La proteína beta-amiloide, el principal componente de las placas encontradas en los cerebros de los pacientes de alzhéimer, podría constituir la primera línea de defensa del cuerpo contra la infección. Un estudio, publicado hoy en la revista PLoS One, revela cómo entender el funcionamiento normal de esta proteína podría propiciar estrategias terapéuticas preventivas.
Un equipo dirigido por investigadores del Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas del Hospital General de Massachusetts (MGH-MIND) en EE UU afirma que la proteína beta-amiloide forma parte del sistema inmunitario innato. Este péptido antimicrobiano, que ofrece protección contra una gran variedad de patógenos, podría desempeñar un importante papel en la lucha contra las infecciones del cerebro.
“Durante años hemos pensado que la beta-amiloide eran sólo residuos metabólicos producidos como consecuencia de otros procesos dentro del cerebro, pero estos datos sugieren que es un componente normal del sistema inmunitario innato del cerebro", explica Rudolph Tanzi, director de la Unidad de Genética y Envejecimiento del MGH-MIND y coautor principal del trabajo, publicado hoy en la revista PLoS One.
Después de que los investigadores descubrieran varias similitudes físicas, químicas y biológicas entre la beta-amiloide y los péptidos antimicrobianos (en particular una proteína humana llamada LL-37), decidieron comprobar su posible conexión.
“Parece ser que los factores que desencadenan la hiperactividad del sistema inmunitario innato, no solamente infecciones sino también traumatismos craneoencefálicos y apoplejías (que es ya sabido que aumentan el riesgo de padecer alzhéimer), podrían causar una deposición excesiva de beta-amiloide", indica Tanzi.
Además, los autores analizaron si la misma actividad antimicrobiana podría producirse por la beta-amiloide asociada con la enfermedad de Alzheimer y observaron una actividad significativa en muestras de tejido del lóbulo temporal en pacientes de alzhéimer, pero no en los controles.
Los investigadores concluyen que la activación crónica del sistema inmunitario innato como respuesta a las infecciones, tanto persistentes como transitorias, del sistema nervioso central podría desencadenar una producción excesiva y una acumulación de proteína beta-amiloide.
“Necesitamos averiguar qué es lo que desencadena el sistema inmunitario innato, en particular a medida que envejecemos, y qué genes controlan el papel de la beta-amiloide en la respuesta innata”, afirma Robert Moir, el otro coautor del estudio. “Si logramos identificar qué patógenos desencadenan la agregación de esta proteína, podríamos evitar o controlar esa respuesta”.
La proteína del olvido
La proteína beta-amiloide es tóxica para las neuronas, y se cree que la acumulación de proteínas en forma de placas en los cerebros de los pacientes de alzhéimer produce la neurodegeneración que caracteriza a esta enfermedad. La proteína se genera cuando la molécula más grande de la que procede, llamada proteína precursora amiloidea, se parte por acción de las enzimas.
Se pueden generar diferentes tipos de beta-amiloide por las enzimas. Las más comunes son las formas beta-amiloide 40 y beta-amiloide 42, particularmente propensas a agregarse a las placas tóxicas. Aunque se sabe que la beta-amiloide fomenta la inflamación, la actividad biológica de la proteína se ha considerado puramente secundaria y exclusivamente patogénica.