Científicos británicos están desarrollando, en el fondo marino próximo a la costa atlántica de las Islas Órcadas (Reino Unido), la instalación de una nueva y gran máquina llamada Oyster, diseñada para aprovechar la energía de las olas oceánicas y convertirla en electricidad “verde”. En otoño de 2009, se harán los primeros ensayos para probar si esta tecnología puede ser una fuente comercial de energía renovable, y si se puede utilizar en las zonas costeras de todo el mundo.
A diferencia de otros muchos mecanismos de aprovechamiento de la energía de las olas, el Oyster utiliza tecnología hidráulica para transferir la energía del oleaje a la costa, donde se transforma en electricidad. Según Ronan Doherty, director técnico del equipo que ha desarrollado el prototipo de Oyster, un aspecto clave de su diseño es un oscilador de 18 metros de ancho, que utiliza tanques de olas y basado en investigaciones realizadas en la Universidad Queen’s de Belfast (Reino Unido) bajo la dirección de Trevor Whittaker.
Este oscilador está unido a unos pistones y, cuando se activa por la acción del oleaje, bombea agua a alta presión hasta la costa a través de una tubería submarina. Ya en tierra, unos generadores hidroeléctricos convencionales convierten esta agua a alta presión en energía eléctrica.
“Todo el campo de la generación de electricidad a partir de la energía undimotriz es pionero”, explica Doherty. Sin embargo, “la tecnología del Oyster es realmente innovadora, porque se basa en la simplicidad. El componente que está situado en el mar (un alerón de alta fiabilidad con una mínima parte de piezas móviles sumergidas) es la clave de su éxito cuando funciona en zonas marinas con condiciones climatológicas adversas, en las que el mantenimiento puede resultar muy difícil. No tiene generador, electrónica de potencia o cajas de engranajes submarinos que puedan estropearse. Todo el complejo equipo de generación de energía eléctrica es perfectamente accesible en tierra”, añade el investigador.
Diseñado a medida
El Oyster está diseñado para instalarse en aguas cercanas a la costa, a una profundidad de entre 12 y 16 metros, para aprovechar la zona marina más consistente y una propagación direccional más estrecha del oleaje. La altura y la carga de las olas son más reducidas para aumentar su vida útil, y permite un alto porcentaje de producción media anual y una distribución constante de la energía. Cualquier excedente energético rebasa la parte superior del alerón, ya que su capacidad de rotación le permite zambullirse literalmente bajo las olas.
Según los científicos, los riesgos ambientales asociados a este dispositivo son mínimos, ya que utiliza sólo agua y su fluido hidráulico en vez de petróleo. Además, en el proceso no interviene ninguna sustancia tóxica, y su funcionamiento es silencioso. Según las cifras que maneja el Carbon Trust, el ahorro anual de carbono de cada máquina puede llegar a las 500 toneladas.
Aunque se encuentra en una etapa temprana de su desarrollo, el concepto del Oyster tiene amplias posibilidades de uso en muchos lugares del mundo. “Nuestro modelo informático de los litorales más adecuados para la aplicación de esta tecnología indica que en Europa son candidatos idóneos España, Portugal, Irlanda y el Reino Unido. Pero a escala mundial hay un enorme campo de acción en áreas como la costa noroeste de EE UU y el litoral de Sudáfrica, Australia y Chile. Estimamos que el mercado potencial puede superar los 50.000 millones de libras”, concluye Doherty.