Las evidencias disponibles revelan que se produce un abuso generalizado de los derechos humanos de las personas que toman drogas, lo que aumenta el riesgo de infección y ejerce un efecto adverso sobre los programas sociosanitarios de la enfermedad. Esta publicación coincide con la celebración esta semana en Viena de la XVIII Conferencia Internacional sobre Sida.
“Estos abusos pueden adoptar diversas formas, como la denegación de servicios de reducción de daños, la discriminación en el acceso a tratamientos antirretrovirales (ARV), prácticas abusivas por parte de los agentes del orden, y coacción disimulada como tratamiento para la drogodependencia. Las mujeres y los jóvenes que consumen drogas padecen aún más abusos”, explican los autores, dirigidos por Ralf Jürgens, Consejero de VIH/SIDA, Salud, Políticas y Derechos Humanos de Quebec (Canadá).
El estudio, publicado hoy en la revista The Lancet, añade que los derechos de los individuos con VIH y que consumen drogas o están en la cárcel (o cualquier combinación de estos factores) deben respetarse igual que los de las demás personas, no sólo porque tienen el mismo derecho, sino porque también es esencial para mejorar su salud.
Y es que la implementación de respuestas hacia el VIH y las drogas basadas en derechos ha demostrado arrojar buenos resultados. Algunos ejemplos incluyen la prestación de servicios legales a las personas que consumen drogas en Ucrania o implicar a estas personas de forma significativa en el desarrollo, el seguimiento y la evaluación de políticas y servicios.
Los autores hacen un llamamiento para que otros países intenten reproducir estos éxitos. "El derecho a la salud requiere que todos los países proporcionen servicios esenciales y los países más desarrollados deberían ofrecer servicios más allá. La unión de las leyes de los derechos humanos debería cambiar la respuesta global al control de las drogas y pasar de la prohibición a un marco de actuación que promueva la salud".
En 2009, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito hizo un llamamiento global sobre el derecho a la salud de las personas drogodependientes, e instó a las fuerzas del orden a que centrasen sus esfuerzos sobre los traficantes de droga en vez de sobre los consumidores.
Los 12 mitos sobre el sida y las drogas
Por su parte, otro grupo de investigación, liderado por Steffanie Strathdee, de la Universidad de California, y Chris Beyrer, de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins (ambos en EE UU), aprovecha esta edición en la revista para desacreditar 12 mitos sobre el VIH/SIDA:
1. Los consumidores de drogas son inconformistas.
2. Los consumidores de drogas no responden tan bien a los antirretrovirales como los pacientes que no consumen estas sustancias.
3. Los consumidores de drogas presentan tasas de retención bajas en cohortes, lo que hace difícil o imposible los estudios de investigación prospectivos.
4. Los consumidores de drogas se preocupan más por colocarse que por utilizar el equipo de inyección de forma segura.
5. Los consumidores de drogas no mantienen muchas relaciones sexuales; el riesgo de contraer VIH procede, en su mayoría, del intercambio de agujas.
6. Si los consumidores de drogas siguen consumiendo, es casi inevitable que adquieran una infección por VIH.
7. A diferencia de la comunidad homosexual o de los que trabajan en la industria del sexo, los consumidores de drogas no cuentan con comunidades consolidadas así que es poco probable que funcionen las intervenciones comunitarias.
8. Las tasas de consumo de droga son mayores entre las minorías de EE UU y otros países industrializados.
9. El intercambio de agujas fomenta el consumo de drogas.
10. El tratamiento con metadona (o buprenorfina) sólo intercambia una droga por otra.
11. Los que utilizan estimulantes son consumidores crónicos, fuera de control, que no cambiarían sus conductas peligrosas.
12. El miedo es un elemento disuasorio muy eficaz en el consumo de drogas.
“Estos mitos se contrarrestan abiertamente con las pruebas científicas aunque todavía persisten muchas formas de prejuicios”, sostienen los autores. “Los que toman las decisiones y todos aquellos comprometidos con la lucha global contra la infección tienen la obligación de examinar estos prejuicios, de aprender los hechos más allá de los mitos y de dejar que las pruebas nos den las respuestas”.
Y parece que las pruebas rebaten estos mitos. Por ejemplo, hay estudios que muestran que el riesgo de muerte de los pacientes con VIH que habían empezado con fármacos antirretrovirales hacía seis años o más era similar tanto en los consumidores de drogas inyectadas como en los no consumidores.
En las mujeres, doble riesgo
Las infecciones por VIH continúan aumentando en las mujeres que consumen drogas, especialmente entre las consumidoras de drogas inyectadas en Asia y en Europa oriental, y entre las consumidoras de crack y cocaína de EE UU y otros países. Estas mujeres están doblemente en riesgo de infección por VIH a causa del sexo sin protección y de las inyecciones inseguras.
“Las mujeres que consumen drogas dependen a menudo de que sus parejas les consigan las drogas. Puesto que a menudo son las propias parejas las que inyectan a las mujeres, ellas son las segundas en utilizar la aguja, lo que aumenta el riesgo de infección por VIH y otros patógenos”. Así apunta Nabila El-Bassel, investigadora de la Universidad de Columbia (EE UU), y sus colegas en un comentario de la misma publicación.
Los autores proponen una serie de estrategias para prevenir esta infección en mujeres consumidoras de drogas: estrategias de prevención de traumas; prevención del VIH basada en la pareja que incluya la creación de habilidades para la negociación de un sexo seguro; estrategias de empoderamiento; intervenciones que generen ingresos para las mujeres; y políticas que luchen contra la discriminación y la violencia de género.
Por último, destacan la importancia de una mayor financiación para que los tratamientos farmacológicos y los servicios de prevención del VIH estén más al alcance de las mujeres; y mayores fondos de investigación. “Los investigadores deben esforzarse más por incluir a las mujeres, aunque sean difíciles de reclutar por el hecho de ser pocas y estar escondidas”, concluyen.
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Referencias bibliográficas:
Ralf Jürgens, Joanne Csete, Joseph J Amon, Stefan Baral, Chris Beyrer. “People who use drugs, HIV, and human rights”. HIV in people who use drugs 6. The Lancet, 20 de julio de 2010. DOI:10.1016/S0140-6736(10)60830-6.
Chris Beyrer, Kasia Malinowska-Sempruch, Adeeba Kamarulzaman, Steffanie A. Strathdee. “12 myths about HIV/AIDS and people who use drugs”. HIV in people who use drugs 6. The Lancet, 20 de julio de 2010. DOI:10.1016/S0140-6736(10)61005-7.
Nabila El-Bassel, Assel Terlikbaeva, Sophie Pinkham. “HIV and women who use drugs: double neglect, double risk” HIV in people who use drugs 6. The Lancet, 20 de julio de 2010. DOI:10.1016/S0140-6736(10)61026-4.
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