Cada año, nuevos enclaves naturales o culturales de gran valor pasan a formar parte de la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuando están amenazados pueden catalogarse como “en peligro”, dentro de una lista mucho más reducida y en la que podrían estar lugares como Doñana o la Gran Barrera de Coral, según una investigación publicada en Nature Sustainability.
Tienen un valor incalculable y son un motivo de orgullo para los ciudadanos y para cualquier gobierno. En todo el mundo, un total de 1.121 emplazamientos de 167 países forman parte de la exclusiva Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (también conocida como Patrimonio Mundial). Pueden ser enclaves naturales, culturales o una mezcla de ambos. Para poder formar parte de esta lista deben reunir una serie de criterios como ser de una belleza excepcional, referentes de procesos biológicos significativos o iconos culturales.
En España, 48 lugares repartidos por toda la geografía son Patrimonio de la Humanidad, como la Alhambra de Granada, el casco histórico de Toledo, el Parque Nacional de Garajonay (en la isla canaria de La Gomera) o el Parque Nacional de Doñana (en Andalucía).
Precisamente Doñana, que consiguió su lugar en la lista en 1994, es uno de los emplazamientos que, según una investigación publicada en la revista Nature Sustainability, debería estar incluido en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro. Esta otra clasificación de la UNESCO incluye 53 sitios amenazados por diferentes peligros, como pueden ser conflictos armados, desastres naturales, contaminación, caza furtiva o urbanismo descontrolado.
“El lugar español que no está en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro a pesar de las grandes amenazas y las repetidas propuestas es el Parque Nacional de Doñana”, recalca a SINC Tiffany H. Morrison, investigadora del Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral del Consejo de Investigación Australiano y autora principal del estudio.
Los científicos analizaron la evolución de esta clasificación y observaron que, desde el año 2000, su balance neto —la relación entre los lugares que se añaden y los que se extraen de la lista— está estancado, a pesar de que las amenazas, especialmente las relacionadas con el cambio climático, siguen en aumento. Para que un lugar sea catalogado como “en peligro” tiene que ser declarado como tal por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, que está formado por representantes de 21 Estados miembros, entre ellos España.
En ese caso, el Comité y el Gobierno del que forme parte el emplazamiento amenazado desarrollarán un programa de medidas de corrección y vigilarán su cumplimiento. El objetivo es que el enclave pueda salir de esa lista lo antes posible, según la UNESCO.
“La inclusión de un sitio en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro no debe considerarse como una sanción, sino como un sistema establecido para responder a las necesidades específicas de conservación de manera eficiente”, resalta el organismo.
Parque Nacional de Doñana. / Pixabay
Los autores estudiaron qué emplazamientos que no formaban parte de esta lista se encontraban amenazados y deberían ingresar en ella. Para ello, fijaron dos condiciones: que el nivel de amenazas registradas fuera superior a las de otros sitios ya certificados como “en peligro” y que hubiera alguna propuesta para formar parte de esta lista.
“Después verificamos estos resultados con datos de oenegés independientes, como por ejemplo el IUCN (la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y fuentes gubernamentales individuales”, explica Morrison. En total, seleccionaron 41 enclaves que nunca habían sido certificados como “en peligro”. De ellos, 27 habían sido propuestos por el Comité pero no habían llegado a ingresar en la lista.
Uno de estos 41 lugares es el Parque Nacional de Doñana, cuya gestión corresponde a la Junta de Andalucía desde julio de 2006, aunque es el Gobierno de España quien forma parte del Comité ante la UNESCO.
Teresa Gil, responsable del Programa de aguas continentales de WWF España, coordina las acciones de conservación en Doñana y estuvo en la última reunión de la UNESCO celebrada en Bakú (Azerbaiyán) en 2019. Gil subraya que desde WWF se ha propuesto en el Comité que Doñana se incluyera en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro.
Por su parte, el IUCN presenta informes sobre el estado de conservación de los sitios amenazados, incluidos los inscritos en la lista de “en peligro” o de los que se considera que deberían constar en esta. En el caso de Doñana, el organismo lo ha calificado en 2014 y en 2017 como “preocupación significativa” (la segunda valoración más grave de las cuatro posibles).
“El Parque Nacional de Doñana está amenazado por un número importante de problemas, el más grave es la reducción continua y a largo plazo de la cantidad y calidad del agua dentro de la propiedad”, destaca la organización.
Aunque sostiene que los gestores del parque están haciendo “un buen trabajo” en cuanto a la concienciación pública, la decisión de no dragar el río Guadalquivir (respaldada por el Tribunal Supremo) y el desarrollo del Plan Especial de ordenación de las zonas de regadío ubicadas al norte de la corona forestal de Doñana, el IUCN recuerda que el humedal sigue necesitando nuevas medidas para dejar de estar amenazado.
Desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico indican a SINC que “no existen motivos para la inclusión del bien [el Parque Nacional de Doñana] en la “Lista del Patrimonio Mundial en peligro”. Según estas mismas fuentes, los datos de seguimiento elaborados por el gestor del parque demuestran que este “conserva los valores que llevaron a incluir el sitio en la Lista del Patrimonio Mundial, cumpliendo los criterios y requisitos tanto en lo relativo a paisajes, como a hábitats y especies”.
Miguel Delibes de Castro conoce Doñana como la palma de su mano. El biólogo fue director de su Estación Biológica (CSIC) de 1988 a 1996. A su juicio, todos o casi todos los espacios protegidos del mundo están objetivamente en peligro y por eso se les protege, entre otras cosas.
