El fin del periodo menstrual, que cierra la transición hacia la fase no reproductiva de la mujer, suele ocurrir entre los 45 y los 55 años. Los ginecólogos están de acuerdo en que se trata de una etapa compleja en la que hay que cuidarse más. Sin embargo, dejan claro que hoy es posible vivirla de manera saludable.
Durante siglos, la menopausia fue entendida como un signo de decrepitud para las mujeres, una pérdida de fortaleza al finalizar su innata capacidad reproductiva. Afortunadamente, en pleno siglo XXI, la sociedad comprende que solo es una etapa de cambio.
“Antes se pensaba que tener la menopausia era ‘ser vieja’. Evidentemente, hoy la mujer menopaúsica puede estar en la mejor época de su vida”, explica a Sinc Pluvio Coronado Martín, ginecólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Hasta ahora, era un proceso natural que sencillamente ‘había que pasar’. Hoy, las mujeres saben que conlleva una serie de alteraciones en su calidad de vida, pero que se pueden aliviar. Por eso, los expertos son testigos de cómo la menopausia es un motivo de consulta creciente.
No obstante, según Raquel Rodríguez Rabanal, ginecóloga también en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “se oculta porque siempre se ha relacionado con cambios negativos, tanto físicos como de carácter”.
Para acabar con el tabú, cada 18 de octubre se celebra su día mundial como una forma de concienciar de la importancia de la evaluación y prevención en la salud de las mujeres durante este periodo.
Básicamente, la menopausia es el cese definitivo de la actividad ovárica tanto en lo que se refiere a su función reproductiva –esterilidad irreversible–, como endocrina –déficit de estrógenos y progesterona–. No debe confundirse con el climaterio o perimenopausia, la etapa de transición que suele durar entre uno y cinco años.
“Una mujer ha llegado a la menopausia cuando han transcurrido de seis a doce meses desde la última regla y ronda los 50 años”, explica a Sinc Carmen Menéndez, jefa de la Unidad de Atención Integral de la Salud de la Mujer del Instituto Palacios. “Es el término de la etapa reproductiva de la mujer”.
Un final que no está libre de contratiempos. El declive de las hormonas conlleva la presencia de ciertos síntomas. “Sobre todo en la fase de cambio, luego el cuerpo es listo y se restablece”, apunta Menéndez. “Puede resultar banal, sin embargo, hay un porcentaje que lo pasa realmente mal. El 70% se ve afectado y, de ahí, un 25% ve muy reducida su calidad de vida”.
La bajada de estrógenos ocasiona sequedad vaginal y disminución del deseo en algunas mujeres, lo que provoca que la vida sexual se vuelva ‘incómoda’. Es más, lleva consigo un mayor riesgo de involución del aparato genital (lo que se conoce como atrofia genital), que supone más infecciones.
Un estudio sobre la atrofia vulvovaginal en cuatro países europeos –entre ellos España–, publicado el pasado marzo en la revista Climateric, concluye que los síntomas de dicha atrofia son frecuentes en las mujeres posmenopaúsicas y que esto constituye un impacto en la calidad de vida y la satisfacción sexual.
La buena noticia es que, como subraya Mariano Durán, ginecólogo del Hospital Severo Ochoa de Leganés, “la mujer es consciente y solicita las medidas oportunas para mantener íntegro su desarrollo personal”.
La menopausia también se asocia con una tendencia a ganar peso, aunque según los expertos es un aumento de la grasa corporal que tiende a localizarse en el abdomen. Además, uno de los síntomas más peligrosos es el mayor riesgo de osteoporosis y de enfermedades cardiovasculares, como el infarto. Sin olvidar los temidos sofocos.
“Cuando los ovarios dejan de ejercer su función es común que muchas mujeres padezcan síntomas vasomotores. Este cuadro consiste en la aparición de sofocos y sudores nocturnos que originan insomnio y ansiedad”, apunta Plácido Llaneza, ginecólogo del Hospital central de Asturias y presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM).
