Los efectos irritantes del cloro no solo pueden producirse dentro del agua sino también en el ambiente de las piscinas cubiertas. Así lo indica una investigación, publicada en Gaceta Sanitaria, que determina que la concentración media de cloro en el aire de las piscinas cubiertas es de 4,3 miligramos por metro cúbico, muy por encima del 1,5 establecido como límite para percibir irritaciones.
Un estudio publicado en la revista Gaceta Sanitaria por especialistas en ciencias del deporte de la Universidad Europea de Madrid, la Camilo José Cela y la de Castilla-La Mancha ha analizado la presencia de cloro en las 21 instalaciones públicas de la comunidad autónoma y ha podido determinar que solo tres de ellas cumplen la normativa vigente.
Es más, la concentración media de cloro en el aire de las piscinas cubiertas es de 4,3 miligramos por metro cúbico, muy por encima del 1,5 establecido por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo como límite para percibir irritaciones.
Para estudiar los efectos de una exposición prolongada al cloro, los investigadores realizaron una encuesta sobre problemas de salud percibidos a los 230 trabajadores a pie de piscina de estas instalaciones. La irritación de ojos, la sequedad y la irritación de la piel, así como los problemas respiratorios y auditivos, son percibidos por un porcentaje significativamente mayor de trabajadores en las piscinas donde la concentración de cloro en el aire está por encima de la normativa.
Al contrario de lo que pueda parecer, la alta presencia en el aire de esta sustancia química en las piscinas cubiertas de Castilla-La Mancha no se debe a su concentración elevada dentro del agua. Los niveles de pH y de cloro libre en el agua de la gran mayoría de instalaciones analizadas se encuentran dentro de la normativa regional.
La principal causa que explicaría esta excesiva formación de cloro en el ambiente es la diferencia de temperatura entre el agua y el aire. Así, la temperatura ambiente, que debe ser entre 2 y 4 ºC superior a la temperatura del vaso, incumple la normativa vigente en 17 de las 21 piscinas analizadas. Por otra parte, cinco instalaciones superan los valores de temperatura máxima del agua, establecida en 28 ºC.
Otro de los factores que puede influir en las altas concentraciones de cloro en el aire es la altura existente entre la piscina y la cubierta, así como un deficiente sistema de ventilación, aspectos que no se han tenido en cuenta en este estudio.
Un estudio pionero
Por primera vez en España, se observa que el cloro en el aire interior puede tener un efecto directo sobre la salud de los trabajadores a pie de piscina en las instalaciones donde este parámetro sobrepasa los límites aconsejados. Las recomendaciones para evitar problemas de salud en las piscinas incluyen un control óptimo de todos los parámetros establecidos por la normativa.
Según los autores, otras posibles vías para reducir la concentración de cloro en el aire pasan por aplicar nuevos métodos de desinfección complementarios, ya que se ha demostrado que los tratamientos con ozono y radiación ultravioleta reducen significativamente la concentración de subproductos de desinfección respecto a la cloración.
Referencia bibliográfica:
Fernández-Luna, Álvaro et al. "Concentración de cloro en el aire de las piscinas cubiertas y sus efectos en la salud de los trabajadores a pie de piscina". Gac Sanit 2013;27:411-7.