Annette Fagerlund investigadora en la Escuela noruega de Ciencia veterinaria, estudió en su doctorado las propiedades patológicas de la bacteria Bacillus cereus, causante de intoxicación alimentaria. Su trabajo ha permitido ahora que entendamos mejor cómo esta bacteria causa la diarrea.
Cuando el Bacillus cereus se desarrolla en el intestino, segrega una toxina que destruye las células epiteliales del intestino y produce la enfermedad. En concreto, existen tres toxinas que producen diarrea: la citotoxina K (CitK), la enterotoxina no hemolítica (ENH) y la hemolisina BL (HBL).
A partir de esta información, la científica noruega Annette Fagerlund, de la Norwegian School of Veterinary Science, investigó cómo funcionan estas toxinas a nivel molecular, cómo está regulada su producción y cómo se segregan a partir de la célula bacteriana. Conocer esto es fundamental para desarrollar métodos que combatan al B. cereus, que en Noruega es, en la actualidad, la causa más frecuente de intoxicación alimentaria de origen bacteriano.
Que el B. cereus puede producir diarrea es algo que había demostrado originariamente Steinar Hauge en 1948. En la década de los ‘90, Per Granum y su grupo de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Noruega identificaron dos de las toxinas que producen la enfermedad: CitK y ENH. En su investigación, Fagerlund ha descrito estas toxinas para saber cómo contribuyen a causar la diarrea.
La toxina CitK fue descubierta originariamente como consecuencia de un brote de intoxicación alimentaria en 1998 en el que fallecieron tres personas. En su tesis, Fagerlund señala que la cepa bacteriana que causó este brote en concreto pertenecía a una línea extremadamente rara de B. cereus, que lo más probable es que a día de hoy sea una nueva especie. Además, se ha demostrado que CitK existe también en líneas “ordinarias” de B. cereus, pero que la toxina es una variante que no produce un daño significativo a las células.
Esta investigación ha demostrado que tanto CitK como ENH crean poros en las membranas de las células a las que atacan. La ENH, por su lado, está relacionada con HBL, la tercera toxina del B. cereus, y es la que puede producir toxicidad alimentaria. Fagerlund ha demostrado que la toxina ENH consta de tres proteínas diferentes y que las tres son necesarias para producir el máximo daño a las células.