El proyecto 100GET, en el que participan varias universidades y empresas españolas, se integra dentro del programa europeo Celtic Plus y tiene por objetivo fijar un nuevo estándar Ethernet de alta velocidad.
Cuando acaban de aterrizar en España los 50 megabits por segundo (Mbps) de acceso a internet, ahora el objetivo pasa por conseguir una conexión con una capacidad de transmisión que dé cabida a los nuevos servicios que la red nos acerca hasta casa o el trabajo. Las imágenes en alta definición, la videoconferencia o la telemedicina son solo una muestra de las posibilidades que las telecomunicaciones actuales pueden brindarnos tanto en el plano profesional como a nivel usuario.
A comienzos de la era 2000 la fibra óptica se instaló en España para poder satisfacer todo este tipo de servicios que de otra forma, con la infraestructura y las conexiones del momento, eran impensables. A su favor, los expertos y las propias empresas la consideran el canal del futuro, no solo por su mayor capacidad de tráfico sino porque aporta una mayor capacidad de tráfico de datos y una garantía de fiabilidad y gestión de la red.
El grupo de Ingeniería de Comunicaciones (GIC) de la Universidad de Málaga participa en el proyecto europeo 100GET, que tiene por objetivo dar un salto cualitativo y cuantitativo en la capacidad total de transmisión de la red óptica, actualmente situada entre los 10 y 40 gigabits por segundo (Gbps) por cada portadora óptica, a 100 Gbps.
El propósito del trabajo, en el que colaboran empresas europeas como Alcatel y centros de investigación españoles, es asegurar un tráfico eficiente de paquetes de datos mucho mayor que el utilizado hoy en día. En el caso del GIC, sus investigadores se han encargado de diseñar los receptores ópticos integrados de bajo coste capaces de recibir las señales de mas de 100Gbps transmitidas a través de la fibra óptica.
El grupo malagueño GIC está especializado en el diseño de los chips para su posterior fabricación. Se encargan de diseñar y simular, mediante programas de diseño asistido por ordenador, los circuitos ópticos que se fabricaran integrados dentro de un chip y por los que circula y es detectada la luz proveniente de la fibra óptica que lleva la información que se desea recibir. Íñigo Molina, catedrático de Teoría de la Señal y responsable del equipo, comenta las novedades que aporta su nuevo chip. Un dispositivo “que integra diversos componentes ópticos que hacen posible detectar tanto la amplitud como la fase de señal recibida sin pérdida alguna de calidad”, precisa el profesor Molina.
El resultado ha sido todo un éxito. Tanto es así, que el trabajo ha sido galardonado con el Gold Excellence Award, concedido por el consorcio europeo Celtic Plus, en el que se integra el proyecto. De hecho, Íñigo Molina y su equipo están actualmente inmersos en un nuevo proyecto europeo cuyo reto es diseñar receptores ópticos integrados que permitan detectar no sólo la amplitud y la fase de la señal óptica, sino también su polarización, para ser capaces de alcanzar los 400 Gbps, “una capacidad que daría cabida a innumerables aplicaciones”, señala Molina.
Al viejo continente le falta ancho de banda
Actualmente, el despliegue de banda ancha (más de 10 megabits por segundo) en nuestro país, y en general en Europa, sigue siendo limitado. Según los datos del último informe de la Comisión Europea, el porcentaje de penetración de esta infraestructura en la Unión Europea alcanza el 24,8%, mientras que en territorio español el dato se sitúa en el 21,5%.
A esta situación se une la velocidad de conexión. A nivel nacional, en el último cuatrimestre de 2010 la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) reveló que las conexiones de más de 20 Mbps no superaban el 1,5%, mientras que en la UE se mantiene en el 5%. Indicadores ambos que apremian al viejo continente a actualizar y mejorar su entramado de conexiones y acceso a la red de redes.
El principal problema surge cuando los servicios on line continúan ampliando la demanda de ancho de banda. Cada vez son más las plataformas que exigen una velocidad mínima para poder asegurar un servicio con garantías, ya sea la fluidez en las videoconferencias o la reproducción en streaming cuando visualizamos en línea películas en alta definición.