La respuesta se publica en la revista 'PLoS One'

Glucemia, inflamación y diabetes

La inflamación vascular asociada a la diabetes no se debe directamente al exceso de glucosa, sino que requiere además un estímulo inflamatorio previo. Según investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y de la Universidad de Valencia (UV), esto explicaría por qué la simple reducción de los niveles de glucosa es insuficiente para prevenir las enfermedades cardiovasculares en sujetos diabéticos, y además subraya la necesidad de buscar nuevas dianas terapéuticas.

Glucemia, inflamación y diabetes
Efecto de la glucosa y la inflamación sobre la adhesión de leucocitos al endotelio vascular.

Un grupo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid (Profs. Concepción Peiró y Carlos F. Sánchez Ferrer), en colaboración con otro de la Universidad de Valencia (Profa Mª Jesús Sanz) ha estudiado la capacidad de la glucosa para activar estos mecanismos inflamatorios tempranos. Así, han demostrado que la mera elevación de la glucosa hasta niveles muy altos (22 mmol/l) no aumenta la expresión de moléculas de adhesión en células endoteliales humanas cultivadas, ni tampoco favorece la adhesión de los leucocitos sobre estas mismas células endoteliales.

Asimismo, tampoco se incrementa la adhesión leucocitaria estudiada en ratas “in vivo”, mediante el análisis microscópico de la microcirculación intestinal. Es decir, la glucosa elevada no inicia una respuesta inflamatoria por sí sola en ninguno de los experimentos realizados. En cambio, sí es capaz de potenciar la respuesta producida por una molécula característica de la inflamación, denominada interleuquina-1β, cuando se administra de forma conjunta.

Estos resultados, publicados en la revista PLoS One, indican que, desde el punto de vista de la inflamación vascular, la glucosa elevada no tiene un efecto directo, aunque sí puede potenciar un estímulo inflamatorio previo. Este hecho puede explicar el fracaso de los tratamientos encaminados únicamente a reducir la glucemia y sugiere que la disminución adicional de la inflamación vascular podría suponer un beneficio importante para la prevención de enfermedades cardiovasculares en pacientes diabéticos.

La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica que afecta a millones de personas en el mundo. Su consecuencia más grave es el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en estos pacientes. Se ha sugerido que la aterosclerosis asociada a la diabetes mellitus se debe a la hiperglucemia mantenida a lo largo de los años, por un efecto “tóxico” del exceso de glucosa sobre las células arteriales.

Por ello, se ha propugnado un control muy estrecho de la glucemia en los pacientes diabéticos como la mejor manera de prevenir la aparición de aterosclerosis. Sin embargo, esta propuesta ha resultado ser insuficiente. Se han realizado ensayos clínicos con gran número de pacientes que demuestran que el control estricto de la glucemia no reduce significativamente la incidencia de muertes relacionadas con la aterosclerosis. Por tanto, existen otros aspectos de la diabetes que es necesario investigar.

Una característica que comparten diabetes mellitus y aterosclerosis es la existencia de un ambiente inflamatorio de bajo grado, que constituye un fenómeno temprano de la enfermedad arterial. Este proceso inflamatorio se inicia con la expresión de unas moléculas especializadas denominadas moléculas de adhesión en la superficie de las células endoteliales (que son las que tapizan la cara interna de las arterias y están en contacto directo con la sangre).

Estas moléculas facilitan la fijación de los leucocitos (los glóbulos blancos sanguíneos) al endotelio vascular; una vez adheridos, los leucocitos atraviesan el endotelio y migran dentro de la pared arterial o hasta el tejido adyacente, donde inician la respuesta inflamatoria. En consecuencia, el estudio de la adhesión leucocitaria permite analizar las fases más tempranas de la aterosclerosis.

Fuente: Universidad Autónoma de Madrid
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