Este catedrático de Física y de Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard ha recibido el galardón “por sus numerosas y seminales contribuciones a la historia de la ciencia de los siglos XIX y XX, en las que ha mostrado una sensibilidad especial a los contextos culturales, filosóficos, sociológicos y de diferencias de género”, según el jurado del premio.
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Humanidades ha sido concedido al físico e historiador de la ciencia Gerald Holton. El jurado reconoce “sus innovadoras aportaciones a la enseñanza de la ciencia, su decisivo papel en la preservación del legado documental de Albert Einstein y sus estudios sobre el destino de los niños que tuvieron que abandonar la Alemania nazi”.
Además, Holton ha desarrollado “un argumentado análisis del complejo fenómeno de la anticiencia, y el papel de ésta en el totalitarismo”.
Holton, catedrático de Física y de Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard (EEUU), es una figura central del análisis de cómo la ciencia influye en el modelado de la cultura de la sociedad, y también de cómo, en una interacción continua, la matriz cultural de cada periodo histórico condiciona de manera íntima la práctica científica, al influir en la creación de teorías y modelos.
Como ha explicado el propio galardonado, en su trabajo ha pretendido mostrar “cómo la ciencia está entrelazada plenamente con su contexto, en vez de como si hubiera caído del cielo o emergido por sí misma”. Su estilo diferencial de hacer historia de la ciencia se caracteriza por poner el foco en la dimensión conceptual y cultural de la misma. “La ciencia”, ha escrito, “debería atesorar su historia, y el estudio de la historia debería atesorar la ciencia”.
Gerald Holton nació en Berlín en 1922. El auge del nazismo obligaría a su familia a trasladarse a Viena, donde Holton pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia, hasta que a los 16 años se vio obligado a huir de nuevo tras la anexión de Austria por la Alemania del Tercer Reich, primero al Reino Unido y dos años después a EE UU. En este país que le acogió es donde ha desarrollado toda su carrera académica. Forma parte del exiguo 7% de niños judíos –de un total de 1,6 millones– que sobrevivieron al Holocausto, una experiencia que ha influido de manera latente en toda su obra.
La obra de Holton analiza y reivindica el papel de la ciencia como agente modelador de la cultura de cada época, pero sin deslizarse nunca hacia el cientificismo, la idea de que fuera del lenguaje científico, solo hay irracionalidad y sinsentido.
Holton siempre ha defendido que existen muchos otros campos, como el arte y la literatura, fundamentales para dar forma y contenido a la cultura de una sociedad, pero considera que la ciencia es un elemento civilizador esencial porque contribuye no solo al crecimiento económico y al bienestar de una sociedad, sino –de manera más profunda– a la configuración de los modos de pensar, de tomar decisiones y de actuar en cada periodo, tanto en el plano individual como colectivo.
El físico e historiador galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades ha sido además una de las primeras voces que, desde una perspectiva fina y respetuosa con otras fuentes de la cultura general, ha abogado durante el último medio siglo por la necesidad imperiosa de trasladar la cultura científica al público general.
El premiado también es uno de los autores que más ha iluminado analíticamente, al tiempo que alertado de los riesgos que conlleva el fenómeno de la “anticiencia”, cuya expresión más observable es el surgimiento de verdaderos movimientos sociales “anticientíficos”.
En varios de sus trabajos, ha insistido que aunque la ciencia esté avanzando en los centros de investigación y, en la sociedad, a través de la tecnología, ello no garantiza que la cultura general de la sociedad se desarrolle en la misma dirección.
Holton vio crecer de forma directa la barbarie nazi en una sociedad culta en apariencia, y desde esa vivencia temprana ha reflejado con la mayor fuerza y claridad –en particular en su obra Ciencia y anticiencia (1993)– que la exaltación de la irracionalidad, cuando engrana con el populismo y el nacionalismo, es una ecuación cuyo resultado acostumbra a desembocar en movimientos y regímenes totalitarios.
A los treinta años, en 1952, Holton empezó a dirigir su propio laboratorio de física de altas presiones. Pero también impartía una asignatura poco habitual, una introducción a la Física como parte de la cultura, con contenidos netamente científicos pero también de historia y filosofía de la ciencia. Fue el embrión de su primer libro, Introduction to Concepts and Theories of Physical Science, hoy considerado un trabajo seminal que pone el foco en la historia de la ciencia, la naturaleza del descubrimiento, y el razonamiento y la formación de conceptos como temas fascinantes en sí mismos, no sólo como forma de hacer más atractivos los contenidos.
Décadas más tarde Holton publicaría una edición revisada de esa obra seminal que tituló Physics, The Human Adventure (2001), donde abunda en el valor de incluir contenidos propios de las humanidades, como la historia y la filosofía de la ciencia, en el currículo de las enseñanzas científicas. Holton atribuía su visión integradora de ciencia y cultura a la educación humanística que recibió durante su adolescencia en Viena.
Su pasión por la historia de la ciencia alimentó su convicción de que la cultura científica es uno de los pilares de la sociedad. En 1956 Holton ingresó en la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y se le encomendó la edición de la revista Daedalus, que quiso convertir en “voz de la comunidad intelectual”, conectando esta publicación con temas de actualidad, como el desarme o los aspectos éticos de la experimentación con humanos.
A mediados de los 60, reivindicó así la importancia de fortalecer la cultura científica para afrontar los desafíos a los que se enfrentaba la sociedad: “Debemos cambiar nuestra cultura de manera que genere suficientes gestores inteligentes, educadores, etcétera, porque son necesarios para operar la acelerada revolución científica mundial sin la cual no es probable que sobrevivamos a las principales amenazas”.
Holton fue el primer científico en pronunciar, en 1981, la prestigiosa conferencia Jefferson, que la agencia del Gobierno estadounidense para la investigación en Humanidades, la National Endowment for the Humanities (NEH), encarga tras un proceso de selección y presidió la Sociedad de Historia de la Ciencia.
La última etapa de su carrera no es menos fructífera. En los años 90 Holton advirtió la escasa presencia de mujeres en la mayoría de áreas de la ciencia, y junto al sociólogo de la ciencia Gerhard Sonnert dio comienzo a un proyecto de investigación llamado Project Access y plasmado en dos publicaciones: Who Succeeds in Science?: The Gender Dimension (1995), y Gender Differences in Science Careers: The Project Access Study (1995).
Otro tema en que Holton ha llevado a cabo una investigación pionera es cómo los inmigrantes pueden transformar la sociedad. Junto con Sonnert, Holton emprende un exhaustivo estudio de las trayectorias de vida de niños que llegaron a Estados Unidos escapando de los nazis. Ambos investigadores se declaran sorprendidos por la conclusión a la que llegan: pese a los terribles obstáculos que estos niños tuvieron que superar, [como media] acabaron teniendo mucho éxito profesional.