Investigadores del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) presentan los resultados de un estudio que explica cómo la presencia de unos cúmulos anormales de proteínas en el interior de las células nerviosas se asocia a la muerte neuronal en los enfermos de párkinson. Esta investigación plantea una nueva estrategia terapéutica que se podría aplicar potencialmente, aunque no de forma inmediata, al tratamiento de esta enfermedad, actualmente incurable.
En la enfermedad de Parkinson, además de la pérdida neuronal que la caracteriza, responsable de su sintomatología típica, se observa una acumulación anormal de proteínas en el interior de las neuronas afectadas (llamadas cuerpos de Lewy). En este trabajo, el equipo dirigido por Miquel Vila, jefe de la Unidad de Investigación en Enfermedades Neurodegeneratives del VHIR y profesor de Investigación de ICREA, demuestra que hay un defecto en el sistema de eliminación y reciclaje de residuos tóxicos de la célula que hace que éstos se vayan acumulando en su interior, llegando a interferir en el funcionamiento normal de la misma y conduciéndola a su muerte.
En condiciones normales, la eliminación y reciclaje de residuos tóxicos de la célula se hace a través de unas estructuras internas de de la propia célula llamadas lisosomas, que captan y destruyen estos residuos. La investigación, publicada en el Journal of Neuroscience, ha puesto de manifiesto que, en la enfermedad de Parkinson, el número de lisosomes de las células nerviosas está drásticamente disminuido, de forma que la célula no dispone de las herramientas necesarias para eliminar sus residuos tóxicos.
Además de identificar la causa de esta disminución de lisosomas, el estudio plantea una nueva estrategia terapéutica para intentar aumentar el número de lisosomas en las neuronas afectadas y así poder restaurar los sistemas de reciclaje celular. En primer lugar, por medio de terapia génica, los investigadores han conseguido inducir la formación de nuevos lisosomas en células manipuladas genéticamente, lo cual se ha traducido en una eliminación de los residuos tóxicos acumulados y una atenuación de la muerte neuronal.
En segundo lugar, los investigadores han observado que el fármaco rapamicina (un inmunosupresor que se utiliza actualmente para evitar el rechazo en trasplantes y para uso oncológico) es capaz de aumentar el número de lisosomas en animales de experimentación, restableciendo los sistemas de eliminación de residuos tóxicos de la célula y atenuando la muerte neuronal en estos animales. Esta observación abre las puertas al diseño de nuevos ensayos clínicos para estudiar la posible utilidad de la rapamicina (o de análogos con mejor farmacocinética y menos efectos secundarios) en la enfermedad de Parkinson u otras enfermedades neurodegenerativas.
La enfermedad de Parkinson y la muerte neuronal
El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de la demencia de Alzheimer y se caracteriza por una pérdida progresiva de las neuronas localizadas en el mesencéfalo cerebral y que producen dopamina. Esta muerte neuronal conduce a una pérdida de dopamina en el sistema nervioso central que se traduce en la sintomatología motora típica de la enfermedad de Parkinson (rigidez, temblor, lentitud en los movimientos e inestabilidad postural).
A medida que la enfermedad avanza hay un empeoramiento progresivo de los síntomas y los pacientes tienen dificultades para andar (con riesgo de sufrir múltiples caídas que pueden contribuir a serias complicaciones), hablar o realizar otras actividades, llegando a un alto grado de incapacidad.
Desde los años 60, el tratamiento más eficaz de esta enfermedad es la levodopa, un tratamiento paliativo que suple la carencia de dopamina endógena o propia. Este tratamiento no para la muerte progresiva de las neuronas dopaminérgicas y, por lo tanto, el tratamiento va perdiendo eficacia con el tiempo, además de dar lugar a importantes efectos adversos. Así pues, la enfermedad de Parkinson no tiene, hoy en día, un tratamiento curativo, que evite o retrase la muerte neuronal.
Cuando hablamos de enfermedad de Parkinson, hablamos de 16.000 personas afectadas en Cataluña (70.000 afectados en España). Los síntomas típicos acostumbran a empezar entre los 50 y 65 años y afecta a todas las razas y a los dos sexos. El número más grande de casos se encuentra entre los 70 y 80 años. Sufre la enfermedad una de cada 100 personas entre los mayores de 65 años. Por lo tanto, la frecuencia de la enfermedad es de 1.100 casos cada 100.000 habitantes entre los mayores de 65 años. Se prevé que en los próximos años el número de pacientes afectados por esta enfermedad aumente en paralelo al progresivo envejecimiento de la población.
Miquel Vila y su equipo lideran una de las líneas más productivas -a nivel nacional e internacional- sobre enfermedad de Parkinson y tienen la certeza de que éste y otros estudios podrán ofrecer perspectivas terapéuticas más allá de los tratamientos sintomáticos que tenemos hoy en día.
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Referencia del artículo:
Dehay B., Bové J., Rodríguez-Muela N., Perier C., Recasens A., Boya P. and Vila M. Pathogenic lysosomal depletion in Parkinson’s Disease. Journal of Neuroscience (2010) 30(37):12535-12544.