Un grupo de investigadores ha conseguido que los monos que no pueden apreciar los colores sean capaces de ver colores muy intensos. El trabajo, publicado hoy en la versión on line de la revista Nature, muestra el potencial de la terapia génica para curar los trastornos de visión en especies animales adultas.
Añadir nueva información sensorial al cerebro, como receptores visuales a diferentes longitudes de onda, sólo podría ser posible en los primeros años de vida, cuando este órgano todavía conserva un alto nivel de plasticidad. Sin embargo, el grupo de investigación que dirige Jay Neitz en la Universidad de Washington (EE UU) ha demostrado que, en el caso de la distinción de colores, esto no es cierto.
Su nuevo estudio, publicado hoy en la versión on line de Nature, ha comprobado que los monos ardilla machos, que no distinguen los colores rojo y verde, han sido capaces de apreciarlos tras utilizar una nueva técnica. Para ello, los investigadores introdujeron unos genes que se encuentran sólo en las hembras de esta especie, en las células fotorreceptoras de la retina.
“Estos hallazgos indican que el cerebro puede ser capaz de reconectarse completamente con nueva información, incluso cuando se ha superado el periodo crítico de plasticidad y desarrollo”, concluyen los autores.
“Aunque todavía falta mucho para ello, esto podría suponer una oportunidad para restaurar ciertas funciones del ojo”, avanza Neitz.
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Referencia bibliográfica:
Katherine Mancuso, William W. Hauswirth, Qiuhong Li, Thomas B. Connor, James A. Kuchenbecker, Matthew C. Mauck, Jay Neitz y Maureen Neitz. “Gene therapy for red green colour blindness in adult primates”. Nature, septiembre de 2009.
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