Una investigadora de la Universidad de Málaga ha liderado un estudio preclínico que ha conseguido disminuir la cantidad de proteínas tóxicas en el cerebro, cuya agregación es el principal motivo de muerte neuronal en el alzhéimer, mediante su reducción en la sangre.
Un nuevo estudio liderado por Inés Moreno, investigadora de la Universidad de Málaga (UMA), en colaboración con la Universidad de Texas, ha identificado una posible terapia no invasiva que podría frenar la enfermedad de Alzheimer, la mayor forma de demencia entre la población anciana, que hoy 21 de septiembre, celebra su Día Mundial, una efeméride proclamada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Moreno ha conseguido reducir en un modelo preclínico la cantidad de proteínas tóxicas en el cerebro –cuya agregación es el principal motivo de muerte neuronal en el alzhéimer– hasta en un 40-80 %.
Estas proteínas también se encuentran en la sangre y, según señala la experta de la UMA, están en equilibrio con el cerebro: si aumenta en el cerebro, aumenta en sangre y viceversa. A partir de estos resultados, la científica propone la eliminación de los agregados tóxicos como diana terapéutica ante la enfermedad. El trabajo ha sido publicado en la revista científica del grupo Nature Molecular Psychiatry.
“Eliminar las proteínas tóxicas del cerebro es el objetivo de la mayoría de las terapias actuales frente al alzhéimer”, explica la investigadora del grupo de la UMA NeuroAD.
Hemos constatado que, si quitamos toxinas de la sangre, éstas drenarían del cerebro a la sangre de nuevo en busca del equilibro, mejorando los signos clínicos y la patología de la enfermedad
La novedad de esta investigación es que plantea reducir las toxinas desde la sangre, donde también están. “Hemos constatado que, si quitamos toxinas de la sangre, éstas drenarían del cerebro a la sangre de nuevo en busca del equilibro, mejorando los signos clínicos y la patología de la enfermedad”, asegura Moreno.
La científica afirma que, actualmente, el análisis de muestras sanguíneas ya se emplea, en algunas ocasiones, para el diagnóstico de la enfermedad como alternativa a la neuroimagen. Sin embargo, hasta el momento, nunca se ha utilizado con el fin demostrado en este trabajo. Por ello, este nuevo uso “abre la puerta a posibles estrategias terapéuticas no invasivas, que actúen a nivel circulatorio”.
Así, los resultados probados en modelos animales han evidenciado que este tratamiento mejoraría la capacidad de memoria y aprendizaje, corrigiendo fallos cognitivos, pudiendo no solo eliminar las proteínas tóxicas, también modificar otros factores importantes en el desarrollo de la enfermedad.
La Universidad de Texas, donde Inés Moreno es profesora asociada, va a continuar con este estudio a nivel clínico, en busca de determinar los mecanismos moleculares implicados en esta mejora de la enfermedad y, también, si el tratamiento funcionaría en pacientes realizando, por ejemplo, diálisis a los pacientes con demencia o, incluso, transfusiones.
Referencia bibliográfica:
Urayama, A., Moreno-Gonzalez, I., Morales-Scheihing, D. et al. (2022) Preventive and therapeutic reduction of amyloid deposition and behavioral impairments in a model of Alzheimer’s disease by whole blood exchange. Molecular Psychiatry (2022).