Un nuevo estudio presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Fertilidad, en Múnich, descarta evidencias que relacionen las terapias hormonales para la estimulación ovárica y varios tipos de cáncer. Otro análisis ha encontrado que los niños nacidos de estos tratamientos tienen más riesgo de padecer trastornos psiquiátricos. Además, se ha mostrado un nuevo análisis cromosómico, liderado por una española, para evitar abortos en mujeres de edad avanzada.
Un nuevo estudio presentado hoy en el 30º Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Fertilidad (ESHRE), que se celebra del 30 al 2 de julio en la ciudad alemana de Múnich, descarta la asociación entre la terapia hormonal en tratamientos de fertilidad y la aparición de cáncer de mama, ovario y útero.
El trabajo inédito es el primer análisis a 30 años sobre estos tres tipos de cáncer reproductivo en 12.193 mujeres tratadas por infertilidad entre 1965 y 1988 en EE UU, y no está aún publicado en ninguna revista científica, si bien se basa en los resultados de varios artículos que desglosan un tipo específico de cáncer. Durante el seguimiento, se identificaron 749 cánceres de mama, 119 de endometrio (uterino) y 85 cánceres de ovario.
Hay “pocas evidencias” de que el uso de hormonas utilizadas para la estimulación ovárica en el tratamiento de la infertilidad aumente el riesgo a largo plazo de los cánceres ginecológicos y de mama, ha explicado a Sinc Humberto Scoccia, de la Universidad de Illinois en Chicago (EE UU), momentos antes de empezar la rueda de prensa.
Según ha contextualizado Scoccia, “los medicamentos utilizados para la fertilidad son conocidos por aumentar los niveles de las principales hormonas femeninas, estradiol y progesterona, ambas implicadas en la patogénesis del cáncer de mama, ovario y útero”.
El experto ha subrayado que la única relación entre hormonas y cáncer, aunque poco significativa, se ha observado en el uso prolongado de citrato de clomifeno –diseñado para inducir la ovulación en los tratamientos de fertilidad–, que se asoció con un mayor riesgo de cáncer de mama entre las mujeres que habían usado el fármaco durante doce ciclos o más.
Por el contrario, las gonadotropinas –utilizadas en la actualidad para la estimulación ovárica–, no se asocian con un mayor riesgo, excepto en un subgrupo de mujeres que no tuvieron hijos después del tratamiento.
“Los resultados presentan un panorama mixto, con algunos estudios que muestran aumentos de riesgo, otros una disminución e, incluso, otros que no muestran asociaciones importantes", ha añadido Scoccia. “Sin embargo, la mayoría de estos fueron incapaces de controlar otros factores predictivos del cáncer que podrían afectar de forma independiente al riesgo. Por ello, todavía quedan muchas preguntas por resolver”.
Scoccia ha descrito los resultados como “tranquilizadores en general”, y ha señalado el mayor poder estadístico de este trabajo que el de estudios anteriores. Sin embargo, ha puntualizado la necesidad de continuar monitorizando a las pacientes debido a la “edad relativamente joven de la población estudiada y que la mayoría de estos tipos de cáncer tienen un pico de incidencia posterior”.
Infertilidad y trastornos psiquiátricos
Otro de los estudios presentados en rueda de prensa describe que los niños nacidos de mujeres con problemas diagnosticados de fertilidad poseen mayor riesgo de trastornos psiquiátricos que los concebidos de forma natural.
Allan Jensen, investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y uno de los autores del trabajo –aún no publicado– ha apuntado que el aumento del riesgo es “modesto”, aunque persiste durante toda la infancia y en los adultos jóvenes, de más de veinte años.
Los resultados se derivan del registro de todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1969 y 2006. De un total de 2.430.826 niños, 124.384 (un 5%) nacieron de mujeres con problemas de fertilidad y 2.306.442 niños (el 95%) de mujeres sin este tipo de problemas.
Durante el período de seguimiento, de una media de veinte años, se hospitalizó a 170.240 de los niños por trastorno psiquiátrico. Tal y como ha apuntado Jensen, los nacidos de mujeres con problemas de fertilidad tuvieron un 33% más de riesgo de sufrir cualquier trastorno psiquiátrico definido.
Jensen ha explicado que los profesionales implicados en el diagnóstico y el tratamiento de las mujeres con problemas de fertilidad deben ser conscientes del “pequeño pero mayor riesgo de trastornos psiquiátricos entre los niños nacidos de mujeres con estas dificultades. Aunque este riesgo debe equilibrarse con los beneficios físicos y psicológicos de un embarazo”.
Participación española
Una de las investigaciones presentadas esta mañana en ESHRE está liderada por la española Carmen Rubio, directora del programa de Diagnóstico Genético Preimplantacional para anomalías cromosómicas de la empresa IGENOMIX.
Se trata de un nuevo screening cromosómico que consigue reducir el riesgo de aborto en las mujeres entre 38 y 41 años, en las que la tasa de aborto espontáneo es de un 42%. “El riesgo desciende a apenas un 3% gracias a la transferencia de un embrión previamente analizado mediante screening cromosómico (CCS)”, ha explicado Rubio a Sinc.
Se trata de la principal conclusión de un trabajo en el que se analiza la utilidad clínica de la técnica de arrays, que permite el análisis de los 23 pares cromosómicos para evaluar la viabilidad de los embriones previa a la realización de la transferencia al útero materno.
“Existe un mayor riesgo de aparición de aneuploidías o anomalías cromosómicas al aumentar la edad de la madre. Por eso es de vital importancia que los embriones sean analizados antes de la transferencia”, ha indicado Rubio.
Ya con estos resultados, los expertos realizan la selección de embriones sanos para reducir el riesgo de aborto y de bebés con anomalías. Hasta ahora, los métodos para la detección no lograban mejorar la tasa de implantación de los embriones de forma significativa.
El estudio analizó los resultados obtenidos en el grupo control, en el que se realizó la transferencia del blastocisto (embrión de 5 a 6 días de desarrollo) sin analizar, y el grupo CCS, en el que se realizó un análisis previo de las posibles anomalías. Las tasas de implantación fueron mayores cuando se analizaron los embriones (57,4% frente a 18,6% en la transferencia normal).
Los autores consiguieron detectar un 81% de embriones anormales en el grupo CCS. Según ha concluido Rubio en su presentación, “con este screening cromosómico podrían mejorarse los resultados clínicos y el tiempo hasta la consecución del embarazo”.