Un estudio liderado por el Hospital Vall d’Hebron revela que la transmisión del SARS-CoV-2 de los menores de edad con covid-19 a los adultos con quienes conviven es baja. El trabajo se ha hecho a partir de 163 pacientes pediátricos, todos los que tuvieron un diagnóstico confirmado de la enfermedad durante el confinamiento.
Solo un 3,4 % de los pacientes pediátricos con diagnóstico de covid-19 confirmado entre el 1 de marzo y el 31 de mayo en Cataluña fueron los transmisores del virus al resto de los miembros de su núcleo familiar. Así concluye el estudio epidemiológico ‘Papel de los niños y las niñas en la transmisión intrafamiliar del SARS-CoV-2 (COPEDI-CAT)’, liderado por el Hospital Vall d’Hebron.
El objetivo de la investigación fue analizar la secuencia de contagios entre los menores de 18 años con coronavirus y los adultos con quienes conviven. Después del estudio de contactos, solo en tres casos se identificó claramente al menor de edad como desencadenante del brote familiar.
El rastreo de contactos se pudo completar en 89 de las 163 familias potencialmente candidatas. En 36 familias (40,4 %) no se pudo definir el patrón de transmisión. En 50 de las familias en las cuales varios miembros sufrieron la covid-19, se identificó otro miembro de la familia o de fuera con PCR positiva que tenía síntomas o había sido diagnosticado antes o al mismo tiempo que el menor de edad, y que sería el transmisor (un 56,2 %).
Solo 31 de los 163 pacientes pediátricos concovid-19 incluidos en el estudio requirieron hospitalización (un 19 %). El 81 % (132 pacientes) presentaron cuadros clínicos inespecíficos y poco graves que no hicieron necesario el ingreso. Y de las 89 familias en las que se pudo completar el estudio de contactos, un 21,4 % de los menores (19) fueron asintomáticos.
“Los resultados confirman que los niños y las niñas han sufrido la enfermedad con cuadros inespecíficos y poco graves y que son menos transmisores del SARS-CoV-2 que los adultos en el entorno familiar, un ámbito de mucha proximidad y donde es difícil mantener las medidas de seguridad”, apunta Pere Soler, jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría de Vall d’Hebron.
“En una segunda fase estamos realizando un estudio prospectivo, conjuntamente con los pediatras de Atención Primaria, en el que ya hay incluidos 357 pacientes pediátricos diagnosticados de covid-19 del 1 de junio al 26 de agosto y más de mil contactos intrafamiliares, con el objetivo de analizar la secuencia de contagios de los casos diagnosticados después del confinamiento”, añade.
Los síntomas más frecuentes de la covid-19 en niños son la fiebre (59,6%) y la tos (49,4%), seguidas de fatiga (40,5%) y dificultad respiratoria (31,5%). “Los menores de edad no acostumbran a hacer cuadros graves, confirma el estudio, que detecta como grupos de riesgo de la enfermedad a aquellos pacientes pediátricos que sufren cardiopatías congénitas y neumopatías graves, excluyendo el asma”, afirma Antoni Soriano, de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría.
“Además, a lo largo de los meses se ha demostrado un descenso progresivo de los ingresos hospitalarios por la covid-19 que han pasado de casi el 30 % en el mes de marzo al 0,3 % desde el inicio de agosto, aún con el aumento de nuevos casos de infección por SARS-CoV-2 a causa de una mayor realización de PCR”, añade Soriano.
Un porcentaje muy significativo de menores de edad infectados por SARS-CoV-2 se sitúan en una franja de edad a partir de los 12 años, con 42 casos entre 12 y 16 años y otros 42 casos entre 16 y 18 años. Unos treinta pacientes pediátricos tenían entre 6 y 12 años en el momento de sufrir la covid-19, 19 entre 3 y 6 años y 30 entre cero y tres años. Sin embargo, el grueso de los menores de edad que requirieron ingreso hospitalario se concentran en la franja de menores de tres años (un 33 %, diez de un total de 31 de todas las edades que han requerido hospitalización).
“A los bebés y los niños y las niñas de muy corta edad se los considera clásicamente pacientes de mayor riesgo desde un primer momento, al ser más vulnerables, y este grupo presentaba un mayor porcentaje de cardiopatías congénitas y neumopatías graves”, contextualiza Soler. Por territorios, la mayoría de los casos de menores de edad infectados por el SARS-CoV-2 se registraron en las regiones sanitarias de Barcelona, con un total de 92, y Girona (48 casos).
El número de pacientes menores de 18 años con un diagnóstico confirmado de covid-19 ha aumentado de forma exponencial en Cataluña después del confinamiento. Si del 1 de marzo al 31 de mayo los pacientes pediátricos fueron 163, solo en el mes de junio se registraron 250 casos, en julio 2.602 y, del 1 al 23 de agosto, 2.419 casos. Hay que destacar que muchos de estos casos son asintomáticos o presentan síntomas leves.
“Durante estos meses se han realizado muchas más pruebas PCR, mientras que en el confinamiento las pruebas se realizaron solo a los niños y las niñas con síntomas importantes y a los hospitalizados. Ahora la capacidad para hacer PCR es más alta y se detectan más casos de covid-19, tanto pediátricos como en adultos, aunque la libre circulación de menores de edad pueda también haberse traducido en más contagios”, señala Magda Campins, jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología de Vall d’Hebron.
“Este estudio ha sido una oportunidad para ampliar la información sobre el SARS-CoV-2 en el ámbito de la población pediátrica, escasa desde el punto de vista microbiológico”, expone Juliana Esperalba, del Servicio de Microbiología de Vall d’Hebron, quien, con Andrés Antón, lidera la realización de estudios serológicos y pruebas PCR del estudio.
Los expertos del Vall d’Hebron realizaron en primer lugar una encuesta telefónica a las familias para conocer los datos clínicos y epidemiológicos de la covid-19 de estos pacientes pediátricos, los factores de riesgo o las comorbilidades. También evaluaron los contactos que establecieron los menores con los convivientes en el núcleo familiar y aquellas personas con las cuales mantuvieron contacto frecuente, así como la afectación por el virus que han tenido estos adultos.
Los participantes que no tuvieron confirmación previa de la infección pudieron someterse a un estudio serológico, para conocer si se habían infectado por SARS-COV-2. También se ofreció a aquellos familiares de pacientes pediátricos con indicios de tener una infección activa la opción de realizarse una PCR en muestra respiratoria.