En otoño, la temporada de gripe comienza y no termina hasta la siguiente primavera. Aunque este patrón cíclico, común en las regiones templadas, es bien conocido, todavía queda por descubrir la fuerza impulsora que lo ocasiona. Ahora, un nuevo estudio explica la evolución y las tasas de migración del virus de la gripe A (H3N2), lo que puede suponer una herramienta más para combatir la enfermedad.
¿Se extinguen las cepas existentes cada primavera sólo para ser reemplazadas cada otoño por nuevas cepas de otras partes del mundo o “una cadena oculta de enfermedades” persiste durante el verano sembrando la epidemia de la temporada siguiente?
Un análisis genético, realizado por investigadores de la Universidad de Michigan, la Universidad de Miami, el Instituto Médico Howard Hughes y la Universidad Estatal de Florida y publicado hoy on line en la revista PLoS Pathogens, revela que en EE UU no todas las cepas de gripe se extinguen al final del verano; algunas migran a Sudamérica y otras incluso más lejos.
“El punto de vista predominante que se ha desarrollado durante los últimos tres años es la hipótesis de fuera de los trópicos, en la que las cepas que provocan cada temporada de gripes templadas se originan en China y el sudeste de Asia, donde la gripe A es menos estacional”, afirma Trevor Bedford, investigador principal del trabajo.
Los autores han probado esa hipótesis analizando secuencias genéticas de virus de la gripe A (H3N2) recogidos de pacientes de todo el mundo entre 1998 y 2009 y construyendo un árbol que muestra las relaciones entre los virus. El modelo matemático resultante explica los procesos de la evolución y las tasas de migración.
“Hemos descubierto que aunque China y el sudeste asiático desempeñan el papel más importante en la red de migración de la gripe A, las regiones templadas (en particular EE UU) también contribuyen de forma importante”, afirma Bedford. En lugar de extinguirse al final de la temporada de gripes, muchas cepas simplemente se mueven a climas más favorables.
Los resultados tienen implicaciones en los esfuerzos de salud pública dirigidos a combatir esta enfermedad. Por ejemplo, a la hora de usar antivirales, que pueden fomentar el desarrollo de cepas resistentes a los medicamentos, hay que tener en cuenta que la gripe normalmente migra fuera de EE UU.
Si, como antes se pensaba, esas cepas se extinguen al final de la temporada, no sería un problema, pero su capacidad recientemente descubierta para sobrevivir y circular significa que las cepas resistentes se pueden extender por todo el planeta. El descubrimiento también significa que los programas de vacunación fuera de China y el Sudeste asiático pueden ser eficaces para frenar la propagación de la gripe.
Vacunas personalizadas
“El conocimiento creciente sobre los patrones de migración del virus de la gripe finalmente podría hacer posible el diseño de vacunas para lugares concretos”, declara Bedford. Por ejemplo, los autores encontraron que Sudamérica obtiene prácticamente todos los virus de gripe de Norteamérica.
“En lugar de dar a Sudamérica la misma vacuna que al resto del mundo, podríamos diseñar una vacuna preferencial desde las cepas que han estado circulando por América del norte la temporada anterior, y esto podría hacerse en todo el planeta”, sugiere.
La investigación también podría dar información sobre la vigilancia de la enfermedad, concluye Bedford. “Ahora observamos que la gripe puede venir de regiones templadas también, por lo que nuestra vigilancia necesita ser mucho más global”.
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Referencia bibliográfica:
Bedford, T., S. Cobey, P. Beerli, and M. Pascual. “Global migrational dynamics underlie evolution and persistence of human influenza A (H3N2)”. PLoS Pathogens, edición on line 27 de mayo de 2010.
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