Expertos del centro Cochrane Iberoamericano han detectado importantes limitaciones en los estudios científicos sobre el uso terapéutico del ozono en pacientes con covid-19, por lo que no se pueden sacar conclusiones respecto a su seguridad ni a posibles beneficios. En consecuencia, no recomiendan emplear esta sustancia en la práctica clínica habitual.
El tratamiento con ozono que han recibido dos pacientes con covid-19 hospitalizados en España, uno en Vila-real (Castellón) y otro en Barcelona, ha suscitado demandas judiciales y el rechazo de los profesionales sanitarios.
El propio Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) ha informado recientemente que los estudios disponibles no cuentan con rigor metodológico suficiente como para concluir ni avalar los beneficios médicos de esta terapia frente a la covid grave.
Ahora, a petición del Colegio de Médicos de Barcelona, expertos del centro Cochrane Iberoamericano –integrado en el Servicio de Epidemiología Clínica y Salud Pública del Hospital de Sant Pau (Barcelona)– han revisado las evidencias científicas sobre la eficacia y seguridad de la ozonoterapia frente a la covid-19, y los resultados de su documento de síntesis coinciden.
“Las importantes limitaciones observadas en el conjunto de los estudios identificados en esta revisión no permiten concluir ningún tipo de beneficio clínico del tratamiento con ozono en pacientes con la covid-19, ni tampoco hacer ninguna afirmación sobre su seguridad”, apuntan los autores.
“En consecuencia –subrayan–, no es recomendable su uso en la práctica clínica habitual. Más bien, su uso debería quedar restringido al contexto de estudios clínicos bien diseñados y rigurosos que ayuden a establecer tanto sus eventuales efectos beneficiosos como los potenciales riesgos de forma adecuada”.
La revisión ha consistido en un repaso rápido de la literatura científica a fecha de 27 de agosto de 2021, identificando recomendaciones en las principales guías internacionales para el tratamiento de la covid-19 (como las de la OMS o los Institutos Nacionales de Salud de EE UU), revisiones sistemáticas –destacando una del Instituto de Salud Carlos III– e informes de tecnologías sanitarias, además de los principales estudios clínicos.
En la actualidad se dispone de resultados de dos ensayos clínicos, uno en un centro de la India y otro en varios de Italia, pero estos muestran diferentes limitaciones en su diseño y ejecución. Además, según los autores, “ofrecen resultados muy poco precisos sobre su relevancia clínica y los posibles daños derivados de la terapia, motivos por los que la evidencia disponible al respecto es muy incierta para apoyar el uso de este tratamiento”.
La revisión crítica de Cochrane también ha detectado en los diversos estudios analizados una calidad “muy baja” de evidencia científica a la hora de informar sobre aspectos como la conversión viral de positiva a negativa, los indicadores de progresión y mejora clínica, la mortalidad o la aparición de eventos adversos.
El informe concluye que, aunque exista numerosa literatura sobre los efectos biológicos que tiene el ozono, por ejemplo en enfermedades víricas y pulmonares, hasta ahora son muy pocos los que evalúan directamente cómo afecta a los resultados clínicos en pacientes con covid-19.
Como recuerda la CGCOM, en la Unión Europea, este gas (03, una molécula formada por tres átomos de oxígeno) no está considerado un producto sanitario, y en España la ‘ozonoterapia’ tampoco está autorizada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
En el caso de nuestro país, su uso solo podría producirse en el contexto de una autorización de comercialización o de un ensayo clínico autorizado por la propia AEMPS.