La Universidad de La Rioja ha editado el libro Adolescentes, ocio y consumo de alcohol, fruto del proyecto de investigación sobre el consumo de alcohol entre los adolescentes riojanos desarrollado desde 2004, y financiado por el Ministerio del Interior a través del Plan Nacional de Drogas.
Acaba de ser presentado Adolescentes, ocio y consumo de alcohol, un estudio monográfico sobre la construcción social de los adolescentes, el descubrimiento de las relaciones familiares y de amistad, y su importancia en el desarrollo de la personalidad adolescente.
El autor de esta obra, Joaquín Giró, profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja (UR), dedica especial atención al fenómeno mediático del botellón dentro de los hábitos de ocio de los adolescentes ahondando en cuestiones más subjetivas y de corte psicosocial como las actitudes hacia el alcohol, las razones para el consumo o la percepción subjetiva de los riesgos de la bebida.
El libro es fruto del proyecto ‘El consumo de alcohol entre los adolescentes riojanos’, del Grupo de Investigación ‘Enclavesocial’ de la UR, y ha sido financiado por el Ministerio del Interior a través del Plan Nacional de Drogas y la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Las premisas del estudio, llevado a cabo desde el año 2004, son las cifras de alta prevalencia del consumo de alcohol, frecuente, continuado (indicador de fidelización) y elevado (indicador de borracheras) entre la población adolescente y joven. La Rioja, además, ha hecho de la producción del vino y su consumo una de sus señas de identidad.
El libro ‘Adolescentes, ocio y consumo de alcohol’ está dividido en nueve partes que van desde los métodos y técnicas de investigación utilizados en el abordaje de la realidad adolescente; pasando por una reflexión sobre la construcción social de los adolescentes; continuando con el descubrimiento de las relaciones familiares y de amistad actuales, y su importancia en el desarrollo de la personalidad; para terminar con la ocupación del tiempo, principalmente el de ocio.
La obra también aborda las salidas de marcha y el consumo de alcohol, haciendo especial incidencia en el fenómeno mediático del botellón. El último capítulo se dedica a exponer detalladamente los principales motivos y percepciones considerados acerca del consumo de alcohol; así como una tipología de los adolescentes, construida alrededor de una serie de factores y variables que determinan los consumos de alcohol.
Pautas de comportamiento de los adolescentes riojanos, en cifras
Un 87,8% de los adolescentes que sale por las noches lo hace los fines de semana y días festivos. Residualmente, un 11,3% sale, además de los fines de semana, los días laborables. Si atendemos a las diferencias de género, el 83,8 % de los chicos y el 91,7% de las chicas salen únicamente los fines de semana y días festivos.
El 100% de los adolescentes que salen entre semana y casi todos los adolescentes que salen los fines de semana han consumido en alguna ocasión bebidas alcohólicas, mientras que un 15% de los que salen sólo fines de semana y festivos no han consumido nunca bebidas alcohólicas. Casi el 60% de los adolescentes que sale por las noches, lo hace todos los fines de semana, mientras que el 5% sale menos de un fin de semana al mes.
En cuanto a consumo de alcohol y su relación con las salidas de fin de semana, hay una dependencia entre las dos variables, pudiendo concluir que a medida que aumenta la frecuencia de las salidas, aumenta el porcentaje de adolescentes que dice haber consumido en algún momento alguna bebida alcohólica.
Los lugares de marcha, de reunión y de consumo de alcohol de los adolescentes evidencian costumbres distintas entre los sujetos residentes en la capital de provincia o fuera de ella. En las zonas rurales los grupos de amigos cuentan con los llamados “cuartos” o “chamizos” como espacio principal para encontrar y estar con los amigos, independientemente de la edad y el sexo. Sin embargo entre los grupos de amigos residentes en la capital esta costumbre sólo aparece, y no significativamente, en las fiestas de San Mateo (septiembre).
A medida que disminuye el tamaño del municipio de residencia aumentan las frecuencias de salidas nocturnas fuera del municipio. En los municipios más pequeños (menos de 500 habitantes) el 83% de los adolescentes salen por las noches y se dirigen a otra localidad, y un 50% lo hacen siempre, es decir, han adquirido la costumbre de desplazarse de su pequeña localidad a otras con el fin de divertirse. En Logroño, municipio de más de cien mil habitantes, el porcentaje de adolescentes que salen en alguna ocasión fuera de la ciudad se reduce al 39%. Son, por tanto, los adolescentes más afortunados, pues encuentran los principales motivos para salir en su propio entorno.
Más de la mitad de los adolescentes (el 63,3%), regresa a sus casas andando, teniendo en cuenta que las distancias en la ciudad de Logroño no son excesivas y los desplazamientos a pie desde los lugares de reunión de los adolescentes hasta sus domicilios familiares no suponen grandes recorridos. También son numerosos los adolescentes que utilizan los coches de sus amigos (32,6%), generalmente los que se desplazan a otras localidades; y, sin embargo (seguramente por la edad), muy pocos son los que regresan conduciendo un vehículo. Igualmente llama poderosamente la atención el considerable número de adolescentes que regresan con sus padres, así como los que utilizan el transporte público y los taxis.
