Según el último informe El bisonte americano: directrices para el análisis de la situación y la conservación 2010 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los próximos 10 años son vitales para garantizar el retorno de las poblaciones de bisontes salvajes americanos (Bison bison) a sus pastos originales. Los expertos piden para ello tres medidas: habilitar más terreno para que las manadas puedan desplazarse libremente, actualizar políticas gubernamentales, y cambiar la actitud general hacia este animal.
Hace 500 años, diez millones de bisontes americanos (Bison bison), el mamífero terrestre más grande de Norteamérica, recorrían de forma libre las llanuras, desde Alaska hasta el norte de México. En la actualidad, el bisonte americano, que incluye a las subespecies de bisonte de planicie (B. b. bison) y bisonte de bosque (B. b. athabascae), aparece en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN como especie “casi amenazada”.
En 2008 había cerca de 400.000 bisontes en pequeños grupos de ganado comerciales en Norteamérica, lo que representa el 93% de la población continental. Pero en las últimas décadas el número de cabezas no ha aumentado en los grupos de conservación que gestionan la diversidad genética y la función ecológica.
“A pesar de todo lo que se ha hecho durante el siglo XX por salvar al bisonte de la extinción, aún queda mucho por hacer para recuperar los hatos de conservación en todo el vasto territorio geográfico que es su hábitat original”, señala Cormack Gates, co-editor del estudio, profesor de Diseño Medioambiental de la Universidad de Calgary (Canadá) y codirector del Grupo Especializado en Bisontes de la UICN. “La clave está en el reconocimiento del bisonte como especie salvaje que necesita terreno y políticas de protección gubernamentales”, añade Gates.
Nueva hoja de ruta para el bisonte
El nuevo informe El bisonte americano: directrices para el análisis de la situación y la conservación 2010 se convierte en una hoja de ruta que “garantizará el regreso de los bisontes a su hábitat como icono de las grandes llanuras”, subraya Steve Forrest, director de Ciencias para la Conservación de las Grandes Llanuras del Norte de WWF.
“El esfuerzo por recuperar el bisonte en las llanuras de Norteamérica es hoy uno de los proyectos más ambiciosos y complejos de conservación de especies de Norteamérica, y su éxito depende de las leyes locales y nacionales que se promulguen, así como de un potente flujo de financiación, y del cambio de actitud del público general hacia este animal”, explica Simon Stuart, director de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la UICN.
Los factores que afectan a la supervivencia de las poblaciones de bisontes son, entre otros, la desaparición gradual de su hábitat y la crudeza de los inviernos. No obstante, a pesar de su influencia “innegable” en la historia del ser humano en Norteamérica, el mayor desafío del bisonte americano es superar la percepción común de que ha dejado de ser una pieza social, cultural y ecológica del paisaje norteamericano.
Agresiones en el sXIX
“La aniquilación del bisonte americano a finales del siglo XIX fue el germen que dio origen al primer proyecto de recuperación del bisonte y a todo un movimiento en favor de la conservación de la fauna salvaje y la flora autóctona de Norteamérica”, apunta Keith Aune, especialista en Conservación de la Sociedad para la Conservación de la Fauna Salvaje.
Gracias al nuevo documento, un segundo proyecto de recuperación del bisonte verá la luz en un nuevo marco, así como la restauración de ecosistemas de dehesa funcionales.
Según los expertos, el bisonte tiene ahora la oportunidad de recuperarse como especie salvaje gracias “a la libertad que se le concede para moverse a sus anchas por cientos de miles o incluso de millones de hectáreas”. Los expertos se encuentran con uno de los mayores retos de la recuperación de manadas de bisontes, ya que dependen de la colaboración de propietarios de terrenos públicos y privados.