Investigadores leoneses concluyen un trabajo sobre fertilizantes en prados de siega de forraje

Un grupo de investigadores del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León ha comenzado a publicar los resultados de un trabajo de treinta años de duración sobre la fertilización de prados de siega para la obtención de forraje de alimentación de vacas nodrizas durante la invernada. En ese tiempo, variaron las dosis de hidrógeno, potasio y fósforo en 64 parcelas del paraje de Las Salas, en el término municipal de Crémenes (norte de la provincia de León), con el fin de conocer qué porcentaje de estos elementos químicos son los idóneos para diferentes tipos de explotaciones ganaderas.

Pasto de experimentación en Crémenes.
Pasto de experimentación en Crémenes.

Los investigadores distribuyeron las 64 parcelas como si de un tablero de ajedrez se tratara. Cada casilla tenía un área aproximada de 24 metros cuadrados y cada una de ellas fue abonada con diferentes proporciones de nitrógeno, P2O5 y cloruro potásico. Las dosis variaban en cero, 60, 120 y 180 kilogramos de nitrógeno y potasio por hectárea, y cero, 80, 160 y 240 kilogramos por hectárea de fósforo. Los tres elementos se combinaban entre sí hasta cubrir el área total del prado utilizado para la investigación.

A continuación se establecieron ciclos de diez años y en ellos se variaron los ciclos de siegas. En el primer decenio entre 1978 y 1987 se realizaron dos siegas al año. En el segundo, entre 1988 y 1997, tres siegas. Finalmente, en el último decenio, entre 1998 y 2007, además de las tres siegas, se realizó una aportación fraccionada de nitrógeno en el momento de la fertilización del terreno. Las dos variaciones, la diferente combinación de los tres elementos básicos de los abonos y el número de ciclos de siega, permitieron a los investigadores alcanzar resultados significativos.

"Hay ganaderos que requieren de varias siegas al año para alimentar a su ganado, porque su vacuno produce leche y la hierba fresca es rica en nutrientes. Otros prefieren que el forraje esté un mayor periodo de tiempo en el campo y sólo utilizarlo en invierno, cuando el ganado regresa a los establos, ya que en primavera y verano pasta al aire libre. Éstos últimos suelen cebar sus reses para producir carne. En el primer caso, es necesario un mayor número de dosis de fósforo, ya que incrementa la calidad del pasto. En el segundo, dado que va a permanecer un mayor tiempo en el terreno agrícola, el pasto requiere además de fósforo, potasio y ciertas cantidades de nitrógeno", expone Ricardo García, biólogo del grupo de investigación de la Universidad de León de pastos y prados. En todo caso, "no son necesarios para los niveles de producción actuales niveles altos de fertilizantes".

Prados naturales y pardas de montaña

El trabajo se ha realizado íntegramente en forraje de pastos naturales, en los que se incluyen de quince a 45 especies vegetales diferentes, fundamentalmente del grupo de familias de las gramíneas y de las leguminosas. Este tipo de vegetación es la característica de la zona. Crémenes está ubicada en las postrimerías de la Cordillera Cantábrica, con un clima que corresponde a la transición del clima mediterráneo al atlántico. Generalmente, ésta es la alimentación de la raza de vacuno parda de montaña.

La Revista de la Sociedad Española para el Estudio de los Pastos ha publicado en sus últimos números resultados parciales de esta investigación, referida a una veintena de las 64 parcelas. Firmaron el texto Alfredo Calleja, coordinador del grupo, Manuel Rodríguez y Sonia Andrés, veterinarios, y Ricardo García, biólogo. El grupo pertenece tanto al grupo de excelencia Nutrición y Alimentación de Rumiantes, que coordina el doctor de la Facultad de Veterinaria Secundino López Fuente, como al Instituto de Ganadería de Montaña de León, un centro mixto del CSIC y de la Universidad de León.

Un trabajo inédito

Aunque la investigación ya es de por sí de larga duración, 30 años, tiene antecedentes algo más lejanos en el tiempo. El primer rector de la Universidad de León, Andrés Suárez, a su vez catedrático en la Facultad de Veterinaria, fue el primer investigador que realizó estudios sobre fertilización en la montaña de León. Entonces, a finales de los años 60, el aumento de población y de las subsiguientes necesidades alimentarias forzó a la ganadería a producir más litros de leche. Sin embargo, el suelo de las faldas de Cordillera Cantábrica es carente de fósforo. Requería de ser abonado con este elemento químico, y Suárez analizó qué porcentaje de P2O5 era el mejor para la productividad de forraje. El trabajo en la loma de Las Salas, en Crémenes, es su continuación. "En cierta medida, somos sus discípulos", indica García.

Ahora, este trabajo, inédito en España, abre nuevas líneas de investigación, según expone el biólogo del grupo investigador. "No sólo podemos estudiar la producción de pastos para obtener una mayor calidad, sino también una mayor diversidad y un control de la diversidad de las especies que se encuentran en ellos".

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
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