Cuando el volcán Pinatubo de Filipinas entró en erupción en 1991, los científicos dieron por extinto un pequeño roedor, dada la magnitud de la explosión, cuyos efectos se sintieron en todo el mundo. Pero el ratón del volcán Pinatubo, protagonista del #Cienciaalobestia, no solo logró sobrevivir, sino que ahora es el roedor más abundante de la zona.
En 1991, el estallido del volcán Pinatubo, ubicado en la isla de Luzón en Filipinas, tuvo efectos devastadores para los bosques y hábitats de una amplia zona circundante. Considerada como la segunda erupción volcánica más poderosa del siglo XX, se produjeron deslizamientos de tierra y lahares destructivos durante muchos meses, además de tifones y lluvias monzónicas. Unas 800 personas perdieron la vida como consecuencia del fenómeno.
Entre los años 2011 y 2012, un equipo de científicos liderado por Danilo Balete, del Museo Field de Historia Natural en Chicago, se trasladó hasta las zonas afectadas para analizar cómo había progresado la fauna desde el incidente hasta nuestros días, con el objetivo de estudiar las poblaciones de mamíferos supervivientes.
Antes de la erupción, no existían estudios sobre las especies de mamíferos que vivían en el Monte Pinatubo. “La mayoría de estos primeros registros fueron de especies comunes de murciélagos recolectados en la década de 1950”, explica Larry Heaney, conservador de mamíferos en el museo estadounidense y uno de los autores del artículo publicado en revista Philippine Journal of Science.
Sin embargo, entre los documentos, otro animal les llamó particularmente la atención a los científicos. Se trataba de un pequeño roedor, conocido como el ratón del volcán Pinatubo (Apomys sacobianus) y descubierto en 1962.
“Después de la erupción del Pinatubo, buscamos este ratón en otros picos de las montañas Zambales, pero no lo encontramos. Esto sugería una distribución geográfica muy limitada para esta especie. Pensamos que el volcán podría ser el único lugar donde vivió el ratón. Y según las expectativas de las islas de otros lugares, en ese momento parecía posible que la especie se hubiera perdido debido a la erupción”, explica Heaney.
Los resultados del estudio permiten ahora desmentir la suposición de que los mamíferos que habitan en las islas oceánicas son susceptibles de extinguirse tras una perturbación ecológica importante. La prueba es que el ratón del volcán Pinatubo en realidad sí sobrevivió.
El equipo se instaló en diversas zonas de la ladera oriental del Monte Pinatubo, en la provincia de Pampanga. Veinte años después de la erupción, los científicos pudieron comprobar que los estragos que causó la erupción volcánica aún eran visibles. La vegetación era una mezcla escasa de plantas nativas y no nativas, densos rodales de pasto, arbustos, enredaderas de bajo crecimiento y pocos árboles. Muy lejos quedaba la imagen del antiguo bosque tropical que cubría la montaña antes de la explosión.
Ecosistema que rodea el Monte Pinatubo, recuperándose después de la erupción de 1991. / Danny Balete
Además, guiándose por estudios previos, los científicos no esperaban encontrar especies nativas de mamíferos, ya que no suelen ser resistentes a fenómenos naturales de esta magnitud.
“Pensamos que el trabajo en Pinatubo confirmaría este patrón general, por lo que esperábamos ver pocas o ninguna de las especies nativas”, recuerda Eric Rickart, conservador de vertebrados del Museo de Historia Natural de Utah y autor principal del artículo.
Para comprobarlo, colocaron trampas con cebos en todos los microhábitats para documentar a los mamíferos. Lejos de obtener los resultados esperados, la prospección del Pinatubo arrojó algunos resultados sorprendentes. Se documentaron un total de 17 especies, entre ellas ocho murciélagos, siete roedores (cinco especies nativas y dos no nativas) e incluso dos grandes mamíferos (cerdo salvaje y ciervo).
En cuanto a los roedores, el trampeo produjo 329 capturas. Entre las especies nativas, el ratón del volcán Pinatubo fue el más abundante. Con 226 capturas de ratones del Monte Pinatubo, esto supuso casi el 69 % del total de capturas nativas.
“Saber que una especie que alguna vez se pensó que era vulnerable, que incluso se temía que se extinguiera, en realidad está prosperando es el mejor tributo a Danny [Danilo Balete] que podamos imaginar”, agrega Heaney en recuerdo al líder del equipo de científicos, quien tristemente falleció en 2017 antes de ver culminada su investigación.
Dada la magnitud de la erupción y del deterioro del hábitat, cabe preguntarse cómo pudo el pequeño ratón del volcán Pinatubo sobrevivir al fenómeno.
“Incluso en una erupción tan masiva como esta hay pequeñas manchas de vegetación a pocos kilómetros de la caldera que están protegidas de la explosión debido al terreno naturalmente escarpado y desigual de una montaña tropical”, considera Heaney.
“También –continúa explicando–, sabemos por estudios botánicos que algunas hierbas y pequeños arbustos empezaron a crecer en muchas partes denudadas de la montaña poco después de la explosión, por lo que los ratones probablemente pudieron extenderse en uno o dos años. Además, es muy probable que estos roedores aniden bajo tierra, por lo que habrían estado protegidos de los efectos directos de la erupción”, apunta el experto.
Con el ejemplo de supervivencia del ratón, el equipo de investigadores considera que el Pinatubo puede ser un lugar idóneo para establecer un proyecto a largo plazo para monitorizar la recuperación del hábitat tras la erupción. “Esta información podría ser útil en los esfuerzos por regenerar las áreas que han sido deforestadas por las personas”, concluye Rickart.
Referencia:
Rickart A, Eric, et al.: “Mammals of Mt. Pinatubo, Luzon Island, Philippines: Extreme Resilience Following Catastrophic Disturbance”. Philippine Journal of Science, 2020