Un grupo de investigadores de la Escuela Universitaria de Magisterio de Vitoria (UPV/EHU) ha estudiado el perfil psicológico de aquellos estudiantes que tienen intención de participar en los programas de movilidad con los rasgos de aquellos que no se lo plantean y ha detectado indicios que apuntarían a diferencias entre estos dos grupos.
El propósito de este trabajo, que se ha publicado un artículo en la revista Procedia. Social and Behavioral Sciences, titulado "International mobility and psychological factors: a related study for teacher training" (Movilidad internacional y factores psicológicos: un estudio correlacional para magisterio) es servir en el diseño de los programas de movilidad internacional.
“Queríamos fomentar la participación del alumnado y del profesorado en proyectos internacionales y programas de movilidad. Pensamos que conocer al cliente —es decir, el perfil motivacional de los estudiantes— podría ser interesante para encauzar los planes en el futuro”. Estudios previos afirman que los alumnos que van al extranjero elevan su autoestima, sensibilidad cultural y flexibilidad. Existen, por lo tanto, suficientes motivos para querer fomentar la movilidad.
En este primer estudio se han centrado en ciertos factores psicológicos que ya habían sido considerados como indicadores con anterioridad, para así comprobar si guardan relación con la voluntad de participar en programas de movilidad. Se ha obtenido información en base a cuestionarios, y se ha trabajado con una muestra de 60 alumnos de segundo curso de la Escuela de Magisterio: 30 que en el curso 2011-2012 ya estaban inscritos para participar en el programa Erasmus o en alguno similar, y otros tantos que no tenían intención de marcharse al extranjero.
En cuanto al género, el número de mujeres y el de hombres encuestados ha sido similar. “Para empezar, estudiamos qué tipo de metodología se había utilizado a nivel internacional, y encontramos algunos artículos en los que se especificaban los cuestionarios de los que se habían servido para estas tareas”, explica Villarroel. Así pues, además de un cuestionario al uso sobre datos demográficos, se han servido de otros dos: el primero analiza la adaptación a la multiculturalidad, y el segundo, la visión que cada uno tiene del mundo.
Según muestran los resultados obtenidos, tal y como se preveía, hay diferencias entre aquellos estudiantes que tienen intención de ir al extranjero y los que no. Esta disparidad se ve reflejada, sobre todo, en las subescalas referentes a la apertura de mentalidad, la responsabilidad, la diversidad cultural, la eficacia y la interconectividad; ya que los pertenecientes al primer grupo arrojan mejores resultados en estas subescalas.
“Parece que los alumnos que están a punto de embarcarse en el Erasmus o en algún otro programa internacional son más flexibles a la hora de aceptar la variedad de contextos, sienten que implicarse en problemas internacionales es importante y poseen una mayor facilidad para valorar culturas ajenas”, especifica Villarroel.
Se perciben variaciones, también, en cuanto al género. Principalmente, en términos de empatía cultural, responsabilidad, diversidad cultural e interconectividad; pero la diferencia es menor.
En busca de financiación para continuar
Según sus resultados, los estudiantes que pretenden participar en programas de movilidad sí tienen características comunes, como por ejemplo, la capacidad de comprender sin prejuicios otras culturas y de ser más flexibles en contextos culturales variados. Además, el sentido de la responsabilidad hacia la comunidad global, el positivismo ante la diversidad cultural y la creencia de que uno mismo puede aportar algo para cambiar el mundo son cosas que se dan más frecuentemente en el grupo formado por los estudiantes Erasmus potenciales.
Sin embargo, Villarroel explica que el muestreo llevado a cabo es demasiado escaso para hablar de resultados definitivos. La principal aportación de esta investigación ha sido el poder verificar la validez de la metodología utilizada y la presencia de indicios diferenciales: “Hemos visto que puede resultar interesante investigar este asunto, ya que sí que hemos encontrado algo, pero deberíamos desarrollar la investigación de forma más robusta aún”.
La Escuela de Magisterio de Vitoria busca ahora financiación para seguir con la investigación. De conseguirla, serviría para recopilar la máxima cantidad de datos posible, que serían de ayuda para diseñar un plan de movilidad más apropiado y atractivo para el alumnado de la Escuela de Magisterio. “La intención es conocer qué motivación e interés tienen los estudiantes que quieren participar en los programas de movilidad, y, en base a ello, diseñar programas en el futuro”, concluye Villarroel.