Usada por los médicos desde 1950 para tratar su deficiencia en niños y adolescentes, la hormona del crecimiento podría llegar a ser utilizada ahora para el tratamiento de la diabetes tipo 1. Los resultados han sido publicados en la revista PNAS.
Cuando el sistema inmune ataca a las células del páncreas encargadas de producir insulina se desarrolla diabetes de tipo 1, cuyo único tratamiento médico es la insulina inyectada.
Sin embargo, a pesar de que con la insulina se puede controlar la enfermedad, no existe cura y, con los años, la diabetes puede acabar acarreando complicaciones serias: problemas oculares, úlceras e infecciones en las extremidades, presión arterial y colesterol altos, o problemas renales.
En su laboratorio del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, el grupo de investigación dirigido por Mario Mellado ha identificado una manera que evita que el sistema inmune ataque a las células del páncreas.
Empleando un modelo murino de la enfermedad, los resultados que han obtenido parecen bastante prometedores: la hormona del crecimiento, usada por los médicos desde los años 50 del siglo pasado para tratar de su deficiencia a niños y adolescentes, retrasa el desarrollo de la diabetes de tipo 1.
En colaboración con científicos de la Universidad Complutense, han demostrado que la hormona de crecimiento favorece la proliferación de los islotes pancreáticos, protege su integridad y tiene efectos sobre el sistema inmunológico, favoreciendo la presencia de macrófagos antiinflamatorios y, entre otras cosas, mantiene la actividad de la población de linfocitos T encargada de reducir la respuesta inmune (células T reguladoras).
Como acaban de publicar en la revista PNAS, el estudio remarca la importancia del control endocrino de las funciones asociadas al sistema inmunológico y sugiere que terapias basadas en análogos de la hormona de crecimiento podrían ser útiles en le tratamiento de la diabetes autoinmune.