Investigadores españoles han evaluado el impacto que tienen las quemas de los matorrales de piorno serrano (Cytisus oromediterraneus) en las aves del Pirineo catalán. Al analizar un periodo de medio siglo después del fuego, los científicos constataron que las aves se recuperan de forma más lenta cuando viven en alta montaña. Muchas lo hacen pasadas entre una y dos décadas desde la quema.
En los últimos 50 años las montañas europeas ha sufrido un abandono progresivo de las explotaciones forestales, agrícolas y ganaderas debido al éxodo rural y a los cambios socioeconómicos. Estas áreas se han cubierto de matorrales. Para recuperar el paisaje de antaño y mantener las zonas de pastoreo entre los 1.400 y 2.100 metros de altitud en el Pirineo, las quemas prescritas han sido las herramientas habituales.
“En el Pirineo catalán se queman cada año centenares de hectáreas de matorrales de piorno serrano (Cytisus oromediterraneus), un hábitat con interés de conservación en Europa y uno de los más afectados por esta práctica”, asegura a SINC Pere Pons, autor principal del estudio e investigador en la Universidad de Girona (UdG).
Los resultados del estudio que se publica en el último número de la revista Animal Conservation indican que las diferentes especies reaccionan de forma distinta al fuego.
Según el científico catalán, la recuperación de la curruca rabilarga (Sylvia undata) es más lenta a esta altitud que en altitudes bajas. La alondra común (Alauda arvensis), la alondra totovía (Lullula arborea), y el alcaudón dorsirojo (Lanius collurio), aves amenazadas en Europa, alcanzan su máxima abundancia entre los 10 y 19 años después del fuego.
Quema controlada en el Pirineo catalán.
Pero después de 20 años de la quema, “el matorral tiende a cerrarse y la comunidad de aves se vuelve más pobre en especies y de menor interés de conservación”, señala Miguel Clavero, coautor de la investigación y también científico en la UdG y en el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC). Además, el equipo ha observado que el efecto de la intensidad del fuego sólo es “significativo” en el primer año después de la quema.
Según Clavero, “son necesarias evaluaciones de la biodiversidad a largo plazo que mejoren la planificación de los intervalos de quema y los métodos de desbroce a diferentes altitudes”. Por eso los investigadores proponen “programar fuegos de baja intensidad porque tienen menos impacto inmediato en la vegetación y en la fauna”.
Abandono rural, una amenaza para la biodiversidad
Los cambios de uso del suelo, y el abandono rural, son factores principales del cambio ambiental global que amenaza la biodiversidad de la que dependen los seres humanos. Las montañas de paisaje heterogéneo con importantes extensiones de cultivos y pastizales han derivado en muchas regiones europeas hacia un paisaje mucho más homogéneo con dominancia de matorrales y bosques. Para recuperar estos paisajes, la solución ha sido, en las últimas dos o tres décadas, las quemas prescritas.
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Referencia bibliográfica:
Pons, P.; Clavero, M. “Bird responses to fire severity and time since fire in managed mountain rangelands” Animal Conservation 13(3): 294-305, junio de 2010. doi:10.1111/j.1469-1795.2009.00337.x
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