Un estudio de la Universidad de Granada (UGR) revela que, a pesar de que las habilidades al volante disminuyen con la edad, las personas ancianas presentan patrones de conducción que compensan estos déficits, de modo que evitan conductas de riesgo: no corren, no adelantan temerariamente o no consumen alcohol cuando van a coger el coche. En contra de lo que mucha gente piensa, la tasa de accidentalidad en este sector de edad continúa siendo inferior a la de conductores jóvenes.
Los conductores mayores de 60 años tienen más accidentes al volante en contextos que resultan poco problemáticos para el resto de conductores, como las intersecciones. Además, a pesar de que las habilidades al volante disminuyen con la edad, los ancianos que continúan conduciendo presentan patrones de conducción que compensan estos déficits, de modo que evitan conductas de riesgo: no corren, no adelantan temerariamente o no consumen alcohol cuando van a coger el coche.
Así se desprende de un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Granada y publicado recientemente en la Revista Española de Geriatría y Gerontología, en el que han realizado una completa revisión bibliográfica de los riesgos que supone la relación entre conducción y envejecimiento. Los autores de este trabajo son David Cantón Cortés, Mercedes Durán Segura y Cándida Castro Ramírez, profesores de la Facultad de Psicología de la UGR.
En las últimas décadas se ha apreciado un importante incremento de la accidentalidad de conductores que cuentan con más de 60 años. Sin embargo, y en contra de lo que mucha gente piensa, el estudio realizado en la UGR pone de manifiesto que la tasa de accidentalidad en este sector de edad continúa siendo inferior a la de conductores jóvenes, de en torno a 20 años.
Siguen conduciendo 2 personas ancianas de cada 10
Los investigadores recuerdan que “el 24,8% de las mayores de 74 años continúa conduciendo”, y advierten de que, aunque en los mayores la siniestralidad es menor, “en caso de accidente y debido a su mayor vulnerabilidad sufren daños físicos más severos que los conductores jóvenes o de mediana edad”.
Como apunta David Cantón, a la luz de esta investigación, “conducir en estas edades no parece suponer para el o la conductora un riesgo significativo de muerte en comparación con otras causas”. Además, algunos estudios han demostrado también “la existencia de una relación entre el mantenimiento de la conducción y unos niveles más elevados de satisfacción en la vejez”. Dicho de otro modo, los jubilados que continúan conduciendo se muestran más satisfechos con su vejez, ya que ello potencia su autoestima.
Los investigadores de la UGR destacan que, en lugar de establecer un límite de edad para la conducción, “las autoridades deberían permitir a los conductores mayores conducir tanto tiempo como puedan hacerlo, siempre y cuando esto no suponga una amenaza para su propia seguridad o la de los demás”.
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