Suscríbete al boletín semanal

Recibe cada semana los contenidos más relevantes de la actualidad científica.

Agencia Sinc

La edad protege de los efectos nocivos de la hipoxia intermitente crónica

Una investigación de la Universidad de Valladolid revela que la edad protege de los efectos nocivos producidos por la hipoxia intermitente crónica, típica de la apnea del sueño. Este tipo de hipoxia –falta de oxígeno– no genera signos clínicos fácilmente visibles en las personas mayores, lo que dificulta su diagnóstico. Sin embargo, pese a ser más frecuente en sujetos de edad avanzada, el cuadro clínico es menos nítido, y esto dificulta el diagnóstico en las personas mayores.

Este tipo de hipoxia no genera signos clínicos fácilmente visibles en las personas mayores
En la imagen, investigadores del Dpto. de Bioquímica y Biología Molecular y Fisiología de la UVa y el IBGM, encabezados por Constancio González, fallecido el pasado año. / UVa

La hipoxia intermitente crónica (HCI, por sus siglas en español) es un tipo de hipoxia –falta de oxígeno– que se produce en la apnea obstructiva del sueño, originando diversos efectos nocivos clínicamente visibles en los sujetos jóvenes, lo que facilita el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, pese a ser más frecuente en sujetos de edad avanzada, el cuadro clínico es menos nítido, y esto dificulta el diagnóstico en las personas mayores.

Con el objetivo de profundizar en el origen de este hecho, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVa), del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) –centro mixto UVa/CSIC–, de la Universidad Nueva de Lisboa (Portugal), del Hospital Clínic de Barcelona y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES) del Instituto de Salud Carlos III, ha realizado un estudio experimental en ratas jóvenes y ratas de edad avanzada en el que sugieren que la edad protege de los efectos nocivos derivados de la hipoxia intermitente crónica.

El estudio, dirigido por el grupo de investigación del departamento de Bioquímica y Biología Molecular y Fisiología de la Facultad de Medicina de la UVa y el IBGM, que trabaja desde hace más de ocho años en esta línea de investigación, ha sido publicado en The Journal of Physiology.

“Nuestros resultados son de gran relevancia ya que contribuyen a la comprensión y evaluación del poco claro cuadro clínico encontrado de aparición tardía en los pacientes con síndrome de apnea obstructiva del sueño y que en tan pocos trabajos se ha estudiado", precisa Sara Yubero, una de las investigadoras que ha participado en el estudio. Asimismo, el trabajo “tiene también una importante implicación clínica ya que favorece que se asienten las bases para un mejor diagnóstico y tratamiento clínico del síndrome".

El trabajo tiene implicaciones clínicas ya que favorece que se asienten las bases para un mejor diagnóstico y tratamiento clínico del síndrome

Un trastorno con una gran prevalencia

La apnea obstructiva del sueño (AOS) es una enfermedad que se caracteriza por obstrucciones repetitivas, totales o parciales, de las vías aéreas superiores (fosas nasales, boca, faringe y laringe) durante el sueño, sobre todo en los períodos de sueño REM. Cada obstrucción ocasiona un episodio de hipoxia, provocando una caída en la presión arterial de oxígeno en sangre y una disminución en la saturación de la hemoglobina –un elemento que se encuentra en el torrente sanguíneo, el cual se une al oxígeno y lo transporta hacia los tejidos del cuerpo–, lo que conduce a un cuadro de hipoxia intermitente recurrente crónica (HCI).

La activación muscular y la reacción de despertar vencen esta obstrucción, el paciente inspira y se recupera la presión arterial de oxígeno en sangre iniciándose un nuevo ciclo de obstrucción. Sin embargo, estas reacciones de despertar interrumpen el sueño nocturno, rompen el poder reparador del sueño y generan somnolencia diurna en los afectados.

Según los datos aportados en diversos estudios, la apnea obstructiva del sueño afecta a entre el 9 y el 15% de la población de más de 35 años y su incidencia aumenta con la edad. De este modo, se estima que el 26% de los hombres y el 21% de las mujeres de más de 60-70 años presentan esta enfermedad.

