Recogen datos para reducir el consumo de las lámparas fluorescentes

Lograr que las lámparas fluorescentes consuman entre un 30 y un 40% menos de energía y reducir costes por el almacenamiento de stocks innecesarios son objetivos que necesitan el trabajo previo que coordina Javier Ribas Bueno en la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón (Universidad de Oviedo). El profesor del área de Tecnología Electrónica está recogiendo los datos en los que podrá basar su funcionamiento una generación de dispositivos electrónicos inteligentes para detectar automáticamente una amplia variedad de lámparas.

Recogen datos para reducir el consumo de las lámparas fluorescentes
Javier Ribas, en uno de los laboratorios del Grupo de Eficiencia Energética, Electrónica Industrial e Iluminación de la Universidad de Oviedo. Fotografía: L.A.

Detectar cuál es exactamente la lámpara fluorescente que está conectada a la red eléctrica permite a los balastos [dispositivos que mantienen un flujo de corriente estable en lámparas] ajustar la corriente a las necesidades exactas de la lámpara, lo que se traduce en ahorro de energía, mejor rendimiento y menor desgaste de la lámpara. Por eso, y debido a la mayor eficiencia de los balastos electrónicos, estos últimos están desplazando en el mercado a los tradicionales, basados en un cebador y una bobina. Pero “el problema de los balastos electrónicos actuales es que, en la práctica, cada tipo de lámpara requiere un balasto específico; porque aunque existen algunos modelos electrónicos comerciales aplicables a más de una lámpara, su variedad de detección es muy reducida y son sensibles a cambios ambientales”, explica Javier Ribas Bueno, investigador del Grupo de Eficiencia Energética, Electrónica Industrial e Iluminación.

Es por eso que, para contribuir a aumentar la capacidad de detección de los balastos electrónicos, el grupo de investigación de la Universidad de Oviedo en el que se integra Ribas Bueno acaba de iniciar una investigación que recibe 74.000 euros a través del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación del Principado. Como explica Ribas Bueno, “Este proyecto se encamina a recoger la información necesaria para elaborar los algoritmos en los que se basaría una futura generación de balastos universales que detectaría gran variedad de lámparas de forma inteligente. Concretamente, en este proyecto nos hemos centrado en las que trabajan entre 14 y 80 vatios, las más habituales a nivel nacional.”

Uno de los aspectos críticos del proyecto será el manejo de un gran volumen de datos, porque para “retratar” cada tipo de lámpara en función de tamaño, potencia y forma a fin de que el balasto electrónico pueda reconocerla, señala el profesor de Tecnología Electrónica, no sólo es necesario extraer información fiable sobre las características que definen a cada una de ellas y que varían a lo largo de toda su vida útil, sino que, además, “hay que estudiar todas las situaciones que podrían engañar al sistema de detección, porque el comportamiento de cada lámpara depende también de las variaciones externas”. Por eso, el sistema automático de medida de las lámparas que está diseñando el grupo con fines de investigación permitirá hacer ensayos simultáneos en distintas lámparas a temperaturas de entre 10 y 40ºC.

Como explica Ribas Bueno, a pesar de tratarse de un campo que no dista mucho de una posible aplicación al mercado (o, precisamente, debido a ello), la comunidad científica dispone de muy poco conocimiento en este ámbito: “sólo tenemos constancia de otro grupo que investiga en este campo, y trabaja en Hong Kong”, afirma.

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Más información

El Grupo de Eficiencia Energética, Electrónica Industrial e Iluminación, que dirigen los catedráticos Manuel Rico Secades y José Marcos Alonso Álvarez, acomete distintas líneas investigación, que incluyen, entre otras, el estudio de supercondensadores como almacén de energía alternativo a las baterías; generación de ozono, iluminación con LEDs, lámparas de alta intensidad de descarga; o, en colaboración con la empresa Normalux, el desarrollo de sensores de monóxido de carbono.

Fuente: FICYT
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