Los tratamientos actuales contra la esclerosis múltiple pueden causar una supresión inmunitaria y efectos secundarios, como un mayor riesgo de infecciones. Un nuevo estudio en ratones muestra cómo una vacuna de ARN mensajero, como las que se utilizan para la covid-19, retrasó la aparición y redujo la gravedad de la enfermedad.
La esclerosis múltiple es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central. En ella, el sistema inmunitario ataca la vaina protectora (mielina) que recubre las fibras nerviosas y causa problemas de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Con el tiempo, la patología puede causar el deterioro o daño permanente de los nervios.
Aunque algunos tratamientos ayudan a acelerar la recuperación de los ataques, cambiar el curso de la enfermedad y controlar los síntomas, también pueden causar una supresión inmunitaria y numerosos efectos secundarios, como un mayor riesgo de infecciones.
En las últimas décadas, los expertos han estudiado varios enfoques, incluida la administración de antígenos autoinmunes mediante el uso de ADN, péptidos sintéticos, proteínas recombinantes, nanopartículas recubiertas o terapias celulares inmunomoduladoras. Sin embargo, los resultados han sido negativos o poco concluyentes en seres humanos.
Ahora, investigadores de BioNTech y la Universidad Johannes Gutenberg (Mainz, Alemania) han diseñado una vacuna de ARN mensajero (ARNm) –como las creadas por la empresa alemana para la covid-19– que retrasa el inicio y reduce la gravedad de una enfermedad similar a la esclerosis múltiple en ratones.
Los resultados preclínicos de la vacuna muestran que esta restaura la tolerancia del cuerpo a sus propias proteínas, suprimiendo la característica hiperreactividad inmunitaria que posee la enfermedad y que es el principal objetivo de las terapias contra las patologías autoinmunes. Para los autores, esto supone una mejora con respecto a otros métodos de tratamiento.
Según se explica en el artículo publicado en la revista Science, esta estrategia consiste en una nanopartícula lipídica, empaquetada con ARNm modificado y purificado, que codifica los autoantígenos relacionados con la enfermedad. Normalmente estos son los desencadenantes de la respuesta autoinmunitaria.
En sus experimentos en roedores con encefalomielitis autoinmune (un modelo animal para la esclerosis múltiple humana), los científicos descubrieron que la vacuna pudo prevenir la enfermedad sintomática o, en los ratones con la patología en fase temprana, disminuyó su progresión y restauró las funciones motoras.
Así, se redujo considerablemente la infiltración de células efectoras proinflamatorias T (Teff) en el cerebro y la médula espinal y la desmielinización de esta. Estos efectos se lograron mediante el desarrollo de células T reguladoras supresoras de enfermedad (Treg) dirigidas contra el antígeno codificado por la vacuna de ARNm.
Además, el candidato a la vacuna preclínica no suprimió las respuestas inmunitarias funcionales contra otros antígenos no relacionados con la mielina (por ejemplo, los de la vacuna contra la gripe), con lo que se soluciona uno de los principales problemas de este tipo de tratamiento: la inducción de una supresión inmunitaria inespecífica.
Los autores subrayan el potencial de los tratamientos con ARNm para abordar enfermedades autoinmunitarias muy complejas y poco frecuentes. “La capacidad de producir rápidamente vacunas de ARNm que contengan el código de los antígenos propios de un individuo podría suponer una vía para crear terapias personalizadas en las patologías autoinmunes”, concluyen.
Referencia:
Christina Krienke et al.: A noninflammatory mRNA vaccine for treatment of experimental autoimmune encephalomyelitis. Science 2021: Vol. 371, Issue 6525, pp. 145-153 DOI: 10.1126/science.aay3638