La infancia es un grupo vulnerable y las desigualdades que ya le afectaban pueden crecer en cuarentena. Así lo muestra un nuevo trabajo de la Universidad del País Vasco, que tiene en cuenta las condiciones de los hogares españoles en el bienestar de los más pequeños.
El pasado 8 de abril la revista The Lancet publicó un artículo donde se comentaba cómo está afectando el cierre de las escuelas al 80 % de los niños y niñas de todo el mundo. Para muchos de ellos, esto significa una falta de acceso a los recursos que solían tener a través del sistema educativo.
El cierre de los colegios en España comenzó hace poco más de un mes y un equipo de expertos, liderado por la Universidad del País Vasco (UPV), previó que la situación podría desencadenar en una crisis social y de desigualdad.
Por eso, iniciaron un nuevo estudio para analizar las condiciones en las que viven los niños y niñas en los hogares españoles con el objetivo de determinar si el confinamiento empeorará sus condiciones de salud, tanto física como mental, y si estas variables acrecentarán la desigualdad entre los más pequeños.
“El objetivo es conocer en qué condiciones están viviendo las familias el confinamiento y cómo la salud de los niños se puede ver afectada”, declara a SINC Maite Morteruel, investigadora principal del trabajo en el Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico (OPIK), de la UPV.
Este equipo, que contó con la colaboración del Centro de Investigación en Salud Laboral (de la Universidad Pompeu Fabra) y la organización Bidegintza, puso en marcha la investigación cuando se implantaron las primeras normas de confinamiento porque les preocupó que pasaran por alto una diferenciación de los colectivos con necesidades especiales, como los niños y niñas, ya que, según explica Morteruel, están en una edad de desarrollo y tienen unas exigencias específicas.
“Muchos expertos están pidiendo que consideren las necesidades de ciertos colectivos como la infancia y que, en caso de que tengamos que volver a una situación de confinamiento [en una próxima oleada o futura pandemia], esto se tenga en cuenta desde el principio”, dice Morteruel.
Para la investigadora, las primeras medidas fueron homogéneas dentro de una población en la que existen diferentes colectivos. “En países como Alemania o Francia estas medidas son más suaves para los niños y niñas. Siempre controlados, pueden salir con un adulto durante un rato diariamente, cerca de su casa, a un espacio libre, verde, etc. o incluso se pueden relacionar con el mismo grupo de gente a lo largo de todo el confinamiento. En España esto no está siendo así, sino que se nos está metiendo en un mismo saco a toda la población”, sostiene la experta en salud pública.
Ante esta apreciación, el grupo de investigación ha querido aportar datos objetivos. Para ello, han recogido un total de 11.500 encuestas aproximadamente respondidas por padres y madres con hijos de entre 3 y 12 años y han publicado ya algunos resultados preliminares.
Entre ellas, hay un bloque que se refiere a las condiciones de la vivienda. Los resultados revelaron que un 25,9 % de la población no tiene espacio exterior (balcón etc.) al que salir en su vivienda y un 31, 5 % de los niños sufría la presencia de humo de tabaco en casa.
“Sabemos que las condiciones de vivienda y los hábitos de vida no son las mismas en todos los hogares, sino que son peores en aquellas familias con nivel socioeconómico más bajo. Todas esas variables se tendrían que tener en cuenta [a la hora de tomar decisiones] para evitar los impactos colaterales. Porque esto no es una crisis solamente sanitaria, también es una crisis social”, manifiesta la investigadora.
Resultados preliminares del estudio. / OPIK
Por otra parte, un segundo bloque que analizaba los hábitos de vida indicó que un cuarto de la población infantil está más de 6 horas delante de las pantallas, un 20,1 % no está realizando ejercicio físico y hasta un 72,1 % no consume la verdura suficiente.
Además, las conclusiones del estudio mostraron que las condiciones de las viviendas donde están desarrollando el confinamiento son peores entre los niños y las niñas de hogares en los que hay una mayor dificultad económica para llegar a fin de mes.
“Cuando les preguntábamos si percibían un impacto negativo en los niños y niñas, en torno a un 50 % percibían que la salud emocional y la calidad de vida habían empeorado”, cuenta Morteruel.
Resultados preliminares del estudio. / OPIK
Morteruel considera que en las próximas decisiones de desescalada deberían adaptarse a las necesidades de estos colectivos. Así sucedió en la última declaración que hizo Pedro Sánchez sobre las futuras medidas. “A partir del 27 de abril, el Gobierno de España tomará medidas de alivio para el desconfinamiento de nuestros más pequeños, para que puedan salir a la calle y disfrutar de esas mejoras numéricas de la evolución de la pandemia. Naturalmente, estas salidas van a estar limitadas como nos indican los expertos, los epidemiólogos, y sujetadas a condiciones para evitar contagios”, anunciaba el presidente el pasado sábado 18 de abril.
“Yo creo que las medidas han estado avaladas por un comité altamente tecnificado en términos de epidemiología y medicina preventiva pero, si esto es una crisis social, se tendrían que tener en cuenta otros perfiles, otros expertos o incluso escuchar a la propia población en la toma de decisiones”, propone la investigadora principal del estudio.
“Todas estas medidas económicas y sociales orientadas a paliar el impacto negativo de este parón también deberían tener en cuenta esta desigualdad social, tratando de minimizarla, de reducir una brecha, porque de esta manera estaremos reduciendo las desigualdades sociales en salud, que son evitables”, asegura Morteruel.