su carrera profesional. "Acabé la licenciatura con tres hijos, la tesis con cuatro y trabajando como profesora universitaria". Su constancia y dedicación le llevaron finalmente a recibir un contrato laboral en el IAC.
Efecto tijera
Pero, aunque cada vez hay más, todavía son pocas las mujeres que como Susana Iglesias alcanzan puestos de relativa responsabilidad en Astronomía. Es el denominado 'efecto tijera' por el cual se reduce dramáticamente el tanto por ciento de mujeres a medida que se sube en los escalones profesionales. La difícil conciliación entre la vida familiar y la laboral se constituye como uno de los factores más decisivos a la hora del estancamiento y abandono profesional.
Lo cierto es que esta teoría se cumple. En el IAC, de los 55 doctorandos que había en 2007 más del 43 por ciento eran mujeres, mientras que las investigadoras que consiguen un contrato laboral (post-doc.) sólo son el 22 por ciento, 'recortándose' a la mitad el número de féminas. En otras instituciones como el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) ocurre prácticamente lo mismo. "Aproximadamente hay un 25 por ciento de mujeres contratadas", afirma Pepa Masegosa, investigadora del IAA.
Masegosa ha realizado varios estudios sobre el tema y explica que a nivel nacional en España tres de cada diez astrónomos son mujeres, una cifra muy baja que todavía es superada por países como Alemania u Holanda donde la representación es prácticamente nula (entre el cero y el 10 por ciento). "La situación es prácticamente la misma en mí país y en España", comenta Katrien Uytterhoeven una astrofísica belga que trabaja en el IAC. "La mayoría de mis amigas astrónomas abandonaron su carrera tras el doctorado", añade.
Si comparamos con otras áreas de conocimiento, según el informe publicado por la FECYT y citado anteriormente, en el CSIC, el organismo público de investigación más importante de España, en 2003 el mayor porcentaje de mujeres se observa en el área de 'ciencia y tecnología de alimentos' (45 por ciento) y el menor en 'ciencia y tecnologías físicas' (20 por ciento). Esto disminuye, aún más, el número de mujeres que se ganan la vida como Astrónomas.
¿Soluciones?
Hay quien aboga por medidas de apoyo a la mujer para que no abandone su carrera científica. Susana Iglesias cree que una buena idea sería reducir la jornada laboral o poner guarderías cercanas al trabajo. "El problema está en que todo está juzgado desde la mentalidad de un hombre", añade la investigadora.
"Creo que la discriminación positiva es un parche para solventar momentáneamente una situación tremendamente injusta. Siento simpatía por este tipo de medidas pero reconozco que no son justas", opina Inés Rodríguez Hidalgo astrofísica del IAC y profesora de la Universidad de la Laguna (Tenerife). Esta investigadora cree que lo realmente importante no es que haya exactamente el mismo número de mujeres y hombres en una empresa, y que centrar el asunto en una mera cuestión de cifras no es la mejor forma de alcanzar una igualdad con mayúsculas.
Para reivindicar y poner de relieve la situación de la mujer en esta ciencia, en el Año Internacional de la Astronomía 2009 (AIA-IYA2009) uno de los proyectos que se van a llevar a cabo es el denominado "Ella es una astrónoma", con el que se pretende informar y dar a conocer los datos del bajo número de mujeres que tienen un puesto de relevancia en el mundo de la Astronomía. También se quieren llevar a cabo programas para fomentar la continuidad de la carrera investigadora de las mujeres, así como realizar estudios cuantitativos y cualitativos para determinar las tendencias de las nuevas generaciones.
Vera Rubin, Cecilia Payne o Jocelyn Bell son sólo tres ejemplos de mujeres que, pese a tener todo en contra, decidieron un buen día explorar el Cosmos. Con ello, abrieron el camino a muchas otras que hoy en día sienten la misma pasión por esta ciencia y que, sin saberlo, continúan caminando por senderos nunca antes pisados. Ellas son, en cierta forma, las estrellas de la Astronomía. En el pasado permanecían a la sombra de sus familiares masculinos. En la actualidad, posiblemente, más de un biberón se haya tomado a la luz de las estrellas.