El Grupo Biofarma de la Universidad de Santiago (USC) está logrando avances significativos en el diseño de biomarcadores terapéuticos en depresión mayor. Buscan que a través de un análisis de sangre se pueda predecir con fiabilidad si a los pacientes les va a resultar eficaz un determinado fármaco. Lo hacen en colaboración con el equipo de la doctora Kalynchuk de la Universidad Saskatchewan de Canadá y con el psiquiatra José Manuel Olivares del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI).
El coordinador del proyecto es el profesor Héctor Caruncho Michinel, que lleva más de quince años trabajando en neurobiología de dolencias mentales. Explica que la depresión mayor es una enfermedad mental grave caracterizada por una alteración importante del estado de ánimo, acompañada de otros síntomas.
Tal como señala el profesor, los psiquiatras diagnostican las enfermedades mentales en función de los síntomas que evalúan en las entrevistas con sus pacientes. Esto lleva a un diagnóstico que determina la pauta que se debe seguir en cada caso, ya sea farmacoterapia y/o psicoterapia.
Según los datos facilitados por el investigador, en la actualidad se conoce que un porcentaje importante de los pacientes no responden bien a los fármacos que les recetan los psiquiatras, en particular en el caso de la depresión mayor. Por otro lado, los antidepresivos tardan varias semanas en hacer efecto. También puede ocurrir que unos fármacos sean más efectivos que otros pero a priori se desconoce cómo van a resultar en cada individuo.
Sin embargo, si los psiquiatras pudiesen conocer con antelación que un determinado tipo de pacientes van a responder de manera positiva a una medicación concreta, entonces podrían llevar a cabo un tratamiento más adecuado de sus pacientes.
Por esta razón, los psiquiatras destacan la necesidad de que los científicos que trabajan en el campo de la neurobiología de enfermedades mentales les proporcionen signos que faciliten una evaluación objetiva de estas dolencias. Esto les facilitaría realizar un mejor diagnóstico y, en consecuencia, proporcionar a los pacientes una terapia más efectiva.
Pautas para el diagnóstico y posterior terapia
Los investigadores de la Universidad de Santiago tratan de avanzar en el diseño de biomarcadores terapéuticos en depresión. El profesor Héctor Caruncho explica que “un biomarcador es la medida de un parámetro biológico que muestra una determinada correlación con un parámetro clínico”. Así, las enfermedades mentales no pueden diagnosticarse a través de un análisis de sangre o de otro tipo de prueba médica, por lo que se trata de buscar pautas que ayuden a su diagnóstico y posterior terapia.
Cuando empezaron a investigar en este campo, en colaboración con la Universidad de Illinois (Chicago), el equipo hizo descubrimientos importantes en relación con la reelina, una proteína que regula la migración de las neuronas y las conexiones entre las mismas. Detectaron que la reducción de esta proteína disminuye la plasticidad neuronal, lo que repercute en la percepción de los estímulos. Y descubrieron una presencia muy baja de reelina en los casos de esquizofrenia y de trastornos del estado de ánimo.
Una de las funciones en la que parece intervenir la reelina es en el agrupamiento de algunas proteínas en las membranas de las neuronas, por lo que los investigadores tratan de comprobar si hay alteraciones en ese parámetro que puedan relacionarse con la depresión. Analizaron en células sanguíneas (linfocitos) algunas proteínas comunes con el sistema nervioso y comprobaron que en pacientes con depresión hay alteraciones en la proteína transportadora de la serotonina, sobre la que actúan la mayoría de los antidepresivos. Entonces, los pacientes con estas alteraciones pueden detectarse a través de una prueba, por lo que podrían usarse para determinar qué tipo de antidepresivos sería más eficaz en cada paciente.
Trastornos depresivos y costes económicos
En relación a las personas que padecen enfermedades mentales, el profesor Héctor Caruncho manifiesta que conviene disminuir el elevado grado de rechazo social al que se ven sometidas. “Son dolencias tratables y que afectan a mucha gente” -afirma el investigador de la Universidad de Santiago-. Y destaca que los trastornos depresivos representan un coste económico “elevadísimo”, de los mayores de todas las enfermedades conocidas.