La construcción del Canal de Nicaragua, que acaba de ponerse en marcha para unir el Mar Caribe y el Océano Pacífico, puede convertirse en un desastre ambiental y social de dimensiones internacionales ante la ausencia de estudios independientes que valoren los riesgos de esta enorme obra de ingeniería, según el editorial de hoy de la revista Science. Los autores del artículo hacen un llamamiento a la comunidad científica internacional para que se involucre en la resolución del conflicto.
El editorial de la revista Science alerta hoy sobre las consecuencias de la construcción del Canal de Nicaragua, una gigantesca obra de infraestructura que ya ha comenzado y que en un plazo de cinco años espera unir las aguas del Mar Caribe y del Océano Pacífico e inaugurar una nueva ruta marítima para competir con el Canal de Panamá. Otro grupo de investigadores coincidía en advertir el desastre ambiental para la región de este proyecto hace un año en la revista Nature.
Los firmantes del artículo aseguran que este proyecto carece de estudios de impacto ambiental y social independientes y hacen un llamamiento a la comunidad científica internacional para que se involucre en el problema. En su opinión urge actuar ante una obra de 278 kilómetros que atravesaría el Lago Cocibolca o Lago de Nicaragua y desplazaría a unas 100.000 personas, incluyendo pueblos indígenas.
“Un proyecto como el del canal interoceánico debería contar con estudios de impacto ambiental y social, además de los estudios de factibilidad ingenieril”, declara Jorge Huete-Pérez, vicepresidente de la Academia de las Ciencias de Nicaragua y profesor de la Universidad Centroamericana de Managua, uno de los autores del artículo.
Por el contrario, el gobierno nicaragüense aprobó una concesión a la empresa china HKND y dejó en manos de la compañía la realización de cualquier tipo de estudio. “Esta forma de proceder compromete incluso la viabilidad del proyecto”, denuncia el científico, puesto que ni siquiera existen informes financieros fiables, hasta el punto de que Nicaragua, que ofrece a la compañía una concesión de 50 años renovable por otros tantos, ha comprometido sus reservas monetarias para compensar al inversionista si hubiese pérdidas.
Además, desde el punto de vista geológico, “la ruta escogida para el canal atraviesa zonas de alto riesgo sísmico”. En otros ámbitos los peligros también son considerables. Los científicos nicaragüenses han alertado sobre los riesgos ambientales para la biodiversidad y en particular para el Lago Cocibolca, el lago tropical más grande del continente americano, que sufrirá un dragado de 30 metros de profundidad a pesar de ser una extensión de agua dulce somera.
Destrucción de bosques
A ello hay que añadir la destrucción ambiental de enormes áreas de bosques tropicales que vendrían a sumarse a otros desastres como la destrucción de la reserva de Bosawas, “el pulmón de Centroamérica, en un país con “grandes debilidades en materia de conservación y ejecución de leyes ambientales”.
Los científicos denuncian también que el proceso de concesión de la obra ha carecido de la más mínima transparencia y participación pública. “Urge persuadir a las autoridades sobre la necesidad de realizar estudios propios y consultar a la población sobre este mega proyecto que ha sido señalado de inconstitucional y de altísimo riesgo”, indica el vicepresidente de la Academia de las Ciencias de Nicaragua.
“Para resolver este problema se requiere una acción internacional”, afirma Jorge Huete-Pérez, ya que “es equivocado pensar que el problema ambiental proveniente del proyecto de canal interoceánico se circunscribe al ámbito de un solo país”.
Sufrimiento humano
En el ámbito social, acoger inversiones que buscan un crecimiento económico rápido y sin compromiso ambiental “podría conllevar a una profundización del sufrimiento humano causado por las expropiaciones, remuneraciones injustas y desplazamiento forzado de grandes poblaciones”.
Los científicos locales y las organizaciones no gubernamentales que muestran su preocupación por todas estas cuestiones no sólo no están siendo escuchados, sino que incluso se ven reprimidos, según denuncia el editorial de Science, que asegura que el problema incumbe a los defensores de los derechos humanos, las ONG y la comunidad científica.
Los científicos apuestan por detener el proyecto hasta que se haga una valoración independiente bajo estándares internacionales de transparencia y participación ciudadana. “Nicaragua no tiene otra salida sino reconsiderar el proyecto canalero, atendiendo a las necesidades de un desarrollo sostenible a largo plazo sin comprometer los ecosistemas y los recursos naturales”, comenta el autor.