Un total de 1.303 alumnos de bachillerato de Aragón han participado en un experimento científico-social on line con el fin de determinar los problemas y conflictos que presenta la cooperación en la sociedad actual. Los investigadores creen que la estructura de la red de interacción influye en el nivel medio de colaboración.
Un nuevo experimento, el mayor realizado hasta el momento a gran escala y en tiempo real en este ámbito, pretende comprobar que la estructura de la población determina el nivel de cooperación entre sus individuos.
Los investigadores de la Universidad de Zaragoza, junto con la Fundación Ibercivis y la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), han desarrollado la interacción de los alumnos de 42 centros de Educación Secundaria a partir del prototipo de conflicto social, conocido como 'el dilema del prisionero'.
Precisamente, en este juego se pone de manifiesto que el mayor beneficio para las personas que interaccionan se produce cuando ambas colaboran, pero si una colabora y otra no, ésta última tiene más beneficio. Esto, en ocasiones, activa la posibilidad de aprovecharse de la colaboración de los demás. Pero si esta tendencia se extiende, al final, nadie coopera y, por tanto, nadie obtiene beneficios.
Experimento a tiempo real
La presentación y el seguimiento en directo del experimento han tenido lugar el pasado 20 de diciembre en el Espacio Zaragoza Activa de la capital aragonesa, lugar que se ha convertido en sala de monitorización y visualización en tiempo real de los resultados del mismo.
La importancia de este experimento radica en su realización a tiempo real a lo largo de tres horas entre alumnos de centros distribuidos por toda la geografía aragonesa.
Además, contó con una alta participación, ya que, hasta el momento, los mayores resultados existentes habían sido obtenidos por grupos de la Universidad de Harvard (120 participantes) y de la UC3M (169 participantes).
En este último caso, la conclusión a la que llegaron los investigadores de la universidad madrileña es que nunca se alcanza una situación en la que la mayoría de la gente coopere. Esto se debe a que una buena parte de personas nunca cooperan o lo hacen dependiendo de la decisión de sus vecinos y de su estado de ánimo, según los resultados de su estudio experimental.
Otra de las conclusiones llamativas que obtuvieron es que hay distintos tipos de personas: gente que intenta ayudar siempre a sus vecinos (en torno a 5 por ciento), algunos que nunca lo hacen (un 35 por ciento) y otros que cooperan en función de su estado de ánimo o dependiendo de lo que hayan hecho los vecinos previamente (un 60 por ciento).
Más cooperación de las chicas
Gracias a los resultados preliminares, se ha podido comprobar en estos primeros análisis que en ciertos parámetros sí hay diferencias en cuanto al nivel de cooperación. Por ejemplo, en relación al sexo de los participantes, las chicas han cooperado un 10% más que los chicos.
También se ha observado una notoria diferencia según el tipo de bachillerato que están estudiando: el nivel de cooperación de los estudiantes de los bachilleratos en Humanidades y Ciencias de la Salud supera en un 4% al Científico Tecnológico.
Sin embargo, no se han observado diferencias considerables en cuanto al número de miembros en la familia (si son hijos únicos o más hermanos) ni según la procedencia geográfica (si son del medio rural o urbano). En términos globales, se ha observado que el porcentaje de cooperación entre todos los participantes ha sido de un 35%, lo que quiere decir que aproximadamente uno de cada tres alumnos ha cooperado.
Estos resultados parecen confirmar, según los investigadores, que la estructura de la red de interacción influye en el nivel medio de cooperación. Es decir, se han distinguido niveles de cooperación distintos en la red regular, en la que todos los usuarios están conectados con el mismo número de compañeros/vecinos, y la heterogénea, llamada de “libre de escala”, en la que algunas personas están muy conectadas (con muchos vecinos) y otras lo están muy poco.
Los investigadores seguirán extrayendo datos para analizarlos detalladamente y con ello poder obtener más resultados, que darán lugar a distintas publicaciones en revistas científicas.
Dos tipos de pruebas
El experimento ha consistido principalmente en la realización de dos tipos de pruebas, cada una de ellas construidas con una red distinta. La primera es una red regular, en la que todos los usuarios están conectados con el mismo número de compañeros/vecinos.
La segunda prueba ha utilizado la red heterogénea, de las llamadas “libre de escala”, en las que algunas personas están muy conectadas, es decir con muchos vecinos, y otras lo están muy poco.
En ambos casos, se compara el comportamiento de los participantes cuando siempre interaccionan con los mismos vecinos con lo que hacen cuando, después de cada interacción, la estructura de la población cambia de manera aleatoria y, por lo tanto, los vecinos son otros.
Si la estructura de la población determina el nivel de cooperación, se observarán comportamientos diferentes cuando los vecinos sean los mismos y cuando cambian y, además, se distinguirán niveles de cooperación distintos en la red regular y la heterogénea.
Si es así, se habrá confirmado la hipótesis. En caso contrario, se habrá abierto la puerta a descartarla y será necesario buscar nuevas alternativas para entender la cuestión central que es “la emergencia de la cooperación”.
El dilema del prisionero
La enunciación clásica del problema del es la siguiente. La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrán hacer será encerrarlos durante seis meses por un cargo menor.