Nadie duda de la presencia vetona en Ávila. Distintos castros repartidos por toda la provincia constanan asentamientos humanos durante la Edad de Hierro. Pero hasta la fecha no se sospechaba que el ser humano pasó mucho antes por Ávila. Una prospección arqueológica realizada en el asentamiento vetón de la Mesa de Miranda, en la localidad de Chamartín, ha demostrado que los vetones, pueblo prerromano de cultura celta, habitaron estas tierras durante el Paleolítico.
El objetivo de esos trabajos no era en un principio el estudio del Paleolítico: “Nosotros buscábamos en Chamartín todo lo relacionado con la Edad del Hierro”, explica Juan Pablo López, uno de los arqueólogos del equipo que lidera Francisco Javier González-Tablas, profesor de la Universidad de Salamanca.
“Buscábamos las zonas de material empleado para la construcción de la conocida como Casa C del castro”, continúa López, que junto con la arqueóloga María Blanco halló un importante foco del Paleolítico (hace unos 2,5 millones años hasta hace unos 10.000 años). Importante porque, recalca Blanco, “no había ningún estudio sobre el Paleolítico en Ávila”. Es más, según la arqueóloga, se daba por hecho que “el frío de las últimas glaciaciones habría impedido la presencia humana”.
Sin embargo, los trabajos de prospección (la búsqueda de materiales en superficie) llevados a cabo en Chamartín han sacado a la luz piezas elaboradas en piedra, que el hombre empleó, sobre todo, a la hora de cazar. “Sólo hemos encontrado industria lítica, dadas las condiciones del terreno”, aclara Blanco, que explica que, al tratarse de yacimientos “en malas condiciones, ubicados en terrenos muy ácidos”, no suelen conservar restos humanos.
Una vez con las piezas en la mano (se localizaron cerca de 65), los arqueólogos llevaron a cabo el proceso de datación de las mismas, que en su caso se ha realizado a través de un paralelismo tipológico, es decir, por comparación con otras piezas ya datadas.
Marco temporal
“Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un marco temporal que va entre hace un millón de años y 128.000”, explica la arqueóloga, que, sin pretender comparar el descubrimiento abulense con el yacimiento de Atapuerca, recuerda que éste se remonta un millón de años atrás.
“En este caso, no hemos datado las piezas a través del estudio de pólenes o de microfauna como se hace en otras ocasiones”, reconoce. Estos dos métodos son “indicativos de estadios climáticos, y a través de ellos se encasilla la pieza en un momento histórico determinado”. Lo que sí ha hecho ha sido fotografiar cada una de las piezas y marcar su punto de aparición vía GPS, para elaborar un mapa arqueológico.
En cualquier caso, con estas 65 piezas en la mano, los arqueólogos ya están en disposición de poder avanzar algunas de las características de estos hombres y mujeres que pasaron por Ávila. “Eran nómadas buscando recursos”, asegura Blanco, “gente que luchaba por su supervivencia y que aprovechaban el material que tenían disponible, ya fuera cuarzo o cuarcita”.
Posible zona de paso
Según ella, es probable que estuvieran de paso hacia zonas más cálidas y habitadas, como las de Salamanca, y que se tratara de varios grupos humanos. “Quizá estuvieron sólo una semana, o un mes, aunque la cantidad de industria lítica que ha aparecido nos hace pensar que pudieron estar más”, dice Blanco. Posiblemente, eran grupos que habitaban en los pies de las montañas, para tener un dominio visual que les permitiera controlar el paso de las manadas.
La aparición de estas piezas se completará con las que se hallen en los trabajos que ya se están llevando a cabo en los márgenes de los ríos Arevalillo y Adaja, así como en las localidades de Muñopepe y Padiernos, y en las prospecciones que se espera poder poner en marcha en Blasco Millán y Zorita de Los Molinos.
“Sabemos que hay restos del Paleolítico en estos puntos, pero todavía no hemos tenido tiempo de investigar”, dice Blanco, que al igual que su compañero tiene muy claro que “el Paleolítico de la provincia de Ávila está sin explotar”. En concreto, el Castro de Chamartín, “tiene una riqueza increíble, desde el Paleolítico a la Edad de Hierro”. Una riqueza que cuenta con una ventaja: estar en una zona que no se ha alterado en siglos. “Estamos hablando de una superficie de 30 hectáreas, y en términos tanto absolutos como relativos conocemos sólo el 5%, y si lo extendemos a todo el hábitat, el apenas el 1%”.
El pueblo de los vetones
Los vetones (lat. vettones) eran un pueblo prerromano de cultura celta que habitaba el oeste de la Península Ibérica. Su asentamiento se produjo entre los ríos Duero y Tajo, principalmente en el territorio de las actuales provincias de Salamanca, Cáceres, Ávila, Zamora y Toledo. También se han encontrado ejemplos en la región de los Tras os Montes en Portugal.
De los vetones quedan una serie de castros, poblaciones fortificadas, sobre todo en Salamanca y Ávila. Estos poblados contaban con diversos recintos, algunos para el ganado, y muestran un alto grado de civilización. En las necrópolis de estos castros se han encontrado muchas tumbas que muestran la importancia que los guerreros tenían en la cultura vetona. Los vetones dejaron como herencia múltiples verracos en piedra dispersos por la geografía, y también el juego tradicional de La Calva.
En líneas generales los Vetones limitaban con los Vaceos al norte, al este con los Carpetanos, al sur con los Oretanos, Túrdulos y célticos y al oeste con los Lusitanos.