A medida que la apnea obstructiva del sueño evoluciona, genera una serie de efectos adversos que constituyen el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y que agrupa a distintas patologías directamente asociadas a la hipoxia crónica intermitente, como problemas cardiovasculares –riesgo de padecer hipertensión y accidentes cardiovasculares agudos–; patologías hepatometabólicas –obesidad, resistencia a la insulina–; y alteraciones neuropsiquiátricas –ansiedad, depresión, déficits cognitivos y demencias–.

Estudio experimental en ratas jóvenes y de edad avanzada

Teniendo en cuenta la importancia sociosanitaria de la apnea obstructiva del sueño, dada esta alta prevalencia, y el hecho de que los trabajos experimentales que se centran en el estudio de los efectos de la hipoxia intermitente crónica son escasos en animales de edad avanzada, los investigadores pusieron en marcha este estudio, cuyo fin último fue además determinar por qué el síndrome de apnea obstructiva del sueño es clínicamente menos visible en los pacientes de edad avanzada.

La apnea obstructiva del sueño se caracteriza por obstrucciones repetitivas, totales o parciales de las vías aéreas superiores durante el sueño

“Nuestro estudio se centra en definir los posibles patrones distintivos en las alteraciones de los dos principales mecanismos patogénicos implicados en las patologías vinculadas al síndrome de la apnea obstructiva del sueño: el aumento del tono simpático y la aparición de un estado oxidativo. Para ello, hemos llevado a cabo una comparación de los efectos de la hipoxia intermitente crónica entre jóvenes y viejos, utilizando un modelo experimental de apnea obstructiva del sueño en ratas", explica la investigadora.

En concreto, los investigadores emplearon ratas macho, adultos jóvenes (3-4 meses de edad) y ratas de edad avanzada (22-24 meses de edad), que se distribuyeron en cuatro grupos experimentales: controles jóvenes, animales jóvenes sometidos a hipoxia intermitente durante 15 días, controles viejos y animales viejos sometidos a hipoxia intermitente durante 15 días. En los cuatro grupos experimentales diseñados, se realizaron distintas medidas.

Los resultados obtenidos por el equipo científico muestran que el envejecimiento ofrece una protección contra los efectos perjudiciales producidos por la hipoxia intermitente crónica, que sí se han encontrado en los animales adultos jóvenes. “Esta protección provendría de dos hallazgos importantes. Nuestros datos muestran la ausencia de un tono simpático aumentado y la ausencia de un estado oxidativo en los animales de edad avanzada sometidos a hipoxia intermitente crónica, a diferencia de lo que ocurre en los animales jóvenes, en los que la hipoxia intermitente aplicada produce una clara hipertensión y una modificación del estado de oxidación –estado redox– aumentado", precisa la investigadora.

Próximos pasos

Los resultados alcanzados tienen una gran implicación científica, “ya que sugieren importantes directrices para una futura línea de investigación, centrada en el estudio de los mecanismos implicados en la evolución del tono simpático y el estado redox (reducción-oxidación) en esta patología". Del mismo modo, los investigadores prevén profundizar en el estudio de las posibles modificaciones del endotelio vascular inducidas por la hipoxia intermitente crónica como posible diana terapéutica para el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño, particularmente en el enfermo de edad avanzada.

El trabajo, que ha centrado la tesis doctoral del investigador Miguel Quintero, ha sido financiado con proyectos del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad, del Instituto de Salud Carlos III a través del CIBERES –del que el Grupo del IBGM forma parte- y por la Junta de Castilla y León.

Referencia bibliográfica:

Quintero, M., Olea, E., Conde, S. V., Obeso, A., Gallego‐Martin, T., Gonzalez, C., Monserrat, J.M., Gómez-Niño, A., Yubero, S. y Agapito, T. (2016). “Age protects from harmful effects produced by chronic intermittent hipoxia". The Journal of physiology. DOI: 10.1113/JP270878

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
Artículos relacionados