El principio de una nueva era geológica ha quedado registrado en los sedimentos contaminados del fondo del lago Crawford, situado en una zona protegida el sur de Ontario, en Canadá. Así lo ha asegurado un grupo de geólogos en una conferencia celebrada en Francia.
El marcador oficial del inicio del Antropoceno es un pequeño lago canadiense de gran profundidad cuyos sedimentos han recogido restos químicos de la lluvia radioactiva de las bombas nucleares y otras formas de degradación ambiental. Así lo ha propuesto un equipo internacional de investigadores. que lleva 14 años debatiendo cuándo y cómo empezó la humanidad a alterar el planeta.
El Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno ha anunciado esta semana la nominación del lago Crawford en una conferencia de la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS), celebrada en Lille (Francia). Tres organizaciones geológicas deben aprobar la elección para que se convierta en el marcador oficial.
Algunos geólogos llevan tiempo planteando que vivimos en el Antropoceno, una nueva era geológica en la que la actividad humana se ha convertido en la influencia dominante sobre el clima y el medio ambiente del planeta, sobre todo, desde mediados del siglo pasado.
El concepto tiene importantes implicaciones para la forma en que consideramos nuestro impacto en el planeta. Pero hay desacuerdo en la comunidad científica sobre cuándo empezó el Antropoceno, cómo se evidencia y si la influencia humana ha sido lo bastante sustancial como para constituir una nueva edad geológica, que suele abarcar millones de años. Para ayudar a responder a estas preguntas, la ICS creó el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno.
Si la propuesta es aprobada, un núcleo de sedimentos del lago Crawford se convertiría en el ‘clavo dorado’, que marcaría el inicio del Antropoceno. Año tras año, las partículas se depositan en el lago y van a parar al fondo, formando capas de sedimentos que registran las condiciones ambientales de forma similar a los anillos de los árboles.
Entre los contaminantes incrustados, hay motas de cenizas volantes —restos de la quema de combustibles fósiles— y restos de plutonio radiactivo, procedente de las pruebas atmosféricas con bombas nucleares.
“Tenemos los marcadores clave del Antropoceno: en el lago Crawford se alinean perfectamente”, afirma Francine McCarthy, micropaleontóloga de la Universidad Brock de St Catharines (Canadá), que dirige el equipo que estudia el lago.
El equipo del laboratorio Patterson recoge testigos de la parte más profunda del lago Crawford. / Universidad de Brock
El equipo ha recogido muestras de diversos entornos de todo el mundo, desde arrecifes de coral hasta capas de hielo, que se han analizado en los laboratorios GAU-Radioanalytical de la Universidad de Southampton (Reino Unido). Allí, los investigadores procesaron las muestras para detectar un marcador clave de la influencia humana en el medio ambiente: la presencia de plutonio.
Andrew Cundy, catedrático de Radioquímica Ambiental de la Universidad de Southampton y miembro del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, explica: “La presencia de plutonio nos ofrece un indicador crudo de cuándo la humanidad se convirtió en una fuerza tan dominante que pudo dejar una ‘huella dactilar' global única en nuestro planeta".
Digestión química de muestras del lago Crawford para extraer plutonio. / Universidad de Southampton
“En la naturaleza, el plutonio solo está presente en cantidades traza. Pero a principios de la década de 1950, cuando se realizaron las primeras pruebas con bombas de hidrógeno, se produjo un aumento sin precedentes de los niveles de plutonio en muestras de todo el mundo. A partir de mediados de los 60, cuando entró en vigor el Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares, se produjo un descenso”, explica Cundy.
La presencia de plutonio ofrece un indicador crudo de cuándo la humanidad se convirtió en una fuerza tan dominante que pudo dejar una ‘huella dactilar' global única en el planeta
Otros indicadores geológicos de la actividad humana son los altos niveles de cenizas procedentes de centrales eléctricas de carbón, las altas concentraciones de metales pesados, como el plomo, y la presencia de fibras y fragmentos de plástico. Todo ello coincide con La Gran Aceleración (o Antropoceno), un espectacular aumento de las actividades humanas, desde el transporte hasta el uso de la energía, que comenzó a mediados del siglo XX y continúa en la actualidad.
De los cientos de muestras analizadas, el núcleo del lago Crawford ha sido propuesto como el un punto Estratrotipo de Límite Global (o ‘clavo dorado’) , junto con otros yacimientos secundarios que muestran registros similares de alta resolución del impacto humano. Las evidencias de los yacimientos se presentarán ahora al ICS, que el año que viene decidirá si ratifica el Antropoceno como una nueva época geológica.