El análisis genético de las nueve subespecies de jirafas, pertenecientes a la única especie conocida hasta la fecha, han revelado que en realidad existen cuatro grupos muy distintos. El hallazgo tiene grandes implicaciones en la conservación de este emblemático animal africano.
Al contrario que otros grandes mamíferos como los elefantes, los rinocerontes, los gorilas y los leones, la investigación en jirafas ha sido relativamente escasa. A pesar de que en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) figure como preocupación menor, el animal sufre un dramático declive en sus poblaciones, que han pasado de 150.000 individuos a poco más de 100.000.
Ante esta situación, el investigador Julian Fennessy, codirector de la Giraffe Conservation Foundation en Namibia, se puso en contacto con Axel Janke, genetista en el Instituto de Investigación Senckenberg de Frankfurt (Alemania) para realizar pruebas genéticas a las jirafas, entender las similitudes y diferencias entre las nueve subespecies conocidas hasta el momento y si estas se habían mezclado por las translocaciones pasadas. Los resultados permitirían mejorar estos movimientos entre parques u otras zonas protegidas.
Pero los primeros análisis de marcadores genéticos del ADN mitocondrial revelaron una sorprendente cantidad de diferencias genéticas entre las supuestas nueve subespecies que pertenecen a una sola: Giraffa camelopardalis. “El doctor Janke raras veces había visto esta diferenciación dentro de una misma especie y esto a mí me intrigó”, confiesa a Sinc Fennessy.
Según el científico, las diferencias genéticas entre algunas de estas subespecies eran incluso mayores que las que existen entre osos polares y osos pardos. Los científicos decidieron ampliar la investigación y analizaron el ADN procedente de biopsias de piel de 190 jirafas de las nueve subespecies previamente conocidas en toda África. Los resultados, publicados en la revista Current Biology, demuestran que no existe una sola especie de jirafa, sino cuatro.
“Esto nos sorprendió mucho porque las diferencias morfológicas y en el patrón del pelaje entre jirafas eran limitadas”, dice Janke. Aunque había diferencias en cuanto al número y tamaño de los osiconos (estructuras parecidas a cuernos), los científicos habían asumido que sus requisitos ecológicos eran similares incluso en diferentes territorios, pero “nadie sabía nada realmente, porque esta megafauna había sido muy ignorada por la ciencia”, declara el investigador.
1.Jirafa reticulada (Giraffa reticulata): parches de color anaranjado definidos por una red de llamativas y gruesas líneas blancas que con frecuencia se prolongan por hasta las piernas. 2. Jirafa del norte (Giraffa camelopardalis): incluye a tres subespecies de jirafas que comparten características sobre todo en la parte baja de sus piernas, más clara y sin manchas. 3. Jirafa Masai (G. tippelskirchi): más oscura que las demás con parches en forma de hoja de vid marrón oscuro y bordes dentados, separados por líneas beige irregulares. 4. Jirafa del sur (Giraffa giraffa): con dos subespecies de pelaje más claro y parches que cubren todas sus piernas. La jirafa de Sudáfrica tiene parches en forma de estrella que se extienden por sus piernas. / Giraffe Conservation Foundation
Las jirafas, esos ‘gigantes olvidados’
El descubrimiento de cuatro grupos muy distintos de jirafas, que aparentemente no se reproducían entre ellas en estado salvaje, ha dado lugar a la identificación de cuatro especies. “Durante años, las jirafas han sido los gigantes olvidados”, denuncia Fennessy, quien añade que con la clasificación realizada hace siglos pareció ser suficiente y nunca ha habido mucho interés en saber lo diferentes que son las jirafas entre sí.
Ahora la historia cambia con la jirafa del sur (Giraffa giraffa), la jirafa Masai (Giraffa tippelskirchi), la jirafa reticulada (Giraffa reticulata), y la jirafa del norte (Giraffa camelopardalis), que incluye a la subespecie llamada jirafa nubiana (G. c. camelopardalis), un animal huidizo que habita entre Etiopía y Sudán del Sur y que fue el primero en ser descrito hace 300 años. Además de esta última, seguirán siendo subespecies la jirafa de Kordofán (G. c. antiquorum), la jirafa de África occidental (G. c. peralta), la jirafa de Sudáfrica (G. g. giraffa) y la jirafa de Angola (G. g. angolensis).
Para los científicos este hallazgo tiene “inmensas” implicaciones en cuanto a la conservación de este animal. Recientemente se había propuesto desde la UICN la actualización del estado de la jirafa en la Lista Roja a una categoría amenazada tras 30 años de rápido declive. “Ahora con cuatro especies diferentes, el estado de conservación puede definirse mejor”, recalca Fennessy.
Las especies de jirafa que estarían en peor situación serían la del norte (que tiene tres subespecies distintas) con menos de 4.750 individuos en estado salvaje, y la reticulada, con menos de 8.700 ejemplares. Además, las cifras de la jirafa Masai también han descendido más del 50% en las últimas tres décadas, y “sigue disminuyendo”, lamenta Fennessy. No es el caso de la jirafa del sur, cuyas poblaciones están creciendo.
“Como especies diferenciadas, las jirafas se convierten en los grandes mamíferos más amenazados del mundo”, advierte el científico. Con su estudio, los investigadores esperan que aumente el apoyo y la financiación para la protección de estos animales icónicos. “Esperamos que con la puesta en marcha de esfuerzos se coloque a la la jirafa en el mapa de la conservación. Trabajando con los gobiernos africanos, la fundación y otros colaboradores se valorará la importancia de cada especie”, dice Fennessy.
Pero para ello deben promoverse la educación y la protección para la jirafa, su conservación y su hábitat. Además, “la genética y la genómica nos ayudarán a demostrar que hay una gran cantidad de biodiversidad que necesita ser descubierta antes de que desaparezca ante nuestros ojos”, concluye el investigador.
Referencia bibliográfica:
Fennessy et al.: "Multi-locus Analyses Reveal Four Giraffe Species Instead of One" Current Biology