Las cuadrillas de adolescentes son por lo general muy numerosas. El 68,8% de las cuadrillas de adolescentes las componen entre seis y quince personas. Como media están compuestas por once personas, y el valor que más se repite (la moda) es ocho. Las cuadrillas de adolescentes son principalmente de carácter mixto (52,6%), más que cuadrillas de adolescentes del mismo sexo (47,4%). Generalmente son del mismo sexo las cuadrillas de iniciación a la adolescencia (12-14 años), pasan a ser de carácter más bien mixto (50,3%) entre los adolescentes de quince a diecisiete años, y son definitivamente de carácter mixto (67%) las cuadrillas de adolescentes en tránsito a la juventud (18-19 años).
La actividad estrella cuando se sale con los amigos por la noche (casi el 60% de los adolescentes riojanos), es ir de bares y pubs. Ir a tomar algo por ahí es la expresión más usual cuando se pregunta a un adolescente, pero ir a tomar algo es principalmente ir a beber e ir en compañía de amigos y/o pareja. La otra actividad que mueve a casi la mitad (45,5%) de los adolescentes en las noches de los fines de semana es ir de cena con los amigos. Un número menos numeroso pero igualmente importante (entre el 25% y el 31%) frecuentan discotecas, chamizos, van a fiestas o de botellón, donde posiblemente ejercitan las dos actividades estrella antedichas, tomar algo, beber y cenar, aunque también escuchar música, bailar, hablar, reír, y como siempre con los amigos y/o la pareja. Menos habitual, pero también reseñable, es ir a casa de los amigos, acudir a conciertos, ir al cine o pasear (11% al 17%).
Más de la mitad de los adolescentes que consumen alcohol los fines de semana (el 50,2%) afirman que consumen alcohol entre tres y cuatro fines de semana al mes. Este tipo de consumo se identifica como habitual. El 39,4% consumen alcohol entre uno y dos fines de semana al mes, lo que indicaría un consumo frecuente de este porcentaje de población. Finalmente, el 10,4% consumen alcohol menos de un fin de semana al mes, por lo que se puede afirmar que mantienen un consumo esporádico.
Es preciso diferenciar al consumidor según su sexo, ya que las unidades de bebida alcohólica (UBES) son diferentes entre los chicos y las chicas. Para ello, usaremos la siguiente relación:
· Abstemio: 0 UBEStanto en chicos como en chicas
· Consumo ligero: 1-2 UBES tanto para chicos como para chicas
· Consumo moderado: 3-6 UBES para chicos y 3-4 ubes para chicas
· Consumo alto o elevado: 7-8 UBES para chicos y 5-6 ubes para chicas
· Consumo excesivo: 9-12 UBES para chicos y 7-8 ubes para chicas
· Consumo de gran riesgo: + de 13 UBES chicos y + de 8 ubes chicas
Más de la mitad de los adolescentes varones (52%) declaran que su consumo es ligero y moderado. A estos habría que sumar ese 4,8% que se declara abstemio en sus salidas de marcha. En el otro extremo están el 43% con consumos altos, excesivos y de gran riesgo (el 9,6% alto consumo; el 15,2% consumo excesivo y el 18,4% mantiene un consumo de gran riesgo). Por su parte, las adolescentes son más consumidoras que sus homónimos varones, pues sólo el 35,7% realizan un consumo ligero (16,5%) o moderado (15,7%), e incluso es menor el porcentaje de abstemias (el 3,5%). Consecuentemente el 14,8% mantiene un consumo alto de alcohol en sus salidas de marcha, el 21,8% declara un consumo excesivo y el 27,9% mantiene un consumo de gran riesgo.
Si bien las intoxicaciones etílicas no son una consecuencia muy repetida entre los efectos por abuso en el consumo de alcohol, las borracheras parecen estar a la orden del día, pues el 39,4% de los adolescentes han tenido una borrachera al año; el 30,3% dos borracheras; el 13,1% tres; el 9,1% cuatro y el 4% hasta cinco. Toda una marca que acompaña al consumo abusivo del alcohol.
Si los jóvenes ocupan los fines de semana calles y plazas modificando el entorno con sus demandas y necesidades (básicamente locales para beber, charlar, oír música y bailar), los adolescentes han propiciado este modelo, trasladando la ocupación del espacio público a parques y jardines, donde los bancos y el botellón forma parte del paisaje modificado que responde a sus demandas. También de estos espacios, aunque puntualmente los sábados, han sido expulsados las generaciones de adultos. El botellón es un instrumento reivindicativo de espacio propio para un grupo de personas dependientes, que sólo puede insertarse en condiciones de igualdad en el espacio joven a través del consumo de alcohol, en espacios públicos determinados como propios.