En los últimos años ha aumentado la fragilidad del ecosistema que forman las abejas y avispas junto a la flora de las zonas estudiadas. Así lo revela un estudio que se ha centrado en las costas de Mallorca. Según los investigadores, la disminución en la riqueza de especies de plantas en la zona ha derivado en una menor diversidad de abejas y avispas, lo que podría afectar a la red de polinización. Para evitarlo los científicos proponen prestar especial atención a las especies generalistas.
Un estudio publicado en la revista Ecosistemas, de la Asociación Española de Ecología Terrestre, desvela que la pérdida de hábitat en la costa del levante mallorquín ha aumentado la fragilidad del ecosistema que forman las abejas y las avispas junto a la flora de la zona.
Según las conclusiones de la investigación, este hecho ya ha supuesto una reducción en la cantidad y diversidad de las abejas y avispas en las zonas estudiadas dada la pérdida de varias especies de plantas. Según detalla el estudio, "las redes de polinización son clave para el buen funcionamiento de un ecosistema y la pérdida y degradación del hábitat está afectando directamente a su funcionamiento, y como consecuencia a la flora y fauna de diversas zonas a nivel mundial”.
El trabajo, llevado a cabo por dos científicos del Institut Mediterrani d’Estudis Avançats (CSIC-UIB), Rafel Beltrán Mas y Anna Traveset Vilagines, se centra en la estructura y dinámica de las redes de polinización de las abejas y avispas en dos zonas costeras concretas de Mallorca, la Cala Mesquida y la finca Son Bosc, adyacente al Parque Natural de la Albufera de Mallorca y afectada por una importante pérdida de hábitat debido al intento de construcción de un campo de golf de forma ilegal entre 2010 y 2011.
Las dos zonas estudiadas mostraron una baja “conectancia de red”, lo que significa que los enlaces existentes dentro de las redes de polinización son pocos y, por tanto, muy especializados, lo que hace a la comunidad menos estable y resistente a los cambios.
Los científicos observaron además que las redes de estas dos zonas poseen una “especialización relativamente alta” debido a que la mayoría de sus especies solo polinizan con una o pocas especies de plantas, un hecho que se ha agudizado con la pérdida de hábitat.
Según explica el estudio, esto hace que la población sea más débil ya que en redes más especializadas y menos conectadas, las especies que no comparten nicho y tienen unos recursos más limitados son más propensas a desaparecer ante cualquier perturbación en la comunidad de plantas, frente a la robustez de redes más generalistas en las que las especies mantienen un mayor número de enlaces con diferentes tipos de plantas logrando conexiones más amplias y complejas que aumentan su capacidad de supervivencia.
La finca Son Bosc, afectada por una pérdida del 52% de su cobertura vegetal, es una zona de alta fragilidad ante posibles perturbaciones dada la alta disminución en la riqueza de especies tanto de abejas y avispas como de plantas.
“Esto repercute directamente en la fortaleza de la comunidad y hace que sea más susceptible a futuras perturbaciones que la zona no alterada” aseguran los investigadores. El hecho está, en que si una especie se perdiera en una de las localidades por la reducción de hábitat, “habría pocas posibilidades de recuperarla pues es poco probable que se encuentre en hábitats cercanos de características similares”, según explican los autores.
El problema cobra mayor importancia ya que en Cala Mesquida se encuentran dos especies concretas, Dufourea baleárica, con estado de conservación sin evaluar; y la ya amenazada Halictus microcardia, ambas de alto valor conservacionista por su categoría de endemismo balear. A lo que hay que sumar el desconocimiento del estado de conservación de casi la mitad de las especies de Son Bosc.
En la actualidad, si no se toman medidas rápido, "es posible que incluso algunas de esas especies lleguen a desaparecer dado el posible alto impacto de los pesticidas y herbicidas usados en las zonas de cultivos colindantes”, advierten.
Para Rafel Beltrán y Anna Traveset, “habría que realizar más seguimientos cada cierto tiempo prestando especial atención al estado de las poblaciones generalistas y a las endémicas”. Entre las generalistas que dan robustez a la red destacan la Andrena ovatula (casi amenazada) y Apis mellifera (con datos insuficientes).
Así también proponen llevar a cabo medidas de educación y concienciación ambiental mediante la instalación de carteles informativos que pongan en valor el ecosistema dunar de Cala Mesquida.