Ciertos contaminantes químicos acumulados en el organismo humano, incluyendo plaguicidas y compuestos químicos industriales, están relacionados con un incremento del daño oxidativo en el tejido graso. Así concluye una investigación liderada por científicos españoles que, tras 10 años de seguimiento, observaron que tener una mayor exposición a dos plaguicidas organoclorados se asociaba con un mayor riesgo de síndrome metabólico.
El estrés oxidativo es un desequilibrio que tiene lugar en las células cuando aumentan los radicales libres o disminuyen los antioxidantes, lo que puede provocar daños en los tejidos que se traduzcan en el desarrollo de enfermedades a largo plazo. Hay factores reconocidos que incrementan el estrés oxidativo, como el consumo de tabaco, las radiaciones o la exposición excesiva a radiación solar, así como formas de disminuirlo, como consumir antioxidantes o realizar ejercicio físico moderado.
En un estudio coordinado por el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y la Universidad de Granada, los científicos han encontrado que ciertos contaminantes químicos acumulados en la grasa de las personas, incluyendo plaguicidas y compuestos químicos industriales, están relacionados con un incremento de los niveles de estrés oxidativo. En concreto, los investigadores hallaron mayores niveles de daño oxidativo en el tejido graso de las personas que habían estado expuestas a mayores niveles de estas sustancias químicas.
Estos hallazgos llamaron mucho la atención de los autores, que se plantearon si la exposición a largo plazo podría causar alteraciones crónicas que afectaran a la salud de la población. Por eso llevaron a cabo un seguimiento a lo largo de 10 años de los casi 400 participantes del estudio, todos ellos residentes en la provincia de Granada, y observaron que una mayor exposición a dos plaguicidas organoclorados (hexaclorobenceno y un componente del lindano), se asociaba con un mayor riesgo de síndrome metabólico.
El síndrome metabólico lo constituyen un grupo de factores que conllevan un aumento del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2 (obesidad, hipertensión, así como niveles alterados de colesterol, triglicéridos o glucosa) y, por tanto, se considera un problema muy importante para la salud pública en la sociedad actual.
“Nuestros resultados indican que la exposición a dosis relativamente bajas de estos compuestos químicos durante tiempos prolongados podría incrementar el riesgo de padecer las enfermedades estudiadas, posiblemente a través de la generación de estrés oxidativo, entre otros posibles mecanismos”, explica Juan Pedro Arrebola, coordinador del estudio e investigador de los centros granadinos.
Compuestos presentes hoy
Los compuestos estudiados, a pesar de estar prohibidos en la actualidad, continúan presentes en casi todas las personas porque son muy difíciles de degradar y porque seguimos estando expuestos a través de la dieta (principalmente por el consumo de alimentos muy grasos de origen animal), lo que hace que terminen acumulándose en nuestros tejidos grasos, aunque las concentraciones varían mucho entre individuos.
“Estos resultados tan prometedores nos han valido para que el Instituto de Salud Carlos III nos conceda más de 100.000 euros –a través de la Acción Estratégica en Salud– para profundizar durante los próximos 3 años en el estudio del efecto conjunto de los contaminantes y sus mecanismos de acción. Estamos incluyendo también contaminantes muy actuales presentes en productos de uso cotidiano como plásticos, productos cosméticos, equipos electrónicos, así como en numerosos alimentos. También estudiaremos posibles mecanismos de acción a través de los cuales estos contaminantes podrían incrementar el riesgo de enfermedades crónicas”, apunta Arrebola.
Los resultados de estos trabajos acaban de ser publicados en dos revistas, Environmental Science & Technology y Environment International, y forman parte del trabajo postdoctoral de Francisco Artacho y la tesis doctoral de Vicente Mustieles.
Este proyecto cuenta con un equipo multidisciplinar en el que colabora personal de diversas instituciones de prestigio integradas en el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA), como la Universidad de Granada, Hospitales Universitarios Clínico y Virgen de las Nieves de Granada, Escuela Andaluza de Salud Pública, y otros internacionales como el Rigshospitalet (Dinamarca) y el Slovenian National Building and Civil Engineering Institute (Eslovenia).
Referencias bibliográficas:
Mustieles V, Fernández MF, Martin-Olmedo P, González-Alzaga B, Fontalba-Navas A, Hauser R, Olea N, Arrebola JP. Human adipose tissue levels of persistentorganic pollutants and metabolic syndrome components: Combining a cross-sectionalwith a 10-year longitudinal study using a multi-pollutant approach. EnvironInt. 2017;104:48-57.
Artacho-Cordón F, León J, Sáenz JM, Fernández MF, Martin-Olmedo P, Olea N,Arrebola JP. Contribution of Persistent Organic Pollutant Exposure to the AdiposeTissue Oxidative Microenvironment in an Adult Cohort: A Multipollutant Approach. Environ Sci Technol. 2016 20;50(24):13529-13538.
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