De hecho, un trabajo sobre alteraciones del sueño y menopausia, publicado en junio en la revista Menopause, subrayaba el incremento de insomnio y otros trastornos en las mujeres posmenopaúsicas en comparación con las que aún no han llegado a este periodo.
Lo que está claro es que hoy contamos con muchas más herramientas para frenar los síntomas. El primer paso es establecer cuáles están presentes y en qué etapa se encuentra la mujer. La menopausia señala solo la última menstruación, pero los cambios hormonales abarcan un período previo denominado premenopausia o transición menopáusica, y uno posterior, llamado postmenopausia.
Una vez analizado esto, existen muchas opciones de tratamiento, desde fitoestrógenos hasta administración de hormonas por diferentes vías: oral, vaginal o transdérmica. Además, hay procedimientos específicos para evitar la osteoporosis.
Tal y como afirma Llaneza, “el tratamiento de elección es la reposición de las hormonas que el ovario ha dejado de producir. La terapia hormonal es obligada en las mujeres en las que la menopausia acontece antes de los 40 años. Además puede ser usada siempre que los beneficios superen a los riesgos”.
A pesar de ser ideal para las mujeres en la etapa de cambio –cuando empiezan los síntomas–, no es un tratamiento que se pueda poner a cualquier edad. Solo cuando se tienen menos de 60 años o han transcurrido menos de diez desde la última regla y no existen contraindicaciones para su uso.
Las reticencias siempre surgen de sus posibles secuelas. En este sentido, Carmen Menéndez se muestra contundente. “Los efectos secundarios están muy controlados si lo damos en la etapa temprana y a dosis bajas. Entonces el perfil beneficio riesgo es favorable”.
Más allá de encontrar los últimos y más efectivos tratamientos, “es esencial conseguir que la paciente acepte psíquicamente que la menopausia es una etapa fisiológica de la vida”, añade Mariano Durán. Así se puede evitar que decaiga la actividad sexual, tan importante también en este periodo, ya que es la mejor manera de evitar la atrofia consecutiva al déficit hormonal.
“Hace 50 años la mujer no trabajaba fuera del hogar, tenía una labor muy importante en el control de la vida familiar y vivía la menopausia de otra forma. Hoy el papel de la mujer es totalmente distinto, a esa edad muchas están en su mejor momento vital y es de esperar que pasen un largo período de tiempo en la etapa posmenopáusica”, apunta Llaneza.
Aunque hay variaciones étnicas y culturales en el modo de enfrentar la menopausia, los profesionales deben anticiparse a los efectos y hablarles de los tratamientos para prevenir los síntomas. La mujer en la menopausia representa un porcentaje de pacientes muy amplio y cada vez más concienciado con su salud.
Por eso demandan terapias eficaces. Cada vez existen más consultas especializadas y la investigación en este campo crece. En los últimos cinco años se han publicado más de 10.000 artículos científicos al respecto.
Pero para Durán, a pesar de la cantidad de información médica sobre la menopausia “se observa un estancamiento en relación con otros campos de la medicina. No obstante, se ha creado una alarma en la población menopaúsica en relación con ciertos tratamientos, que limita su aplicación sin ningún fundamento”.
En lo que todos los especialistas de la salud de la mujer se ponen de acuerdo es la importancia de afrontarlo de una forma positiva. Y para ello lo primero es informarse. “Las mujeres tienen que ser conscientes de que representa una etapa amplia de sus vidas debido a que la esperanza de vida ha aumentado”, subraya Rodríguez Rabanal.
La receta para superar con éxito este periodo parece sencilla, al menos para Pluvio Coronado: “Estilo de vida saludable, con dieta sana y ejercicio; acudir a un especialista que conozca bien la etapa; y aplicar los tratamientos que sean necesarios”. La mejor época de la mujer no entiende de edad.