Una investigación liderada por el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa, CSIC), con el apoyo de la Universidad de Salamanca, está analizando la diversidad de bacterias que pueden establecer una simbiosis con la variedad de alfalfa conocida como Tierra de Campos, autóctona de Castilla y León, para mejorar la productividad de este cultivo destinado a la alimentación de ganado. Los científicos buscan las bacterias presentes en el suelo de forma natural que pueden resultar más favorables para la planta.
La alfalfa es una leguminosa que establece una simbiosis en asociación con rizobacterias del género Ensifer (hasta hace poco, conocido como Sinorhizobium), de manera que se forman nódulos en las raíces y en ellos se produce la fijación del nitrógeno, un nutriente fundamental para las plantas. El propósito de este proyecto financiado por la Junta de Castilla y León es buscar los tipos de bacterias que mejor resultado pueden dar en unión con la alfalfa de secano tradicional en la región.
Álvaro Peix Geldart, científico del Irnasa e investigador principal, explica en declaraciones a DiCYT que el objetivo se centra en "optimizar el cultivo de alfalfa en suelos ácidos estudiando la biodiversidad de las poblaciones de bacterias que se asocian con la planta formando nódulos". Para ello, se incluyen pruebas de tolerancia a la acidez del suelo, determinado por el pH, y de eficiencia en su asociación con el cultivo.
Se trata de aislar las rizobacterias "tolerantes a estrés ácido y que tengan una buena eficiencia simbiótica en el medio ácido, es decir, que sean capaces de fijar nitrógeno en ese medio", comenta el investigador. "Una planta puede crecer en muchas condiciones, pero siempre existan unas condiciones óptimas", señala. A partir de ellas, hay cepas de bacterias que son capaces de fijar mejor el nitrógeno que otras, de manera que inocular las adecuadas puede representar una gran ventaja para el crecimiento de las plantas de una manera natural, sin necesidad de recurrir a productos químicos.
Generalmente, el suelo cuenta con este tipo de bacterias, pero "si tenemos una cepa más eficaz que la que hay en el suelo, la podemos inocular y hacer que entre antes en la planta, de forma que tendría mayor vigorosidad y mayor producción vegetal", apunta. A través de este sistema se podría promover el cultivo de la alfalta incluso en suelos donde actualmente no prospera, según explica el científico.
Un cultivo esencial
La alfalfa es el cultivo forrajero más importante de España, especialmente en el norte, ya que entre las comunidades de Castilla y León, Aragón y Cataluña acaparan el 80% de la producción nacional. Para los animales supone un buen alimento por sus valores proteicos y energéticos. Para los agricultores, supone contar con un producto rentable porque admite numerosos cortes a lo largo del año. Sin embargo, la variedad Tierra de Campos, propia de la comarca homónima que se extiende por Palencia, Valladolid, Zamora y León ofrece una productividad inferior a otros tipos de alfalfa, sobre todo los de regadío, hasta el punto de que la Junta de Castilla y León está promocionando su cultivo para evitar que se pierda.
Por eso, conseguir aumentar la producción a través de la inoculación de rizobacterias puede ser muy importante para conservar la variedad a la vez que los agricultores que la utilicen logren un mejor rendimiento con una práctica natural, que ya está establecida para muchos otros cultivos y que ahorra el empleo de fertilizantes nitrogenados. Científicos de Salamanca, tanto del Irnasa como de la Universidad, trabajan en esta línea de investigación con distintos tipos de cultivo.