Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, ha explicado hoy en Salamanca que las redes sociales constituyen una nueva fuente de adicción a internet. Aproximadamente, entre un 5 y un 6% de la población realiza "un uso inadecuado" de la red, según sus datos, en forma de adicción u otras conductas como el acoso. Así lo ha explicado este experto antes de ofrecer una conferencia sobre adicciones sin drogas que sirve para inaugurar las jornadas sobre Nuevas adicciones de la Universidad Pontificia de Salamanca.
" Para que una persona sea adicto no necesariamente tiene que depender de una sustancia, como es el caso del alcohol, la nicotina o la heroína", afirma Echeburúa. "Cualquier adicción supone una pérdida de libertad y se plantea cuando una persona tiene relación con una conducta placentera que se caracteriza por una pérdida de control o una interferencia grave en su vida cotidiana. Entonces hablamos propiamente de adicción, que puede ser al juego, al sexo, a las compras, a internet y, especialmente en estos momentos, a las redes sociales", añade.
El especialista ha querido dejar claro que cuando se habla de adicciones sin sustancias, "no es algo metafórico, sino real, que afecta a cierto número de personas", puesto que la mayor parte de las personas que tiene relación con conductas sexuales, con internet o con las compras está haciendo un uso razonable y adecuado de este tipo de conductas. "Cuando hablamos de adicción, es que hay una pérdida de control de la actividad e interfiere gravemente en la vida cotidiana de esa persona, en sus estudios, en la relación con la familia o su situación económica". Con respecto a este último punto, el caso de la ludopatía es el mejor conocido de este tipo de patologías.
Desde el punto de vista del tratamiento, lo primero es dejar de estar en contacto con el motivo de la adicción, pero "hay una diferencia con respecto a las adicciones químicas, porque para un alcohólico o un fumador, el tratamiento consiste en que dejen el alcohol o el tabaco para siempre y éste no es el caso, porque las personas seguirán comprando, teniendo relaciones sexuales o conectándose a internet, así que se trata de enseñarles un uso controlado de este tipo de conductas", aclara.
Además, "hay que averiguar si estas adicciones son el síntoma manifiesto de otro tipo de problemas, el humo de un fuego que está debajo y que puede ser una depresión, un trastorno obsesivo compulsivo, un déficit de autoestima grave, una relación de pareja complicada. Se trata de averiguar a qué responden este tipo de problemas para hallar una solución.
"Si una persona hace un uso de internet que le es gratificante, porque le es útil para su trabajo, su ocio o sus relaciones sociales, es normal, pero deja de serlo si esa persona deja de dormir, pretende estar una hora y está cuatro horas, cuando tiene un problema de fracaso escolar o se aísla socialmente", apunta. En el caso del juego, el límite está en los problemas económicos. En definitiva, "cuando pierde el control y es la adicción la que controla las compras o el juego".
Detección temprana
Los tratamientos son psicológicos, a través del médico de Atención Primaria, en el caso de la población adulta, y el psicólogo u orientador escolar, en el caso de los menores. En cualquier caso, resulta muy importante tratar estas adicciones lo más pronto posible, según explica. "En la adicción a nuevas tecnologías, la edad de riesgo importante es la adolescencia, porque muchas personas adquieren entonces relaciones sociales, una identidad y una autoestima a través de la red", señala. En el caso de la adicción al juego, que puede afectar al 1 ó 2% de la población, la edad de riesgo más importante está entre los 25 y 30 años.
Uno de los problemas para diagnosticar estas patologías es que las personas afectadas tienden a negar la adicción por estar mal vista socialmente. Por eso, el abordaje desde el punto de vista clínico se realiza a veces indirectamente. "Hay personas que acuden a nosotros buscando ayuda, pero a veces son los familiares, por ejemplo, en el caso de las nuevas tecnologías, padres alarmados por el fracaso escolar, el aislamiento social, el sedentarismo e incluso la obesidad que adquieren los adolescentes cuando están permanentemente enganchados a la red", explica.