La colada de lava avanza hacia el mar y a su paso ya ha destruido más de 350 inmuebles desde el pasado domingo. Más de 6.000 personas han tenido que ser evacuadas de sus hogares en una isla que, como el resto del archipiélago, ya ha experimentado otras erupciones. Pero ¿por qué ahora en La Palma?
Cuando los vulcanólogos que vigilaban el peligroso volcán Fuego de Colima, en México, preguntaron a los campesinos del área qué era lo que más temían del volcán, se encontraron con una respuesta inesperada: “Son los científicos, el mayor peligro…”. Era el resultado de varias evacuaciones que habían acabado en falsas alarmas.
Y es que vivir sobre un volcán no es sencillo. El suelo es fértil porque las rocas volcánicas son ricas en calcio, hierro y magnesio, y liberan estos nutrientes al descomponerse. Pero el precio a pagar es alto: vivir siempre expuesto a una huida precipitada del fuego del interior de la Tierra, y ello si el volcán tiene a bien avisar educadamente.
En muchos casos (la isla de La Palma es uno de ellos) las erupciones tienen intervalos eruptivos relativamente cortos, de forma que la memoria de las crisis anteriores sirve de guía de comportamiento. Muchos palmeros vivieron la corta e inofensiva erupción del Teneguía en 1971; los muy ancianos pueden tener memoria de la del San Juan en 1949. Los registros históricos apuntan otras en 1712, 1677, 1646, 1585 y, quizás, 1492. Un ritmo tranquilo, una erupción cada 70 años.
Todas ellas se han producido en el sur de la isla, la zona denominada Cumbre Vieja, que es, sin embargo, su parte más reciente. Cumbre Vieja es lo que los vulcanólogos denominan un edificio volcánico, una gran construcción rocosa formada por sucesivas erupciones relacionadas entre sí, cada una de las cuales dejó como huella un cono volcánico. El edificio Cumbre Vieja ha aprovechado una gran fractura norte-sur que recorre la parte meridional de la isla.
Mapa volcánico de La Palma
Tienen dos buenas razones para ello. La primera es muy evidente: la misma por la que el fuego de un hogar requiere una chimenea. Hay que tener en cuenta que una roca, al fundirse para convertirse en magma, aumenta su volumen y disminuye su densidad, con lo que tiende a ascender. Las fracturas (fallas, en el argot geológico) facilitan esa subida.
Tanto El Hierro como Tenerife y Lanzarote han sufrido también erupciones históricas. Entonces, ¿por qué en La Palma y no en otra isla?
La segunda es que las fallas hacen disminuir la presión en las zonas profundas (igual que sucede al pinchar un globo), y esta descompresión facilita el aumento de volumen, y con ello la producción de magma. En Vulcanología se llaman edificios fisurales a los que, como Cumbre Vieja, aprovechan fracturas. El edificio fisural más famoso del mundo es el Hekla, en Islandia, que comparte con el Cumbre Vieja su planta alargada y su perfil en tejado a dos aguas.
Dicho todo esto, afrontemos una pregunta más general: ¿Por qué esta erupción se ha producido aquí y ahora? ¿Puede considerarse una sorpresa? Tanto El Hierro como Tenerife y Lanzarote han sufrido también erupciones históricas. Entonces, ¿por qué en La Palma y no en otra isla?
La respuesta a estas preguntas no es sencilla, porque afecta a las ideas sobre el origen del archipiélago canario, un debate inacabado. Para algunos científicos, las Canarias son la punta del iceberg de un gran penacho de roca caliente que sube de las profundidades del planeta, y que en este momento llega a la superficie en la zona occidental del archipiélago, bajo El Hierro y La Palma.
Pero esa idea deja sin explicar el vulcanismo histórico de las Canarias centrales (Tenerife) y orientales (Lanzarote). Otra escuela propone, por el contrario, que las Canarias están situadas sobre fracturas (como si en conjunto fuesen un enorme edificio fisural) y que el magma surge en las zonas en que las fracturas se distienden, rebajando la presión en profundidad. Esta teoría enlaza las islas con las fallas y volcanes del norte de África, pero tampoco es una teoría perfecta: no explica, por ejemplo, porqué hay islas, como La Gomera, inactivas desde hace millones de años.
Sea cual sea el origen del archipiélago, lo que es indiscutible es que bajo el edificio Cumbre Vieja hay instalada una cámara magmática nutrida desde un depósito magmático profundo. Debemos imaginar esta cámara como una mezcla turbulenta de magma y de roca parcialmente fundida, agitada por un movimiento semejante al que anima las lámparas de lava.
Sus partes más altas contienen muchos gases, y por tanto son las menos densas y con mayor tendencia al ascenso. Hace unas semanas, estos gases encontraron una fractura en buen estado y se introdujeron forzadamente por ella, rompiendo la roca y arrastrando tras de sí al resto de los materiales de la cámara. Ahí comenzaron el hinchamiento del terreno y los movimientos sísmicos que pusieron en alerta a la población y a los científicos.
Una última pregunta que podría hacerse el profano. Toda esa lava que sale, ¿deja un vacío en profundidad? ¿O se rellena este de alguna manera? Es una pregunta inteligente, que las Ciencias de la Tierra solo han podido responder en el último medio siglo. En muchas regiones del globo, el fondo de los océanos se sumerge hasta el mismo núcleo del planeta (¡casi 3000 km!).
Este ingreso en profundidad es compensado por el ascenso de material caliente (el núcleo está a unos 5.000 ºC) que alimenta los volcanes terrestres. Así que cuando vemos la lava surgir en esos bellos surtidores, tenemos que recordar que en otros puntos del planeta este ascenso es compensado por una lenta pero constante zambullida de rocas hacia las profundidades.
Como en una lámpara de lava.
Lámpara de lava
Francisco Anguita es geólogo y profesor jubilado de la Facultad de Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid.