Por primera vez, un análisis de la poesía comprometida desde 1980 hasta la actualidad trata la polémica entre las llamadas ‘poesía de la experiencia’ y ‘poesía metafísica’. Según el estudio, los planteamientos beligerantes de los poetas conforman un mosaico cuya pluralidad muestra la convivencia, no siempre armónica, de las distintas tramas estéticas en la lírica española contemporánea.
La poesía española de los últimos 30 años no sólo refleja los cambios que se han producido en la sociedad del país, sino también determinadas corrientes que los autores han utilizado como arma contra otras formas paralelas de versificar.
Esta idea sobrevuela el ensayo Poetry in the footsteps of peace (methods of commitment towards the third millenium) del joven filólogo catalán Luis Bagué Quilez (premio de Investigación Literaria Gerardo Diego en 2006) y que ha reseñado en la revista Insula Ángel Luis Prieto de Paula, catedrático en la Universidad de Alicante (UA) y crítico literario en medios periodísticos como ABCD o Babelia.
Según explica Bagué a SINC, “la aproximación a la poesía comprometida exige adoptar una mirada amplia que trascienda los límites de lo estrictamente literario. El compromiso no es ese salvoconducto que justifica una literatura de barricadas llevada a menudo por el partidismo o la demagogia, como se quiso ver en la vertiente más adocenada y social de la posguerra”.
El trabajo analiza libros que “ofrecen un catálogo de actitudes psíquicas y de procedimientos formales representativos de un nuevo tratamiento de los conflictos sociales”, como El día que dejé de leer EL PAÍS (de Jorge Riechmann, 1997); Cinco años de cama (Roger Wolfe, 1998); La semana fantástica (Fernando Beltrán, 1999) o La intimidad de la serpiente (Luis García Montero, 2003).
Según el estudio de Bagué, el poemario de Riechmann es “un hiperrealismo crítico que desciende del testimonialismo de los años ‘50, pero que añade una mirada personal e irónica”. Wolfe, sin embargo, adopta “un realismo sucio que alterna el desasimiento espiritual y la preocupación ética” mientras que Beltrán hace suya “una poesía entrometida que absorbe la crisis de valores del presente dentro del claustro familiar del autor”.
Por último, Luis García Montero, quizás el más mediático de los escritores analizados posteriormente por Prieto de Paula representa “un destilado de los motivos de la otra sentimentalidad, mediante la fusión de la historia pública y la historia privada de un yo que se enfrenta a la decadencia del ideario ilustrado y al vacío filosófico”.
“La nueva poesía española bebe del posmodernismo”, un concepto amplio que integra diversos preceptos críticos, desde la metafísica lingüística hasta las primeras manifestaciones de la negritud o el feminismo dentro de la llamada otredad (otherness).
Según explica Ángel Luis Prieto de Paula en su reseña, estos poemarios son representativos de la creación poética de los últimos años en España y “encarnan la lógica de una sociedad que ha desactivado la mitología contracultural al elevarla al canon y convertirla en una máscara del conformismo”.
Los cambios históricos sobrevenidos a lo largo de los ‘80 (el fracaso de las expectativas idealistas, el desencanto político o la caída de los últimos gobiernos comunistas) avalan un discurso teórico en que la praxis estética entronca con las tesis neoconservadoras del “final de la historia” propuestas por teóricos como Francis Fukuyama.
Poetas de la experiencia contra poetas metafísicos
Aunque el itinerario cultural se concreta en la aparición de un importante núcleo de autores jóvenes desde finales de los ‘70, a comienzos de la siguiente década todavía no era posible percibir con claridad el cambio de rumbo que se estaba produciendo en la escena lírica española.
Según el investigador de la UA, “en torno a 1985 cristalizan las dos tendencias poéticas que definen el teatro de operaciones de la época: las llamadas, con similar imprecisión, poesía de la experiencia y poesía metafísica. Estas dos corrientes trasladaban al terreno de las letras la querella entre un arte de raigambre figurativa y otro de raigambre abstracta”.
Frente a la verdad y la ambición demiúrgica de las vanguardias, la poesía de la experiencia defendía la verosimilitud como fuente de la complicidad y la relectura personalizada de la tradición. Desde la otra ladera, la poesía metafísica participaba de una mayor diversidad conceptual y estilística que se plasmaba en una radical depuración retórica, siguiendo los pasos de Juan Ramón Jiménez, Rainer María Rilke o Paul Valéry.
A estas dos tendencias en liza se sumó -ya en los ‘90- la beligerante poesía de la diferencia, que suponía antes un revulsivo contra el panorama literario del período que una apuesta estética con rasgos específicos. Para Prieto de Paula, “los escritores de esta corriente creyeron ver en el éxito de la poesía figurativa un síntoma de la acomodación moral de la era posmoderna”.
Los motivos de discusión entre las distintas formas de versificar eran varios, si bien los principales han sido España y la guerra civil, donde a diferencia de los autores de posguerra, en los últimos años se privilegia la reflexión histórica acerca del país. Estos temas conectan con otros fenómenos que tampoco existían en la inmediata posguerra: el desarrollo urbano, la protesta anti-OTAN de mediados de los ‘80 o los actuales movimientos antiglobalización.
De acuerdo con Prieto de Paula, “los escritores contemporáneos elaboran una cartografía temática que incluye la crónica de la marginación; la bancarrota de las esperanzas democráticas, la censura del militarismo estadounidense, las remodelaciones del mapa político europeo tras la caída del telón o la reivindicación ecológica frente a la tecnocracia”.
El trabajo de este catedrático demuestra que “el compromiso de la poesía tiene en la actualidad una apariencia poliédrica”. Si bien tienen en común que “no subordinan el éxito de su obra a una finalidad extraliteraria, sino únicamente a su propia fidelidad ideológica”.
Según define este crítico, parafraseando a Fernando Pessoa, “el poeta actual no ha dejado de ser un fingidor, pero sabe que su ficción estética se alimenta de los materiales de los que está hecha la existencia: las indispensables dosis de dolor, el deseo de transformación y justicia, la revelación y la muerte”.
Referencia bibliográfica:
Ángel L. Prieto de Paula. “Poetry in the footsteps of peace (methods of commitment towards the third millenium)”. Insula- Revista de letras y ciencias humanas 63(743): 18-21. noviembre de 2008.
Información sobre el autor del estudio:
Luis Bagué Quílez (Palafrugell, Gerona, 1978) es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante, y actualmente becario posdoctoral en la Universidad de Murcia. Ha publicado los libros de poemas Telón de sombras (2002, premio Antonio Carvajal y premio Ojo Crítico de RNE) y El rencor de la luz (2006, premio Joaquín Benito de Lucas). También es autor de los ensayos La poesía de Víctor Botas (2004). Además, ha preparado ediciones de la obra del poeta argentino Ricardo E. Molinari (2003), del uruguayo Julio Herrera y Reissig (2005) y del chileno Humberto Díaz-Casanueva (2006). En colaboración con Joaquín Juan Penalva, ha escrito el libro de poemas cinéfilos Babilonia, mon amour (2005). Desde 1999 es co-director de la revista de poesía Ex Libris, y en la actualidad colabora en el suplemento “Arte y Letras” del diario Información.
Tiene un interesante blog: lasafinidadeselectivas.blogspot.com
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