El próximo 13 de marzo comenzará en Doha (Qatar) la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, en sus siglas en inglés) en la que se debatirá, entre otros, la autorización de la venta de marfil de elefante en Zambia y Tanzania. En el último número de Science, un equipo internacional de 27 conservacionistas rechaza la venta ya que podría llevar a una mayor masacre de elefantes en todo el continente africano.
En los últimos 30 años los elefantes africanos han disminuido alrededor de un 35%. Su población actual es inferior a los 500.000 ejemplares. Por esta razón, el equipo de 27 científicos internacionales rechaza ampliar el comercio de marfil.
Además, cuando el CITES aprobó en 2007 un estatuto inferior para la protección de los elefantes de Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe, hubo un fuerte aumento de la caza furtiva. La reunión que empieza este sábado decidirá la concesión de lo que solicitan Tanzania y Zambia: reducir el estado de protección de sus elefantes.
“Estos dos países se encuentran en el centro del comercio ilegal de marfil en África. Es algo increíble que sus solicitudes hayan llegado tan lejos”, explica Samuel Wasser, autor principal del estudio que se publica en Science e investigador en la Universidad de Washington (EE UU).
Los conservacionistas señalan que Zambia y Tanzania son los principales corredores de tráfico ilegal de marfil de África. Lo demuestran las toneladas de marfil de contrabando incautado en 2002, 2006 y 2009, así como las muestras de ADN tomadas durante las incautaciones de 2002 y 2006 que apuntan de nuevo a las dos naciones.
La prohibición internacional sobre el comercio de marfil fue promulgada en 1989, y durante cuatro años, la caza furtiva de elefantes bajó drásticamente. Pero gran parte del éxito se debe a la disminución del dinero disponible para su ejecución. No obstante, la demanda de marfil en China, Japón y Tailandia aumentó la caza furtiva desde el año 2000.
“Más del 8% de la población de elefantes está siendo escalfado anualmente”, señala Wasser, también biólogo de la conservación. “Este tipo de ilegalidad se salta las leyes de la oferta y la demanda, por eso es fundamental mantener la moratoria hasta que tengamos más información sobre el impacto del comercio ilegal y cómo afectan las ventas de marfil legal".
Un objetivo: mantener la protección de elefantes
La Convención impone dos niveles de protección de los elefantes. El más estricto, que en la actualidad se aplica a Zambia y Tanzania, no permite las ventas de marfil. Para permitir un comercio limitado de marfíl, los países deben demostrar que sus poblaciones de elefantes están seguras, que la policía es eficaz en la lucha contra la caza furtiva, y que las ventas de marfil no perjudicarán a los elefantes.
Sin embargo, según Wasser, ninguna nación ha cumplido estos criterios. Además, China y Japón, los únicos países autorizados para la importación de marfil, se encuentran entre los mayores consumidores de marfil ilegal y han hecho poco para asegurar la venta de marfil obtenido legalmente. Esto demuestra que tampoco han cumplido con las normas de la Convención para formar parte del comercio legal de marfil.