Científicos estadounidenses y británicos han determinado que los volcanes funcionan de un modo más complejo de lo que pensaba. En el último número de Science confirman que las futuras erupciones serán mucho más difíciles de prever porque el magma presurizado recarga el volcán repetidamente, causando episodios de erupción en la superficie.
Los investigadores de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), la Universidad Estatal de Pensilvania y la Universidad de Arkansas (EE.UU) han descubierto que el magma presurizado no forma un globo a gran profundidad, sino que recarga el volcán de forma repetida con episodios de erupción en la superficie. Concluyen que así, las erupciones serán más difíciles de predecir.
Para llegar a sus conclusiones, el equipo de científicos junto a los investigadores del Observatorio de Vulcanología de la isla de Montserrat midió el flujo en superficie de lava mediante estudios topográficos detallados del domo de lava y sus depósitos. Para evaluar la cantidad de inflación o deflación en respuesta al movimiento del magma, los investigadores midieron también la respuesta de la superficie del suelo en torno al volcán utilizando un sistema de posicionamiento global (GPS).
Los científicos desarrollaron un modelo físico para conciliar las medidas y obtener una imagen de cómo el magma se mueve desde la corteza intermedia hasta la superficie. “Nuestras conclusiones muestran que las erupciones volcánicas son todavía más complejas de lo que habíamos creído originalmente, e ilustra la necesidad urgente de nuevas investigaciones en este y en otros volcanes”, explica Richard Herd, de la Universidad de East Anglia, que ha trabajado varios años en Montserrat y ha observado la devastación causada por el volcán Soufrière Hills.
El estudio se realizó en la isla caribeña de Montserrat, un territorio británico en el que el volcán Soufrière Hills se ha mantenido en erupción desde 1995. Este volcán ha causado daños generalizados a la isla y a sus infraestructuras, y ha hecho necesaria la evacuación de tantas personas que la población de la isla ha pasado de 13.000 a sólo 4.500. En 1997, avalanchas de rocas a alta temperatura, conocidas como flujos piroclásticos, destruyeron la capital, Plymouth, y el aeropuerto de la isla matando a más de 20 personas.