“El calentamiento global, por ejemplo, es una amenaza para los arrecifes de coral, pero también para Doñana, cuyas marismas serán de los primeros sitios inundados en España por una subida del nivel del mar, como se espera”, afirma a SINC.
Sobre las reticencias de algunos países para incluir a sus enclaves como lugares “en peligro”, el investigador del CSIC coincide con algunas conclusiones del estudio. “Se ha establecido más o menos tácticamente que una declaración así es una crítica a la política de conservación de los países, por eso las administraciones se resisten a aceptarla”, mantiene.
Fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica subrayan que el Parque Nacional de Doñana mantiene buen estado general de conservación: “El Gobierno seguirá trabajado para mantener este reconocimiento internacional que supone formar parte de la Lista de Patrimonio de la Humanidad”.
Otro científico que conoce bien Doñana es el ecólogo holandés Marten Scheffer. En 2017 recibió el Premio Fronteras del Conocimiento de Ecología y Biología de la Conservación por demostrar que la acción humana expone a ecosistemas como la selva amazónica, el Ártico o las marismas de Doñana a un riesgo de colapso con los efectos potencialmente irreversibles para todo el planeta.
No le cabe duda de que el humedal debería incluirse en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro. En cuanto a las principales amenazas del parque, apunta dos: la extracción de las aguas subterráneas y el calentamiento global.
¿Estamos a tiempo de salvar Doñana? “Sí. Reduciendo la extracción de agua subterránea alrededor del parque podemos hacerlo mucho más resistente al cambio climático”, asegura el ecólogo de la Wageningen University & Research (Países Bajos).
Mapa de la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro. / UNESCO
La Gran Barrera de Coral es otro de los enclaves que, según la investigación, debería catalogarse como “en peligro”. Desde el departamento de Agricultura, Agua y Medioambiente del Gobierno australiano no comparten a día de hoy esta recomendación.
“Si bien la amenaza de inclusión de la Gran Barrera de Coral en la lista de “en peligro” era muy real a principios de la década de 2010, esta amenaza impulsó una reforma e inversión significativas por parte de los gobiernos de Australia y Queensland (en cuya costa se ubica el arrecife)”, señala a SINC un portavoz del departamento.
Según estas mismas fuentes, el Comité de la UNESCO decidió no incluir al enclave en 2015 en la lista de “en peligro” porque el gobierno australiano presentó el Reef 2050 Plan, un programa de recuperación y conservación que cuenta con un presupuesto de 2.700 millones de dólares.
Además, el mismo gobierno presentó un informe sobre el estado de conservación del arrecife el 1 de diciembre de 2019, tal y como solicitó la UNESCO. “Está previsto que el Comité del Patrimonio Mundial considere el estado de la Gran Barrera de Coral en su próxima reunión, pospuesta debido a la pandemia de COVID-19”, comenta el portavoz.
La actual crisis sanitaria ha provocado una caída drástica de los viajes internacionales, ya sea por motivos laborales o por turismo, pero cuando la situación se normalice, ¿cómo podría afectar a la afluencia de visitantes de estos lugares estar calificados como “en peligro”?
“No hay perjuicios significativos para el turismo ya que es raro que la inclusión en esta lista trascienda a la opinión pública”, mantiene Gil. De hecho, plantea el punto de vista contrario: que la degradación de los enclaves naturales reste interés y atractivo a los visitantes.
Aunque un turismo descontrolado sea una grave amenaza para estos enclaves, la falta de visitantes por su pérdida de biodiversidad y belleza sería un mazazo aún mayor para la economía de los países donde se encuentran estos tesoros naturales, sobre todo en el actual contexto de crisis económica.
Junto al calentamiento global y muy relacionado con este fenómeno, la creciente presencia de las especies invasoras también puede suponer una grave amenaza para un ecosistema protegido. “Pueden ser uno de los factores que lleven a un lugar Patrimonio de la Humanidad a estar en la lista de “en peligro”, lo que el IUCN llama ‘crítico’ o de ‘preocupación significativa’”, cuenta a SINC Ross Shackleton, investigador del Centro para el Desarrollo y el Medioambiente de la Universidad de Berna (Suiza).
El biólogo pone como ejemplo las islas Galápagos, donde las invasoras han llevado a calificar el enclave como “preocupación significativa”. De hecho, ya estuvieron dentro de la lista de “en peligro” de la UNESCO de 2007 a 2010 por estas especies, el turismo excesivo y la sobrepesca.
En este archipiélago las cabras compitieron con las legendarias tortugas gigantes por la misma comida, lo que afectó negativamente a estos reptiles. Aunque cada invasora tiene un impacto diferente, Shackleton recuerda que, en el caso de las islas, las ratas negras o los gatos han provocado la extinción de algunas aves marinas y pequeños mamíferos nativos, poniendo a otros en peligro crítico.
En una investigación publicada en Biodiversity and Conservation, el experto y su equipo descubrieron que casi 300 especies exóticas invasoras eran una amenaza para más de la mitad de todos los espacios incluidos en la Lista de Patrimonio de la Humanidad.
“La presencia de estas especies está bien monitorizada en algunos lugares, pero en otros no, y eso es un problema importante”, advierte el experto. Los autores han diseñado una herramienta para recopilar información de estas especies, sus impactos, predicción de amenazas y necesidades, y ya la han probado en siete de estos lugares.