Investigadores de la Universidad de Salamanca llevarán a cabo, a lo largo de tres años, un programa con personas mayores de 60 años para fomentar los estereotipos positivos acerca de la vejez y comprobar si de esta forma mejoran su rendimiento cognitivo, es decir, la capacidad para conservar la memoria o aprender cosas nuevas. La idea inicial es que las personas mayores mantienen estas habilidades, pero se pueden ven influenciadas por los estereotipos negativos predominantes hasta el punto de que no se esfuerzan en aprender o recordar.
Pedro Manuel Mateos, investigador principal, explica en declaraciones a DiCYT que el objetivo de este proyecto es "ver hasta qué punto fomentar los estereotipos positivos acerca de la vejez puede reforzar el entrenamiento cognitivo". La mayor parte de los entrenamientos cognitivos que se realizan con personas mayores "parten de la idea de que el deterioro cognitivo es algo inevitable y asociado al declive biológico", es decir, que las personas con el paso de los años se vuelven más lentas de pensamiento, les cuesta más centrar su atención, evitar las distracciones y aprender cosas.
"Frente a este planteamiento, existe otro más psicosocial que considera que al menos en parte el declive cognitivo está relacionado con los estereotipos, porque asociamos la vejez con la enfermedad, el deterioro de habilidades y la falta de intereses vitales", apunta el experto. Sin embargo, también existen estereotipos positivos, como la sabiduría, la prudencia o la confianza.
Los estereotipos negativos hacen que otras personas traten de una determinada forma a los mayores, por ejemplo, de modo condescendiente. Sin embargo, afectan negativamente a la propia persona mayor, porque ante el estereotipo de persona desmemoriada, el procesamiento de la información se realiza de forma pasiva. "Si ya doy por hecho que mi capacidad de memoria no es la de antes, no proceso la información de forma activa y, finalmente, mi memoria va a ser peor", señala.
Dicho de otra manera, una persona se comporta con respecto a lo que se espera de ella y, si no se espera que tenga buena memoria, no se esfuerza en tenerla. Además hay que tener en cuenta que los estereotipos hacia los mayores pueden tener mucha fuerza porque se adquieren antes de llegar a ser mayor.
En experimentos puntuales de laboratorio ya se ha comprobado que la simple exposición a palabras negativas como "senil" o "decrépito", frente a otras positivas como "prudente", "sabio" y "con experiencia", determina que en el primer caso las personas sometidas a pruebas cognitivas rinden mucho peor que las del segundo caso. Sin embargo, ahora los investigadores quieren comprobar si estos efectos se mantienen en el tiempo con un programa de intervención a largo plazo. Para ello, unas 140 personas mayores de 60 años se someterán a las pruebas voluntariamente.
Convenio con el Ayuntamiento de Salamanca
En realidad, existe ya un programa de entrenamiento de la memoria desde hace más de 10 años gracias a un convenio entre la Universidad y el Ayuntamiento de Salamanca, pero ahora se trata fomentar de forma sistemática los estereotipos positivos y medir sus efectos, gracias a la financiación concedida por parte de la Junta de Castilla y León.
"Queremos hacerles ver la idea que recogen todas las Neurociencias, que nunca se es demasiado mayor como para aprender cosas y desarrollar potencialidades", señala Pedro Mateos. Según explica, los científicos mantienen que sigue habiendo plasticidad cerebral, es decir, que las posibilidad de aprender se mantienen. "Que un estereotipo vaya en contra de esta idea no tiene fundamentación científica, es cierto que se tarda más en aprender pero no hay ninguna prueba de que se olvide más rápidamente", indica.
Mejor de forma implícita
Para inculcar los estereotipos positivos, los científicos utilizarán herramientas explícitas, como vídeos, textos o fotos, pero también se hará manera implícita exposición explícita, es decir, "sin incidir expresamente en que estamos presentando esa información, porque la información implícita tiene un mejor efecto", asegura el investigador. Pruebas anteriores y posteriores a la intervención determinarán cuáles son los resultados y en qué medida la hipótesis de partida es cierta, teniendo en cuenta variables que pueden moderar el impacto del entrenamiento cognitivo, como pueden ser el nivel educativo y la edad.
Además de Pedro Manuel Mateos, participan en la investigación otros expertos de la Facultad de Psicología, como Alberto Valentín, Belén Gutiérrez, Carlos Hugo Criado y María del Mar González-Tablas.