Un estudio de la Universidad de Granada (UGR) revela que, a pesar de que las habilidades al volante disminuyen con la edad, las personas ancianas presentan patrones de conducción que compensan estos déficits, de modo que evitan conductas de riesgo: no corren, no adelantan temerariamente o no consumen alcohol cuando van a coger el coche. En contra de lo que mucha gente piensa, la tasa de accidentalidad en este sector de edad continúa siendo inferior a la de conductores jóvenes.