Un equipo internacional de científicos, con participación española, confirma que el hongo causante de la quitridiomicosis llegó a Mallorca a través de un programa de reintroducción de anfibios amenazados criados en cautividad en Inglaterra, y “aparentemente” sanos. En la actualidad, cuatro poblaciones están afectadas en la isla pero sólo una ha desarrollado la enfermedad provocando, hasta ahora, la muerte de la décima parte de los sapos parteros baleares.
La investigación, que se publica hoy en Current Biology, revela que los sapos parteros (Alytes muletensis), también conocidos como “Ferreret” en Mallorca, se infectaron por el hongo Betrachochytrium dendrobatidis procedente de anfibios sudafricanos (Xenopus gili) de un programa de cautividad elaborado en Inglaterra.
“Las dos especies (Xenopus gili y Alytes muletensis) se infectaron mutuamente cuando estaban en cautividad a través del agua contaminada, ya que el hongo es acuático y altamente infeccioso, y sabemos que hay altos niveles de infecciones por quitridiomicosis en la especie africana”, explica a SINC la investigadora principal Susan Walker, del Imperial College de Londres.
El hongo, que vive en el agua y sobre la piel de los anfibios huésped como ranas, sapos, salamandras y tritones, ha causado la extinción de poblaciones de anfibios en Europa. En general, la enfermedad se ha encontrado en 87 países y ha conducido al rápido descenso en áreas como Australia y Centro América, empujando a ciertas especies a la extinción.
“El hongo crea unas bolsas que esparcen sus esporas al reproducirse. No se sabe muy bien si los anfibios mueren por alguna sustancia tóxica o por la rotura de su piel que se seca al perder agua por las perforaciones que provoca el hongo”, destaca a SINC Juan Antonio Oliver Valls, de la Consejería de Medio Ambiente de Palma de Mallorca, que, junto al Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), también ha participado en el estudio.
La enfermedad ha afectado, en concreto, a cuatro poblaciones de sapos parteros baleares de las más de 30 que existen en Mallorca. Sólo una de ellas ha desarrollado la infección, pero ya ha provocado la disminución de una décima parte de la población. “Las demás localidades son positivas aunque no se han observado cambios en el número de animales”, apunta Oliver.
La investigación sugiere que existen factores desconocidos que están evitando la extinción de estas poblaciones, aunque, según Walker, “sea difícil cuantificar el porcentaje de supervivencia de los sapos afectados”.
La temperatura, un posible factor
Los investigadores señalan que la enfermedad está ligada a las temperaturas. Indican que a partir de 27 ó 28ºC, el hongo muere y los animales se limpian de forma natural. “El hongo crece con una temperatura baja, por debajo de los 20ºC, y las lagunas mallorquinas pueden alcanzar una temperatura mayor, por lo que puede que el crecimiento del patógeno se ralentice”, subraya la investigadora inglesa.
Otros factores que pueden proteger a los anfibios del hongo es su efectiva respuesta inmunológica que, en la actualidad, se está estudiando en laboratorio. Susan Walker cree también que “la variedad de Betrachochytrium dendrobatidis que se ha introducido en la isla no es virulenta, o ha evolucionado con menos virulencia debido a las condiciones medioambientales únicas de las islas”.
A pesar de la presencia del hongo, las localidades de sapos parteros baleares han mejorado su situación ya que, en los últimos doce años, se ha triplicado el número de animales siendo casi la mitad de introducción reciente. “El año pasado hubo el máximo histórico en el recuento”, anotan desde la Consejería de Medio Ambiente de Palma de Mallorca.
La reintroducción de especies, un riesgo
El estudio demuestra el riesgo de la reintroducción de especies en su estado salvaje y subraya la necesidad de asegurar que los animales criados en cautividad no se infecten con patógenos de otras especies.
“Para prevenir futuras infecciones, los sapos y los estanques ya afectados necesitan ser tratados con drogas antifúngicas. Hemos desarrollado un tratamiento que cura al 100% las infecciones, por lo que un tratamiento en cautividad es ahora posible, aunque la cura de su hábitat sea más complejo”, afirma Walker.
En las zonas afectadas de Mallorca existe una normativa autonómica que prohíbe el paso a excursionistas para evitar que otras áreas se infecten. Además, el control mundial de la enfermedad se ha incorporado en los planes de conservación de los anfibios. El hongo se ha añadido también a una lista de enfermedades “que necesitan estar en cuarentena”, según la Organización Mundial para la Salud Animal.
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Referencia bibliográfica:
Fisher et al.: “Invasive pathogens threaten species recovery programs” Current Biology Vol 18 No 18, Septiembre 23, 2008.
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