Investigadores de la Universidad del País Vasco han analizado las situaciones nutricionales y de salud que se dan en altitud, así como las ayudas ergonutricionales y farmacológicas que se utilizan habitualmente. La relación entre medicamentos y nutrientes puede poner en peligro la salud del alpinista si no se realiza bajo un control riguroso.
Según un reciente artículo publicado por Aritz Urdampilleta Otegui y Saioa Gómez-Zorita, investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), es necesario controlar la administración de fármacos que interaccionen con los alimentos ingeridos y que pueden perjudicar la salud del alpinista.
Entre los principales factores limitantes del rendimiento en el alpinismo destacan el agotamiento de los depósitos de glucógeno muscular y catabolismo proteico elevado, desequilibrio hidroelectrolítico y mal agudo de montaña (MAM).
Ante esta situación de gran estrés que se vive en las altitudes elevadas y en estancias superiores a las tres semanas, se hace imprescindible una óptima alimentación. Aún así, en ocasiones el MAM en los alpinistas es inevitable y en estos casos se hace uso de fármacos para afrontar dicha situación, que si no se realiza bajo un control riguroso, la suplementación puede poner en peligro la salud del alpinista por las posibles interacciones que se dan con los alimentos o ayudas ergonutricionales ingeridas.
Cada vez son más turistas los que acuden a montañas elevadas o a hacer travesías a altas altitudes. Muchos de ellos, sin anteriormente tener experiencia en altas montañas. Estas estancias inducen grandes cambios a nivel fisiológico, como el aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión arterial sistémica y pulmonar, hiperventilación, retención de líquidos, disminución de la saturación de hemoglobina (SaO2), entre otros.
Por las dificultades que entraña la situación de hipoxia, frío intenso y ejercitarse en condiciones de poca alimentación, subir a grandes altitudes hace que se recurra habitualmente a ayudas ergonutricionales o fármacos. Por ello, la información actualizada sobre la evidencia científica en referencia a las ayudas ergonutricionales y farmacológicas y posibles interacciones entre ellas es de vital importancia.
Mal agudo de montaña
A altas altitudes, sobre todo por encima de los 4.000 metros, y según la susceptibilidad individual a la hipoxia, es habitual que disminuya el apetito y que haya pérdidas de peso considerables. Sobre todo cuando se duerme por encima de 4.000 metros, es habitual padecer MAM, que se caracteriza por la aparición de síntomas como dolor de cabeza, mareos, náuseas, insomnio, fatiga generalizada y falta de apetito entre otros.
Aparece en montañeros sanos que ascienden montañas elevadas. Típicamente estos síntomas se desarrollan durante las primeras 6-10 horas de la ascensión y presentan un pico en el segundo o tercer día de la estancia. La incidencia del MAM es variable, pero relativamente alta.
En altitudes entre los 4.000-5.800 metros afecta a un 67% de los sujetos. Si el MAM no se controla adecuadamente, puede derivar en edema cerebral y riesgo de muerte. En esta situación, el alpinista no es consciente, está desorientado y no coordina adecuadamente, llevando a fallos que pueden provocar un grave accidente.
Las últimas investigaciones sugieren que un preacondicionamiento anterior a la ascensión en hipoxia intermitente, con un mínimo de 12 sesiones (2-4 sesiones/semana) realizando actividad física de carácter aeróbico-anaeróbica por encima de los 4.000 metros de altitud, ayuda a prevenir el MAM. Así mismo, se ha demostrado que es un entrenamiento eficaz en diferentes deportes para mejorar la capacidad de recuperación.
El trabajo de los investigadores de la UPV/EHU ha analizado las situaciones nutricionales y de salud que se dan en altitud, así como las ayudas ergonutricionales y farmacológicas que se utilizan habitualmente. Posteriormente, ha valorado las interacciones fármaco-nutricionales que se pueden dar, así como los riesgos de estas interacciones en la salud de los alpinistas.
Las conclusiones a las que han llegado son que a grandes altitudes la gravedad del MAM repercute en el apetito y en la ingesta alimentaria en los alpinistas. Se debe prestar especial atención a la utilización de fármacos para el MAM, ya que pueden ocultar sus síntomas habituales y, en consecuencia, se puede seguir ascendiendo hasta el momento en el que organismo no puede aclimatarse a la altitud.
Por otra parte, la suplementación nutricional con vitamina E antes de la estancia y la toma de hierro y vitamina C durante la actividad alpinística resulta crucial. Como suplementos ergonutricionales, las bebidas isotónicas, el glicerol, cafeína, aaR, los AG omega 3 y el Ginkgo Biloba, pueden resultar eficaces.
Además, en estados de desnutrición, las interacciones entre nutrientes-ayuda ergonutricionales y fármacos pueden ser mayores, siendo las más peligrosas las que se dan entre suplementos vasodilatadores (omega3, ginkgo biloba, perlas de ajo, precursores de óxido nítrico y ácido acetilsalicílico). No se recomienda mezclar diuréticos (acetozalamida) y corticoides (prednisona o dexametasona).
Referencia bibliográfica:
Urdampilleta, A. y Gómez-Zorita, S. (2014) Aspectos ergonutricionales e interacciones fármaco-alimentarias en el alpinismo/Nutritional ergogenics aspects and drug-food interactions in mountaineering. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Pendiente de publicación / In press.
http://cdeporte.rediris.es/revista/inpress/artaspectos579e.pdf